Rindou era un lindo chico, con cintura estrecha y pezones rosados. Él y su hermano Ran no se habían visto por un tiempo, debido a los viajes que el mayor hacía constantemente. Por eso, Rin decidió sorprender a su hermanito la próxima vez que se vieran.
Y Rin lo recibiría con piercings en sus bonitos pezones.
Obviamente, el menor lo había planeado con tiempo, para que cuando Ran llegara, estos ya estuvieran sanos y sin dolor. Así Ran podría disfrutar de su hermanito sin tener que preocuparse. Se supone que Ran llegaría esa noche, así que Rin se puso en marcha y comenzó su rutina para ponerse coqueto exclusivamente para su hermano mayor.
Rindou estaba frente al espejo luego de un largo baño, su cabello estaba seco gracias al secador, y su cuerpo estaba cubierto únicamente por su ropa interior. El chico de cabello morado bailaba en la habitación semidesnudo, probando distintos outfits que puedan cautivar a su novio. Se colocó bálsamo en los labios y tenía un broche rizador en su flequillo. Después de un largo rato, Rindou bajó a la sala con una camisa blanca, demasiado grande, que le pertenecía a Ran, y unos pantalones cortos que cubrían un poco más que sus muslos.
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Cuando la puerta principal se abrió, Ran fue recibido por el abrazo de su hermano antes de poner ambos pies en la casa.
— ¡Ran, has vuelto! —Rin apretó sus mejillas con sus manos—. ¿quieres comer, tienes hambre?
— Ya comí en el viaje, gracias. —Ran acarició su mejilla ahora roja por los mimos de su hermano.
— Tu cabello ha crecido, me gusta más así, porque si crece un poco más, podré hacerte trencitas como antes. Pero te ves hermoso de cualquier manera, te lo aseguro.
Rindou le dio un corto beso y guió al mayor hacia la habitación que compartían. Ran se desplomó en la cama un segundo después de verla, y suspiró al sentir la comodidad de su hogar luego de tanto tiempo. El mayor de los Haitani se sentó y comenzó a quitar sus zapatos, para luego observar a Rin sentado al borde de la cama sobre sus rodillas.
— ¿Sucede algo, Rin?
— ¿Estás muy cansado, quieres descansar?
Ran suspiró.
— El viaje me dejó agotado.
— Entonces déjame cuidar de ti, hermanito.
Rindou gateo hasta Ran, deteniéndose a solo centímetros de él. Llevó su dedo al pecho del mayor, y empujó su cuerpo, apoyando su espalda en el respaldo de la cama. Ran observó a su hermano de arriba a abajo, desde sus blanquecinas piernas hasta su cabello rizado.
— Esa es mi camisa.
— Oh, ¿quieres que me la quite?
Ran tuvo la intención de negarlo, pero antes de eso, su hermano menor ya estaba levantando la enorme camisa, dejando a la vista su pecho.
Ran se quedó mudo. Habían dos piercings en los pezones de Rin.
— ¿Te gustan? —Se acercó a su oído—. Me los hice sólo para ti.
Los pantalones de Ran comenzaban a sentirse angostos.
— ¿No quieres tocarlos, Ran?
Rindou se sentó en las piernas de Ran, uniendo sus pechos. El menor llevó sus manos al cuello de Ran, abrazándolo y escondiendo su rostro en este. Ran podía sentir la respiración de su hermano sobre su piel, e inconscientemente dirigió sus manos hacia su cintura. Rin comenzó a desabrochar la camisa del mayor, para tener más libertad al acariciar su piel y repartir besos en esta. Besaba con esmero, concentrándose en mordisquear la piel de su hermano hasta que luego aparecieran moretones. A Rindou le encantaba marcarlo, y en especial cuando pasaban demasiado tiempo separados.