¡Deja de mirarla! [L.S] [One Shot]

¡Deja de mirarla!

¡Deja de mirarla!

Había pasado una hora desde que había entrado a aquel bar junto a Maia, ella estaba hermosa, su cabello castaño claro, que llegaba hasta sus hombros, había sido alisado. Sus labios habían sido pintados de un rojo no muy oscuro muy llamativo, sin embargo, todavía no los había besado, me daba pena la idea de hacerlo y arruinar su hermoso maquillaje. Parecía una obra de arte.

-Tengo ganas de pedir un poco de tequila ¿Tu no? -cuestionó ella, abrazando sus hombros.

Por inercia quité la chaqueta de jean que tenía puesta y se la puse para así abrigar su descubierta espada. Tenía puesto un vestido rosa que remarcaba su figura, la cual no era excesivamente curvilínea, pero era tan agraciada que llamaba la atención de cualquiera y eso lo tenía por seguro.

-Yo no, querida, recuerda que tengo que manejar de vuelta -le dije, sonriéndole mientras acomodaba el cabello por encima de la prenda que acababa de colocarle.

-Harry -se quejó un poco, haciendo un puchero con sus labios- Por favor, solamente será un shot. ¡Vinimos a divertirnos! Son tres meses de noviazgo, hay que celebrarlo.

Rodeé los ojos, bufando. Sabía que no se daría por vencida muy fácilmente, cuando se le ocurría algo, Maia podía llegar a ser un gran grano en el culo.

-Uno solo, si me pides otro, lo rechazaré -advertí.

-¡Vamos! -celebró, tironeando de mi brazo hasta la barra, enfrentando al barman que le dio una mirada de arriba a abajo a pesar de que yo tenía mi mano unida con la suya.

Bufé, pasando mi brazo por los hombros de mi novia. Sólo en ese momento el chico se dio cuenta de su error y la miró a los ojos. Sonreí conforme y ¿Por qué no? con un poco de superioridad.

-¡Dos shots de tequila por favor! -gritó Maia sobre la música- ¡Y un vodka con Sprite!

Suspiré con aires cansinos. Ella había tenido la idea de venir a un bar para celebrar nuestro tercer mes como pareja y yo, como un estúpido, había aceptado sin considerar las consecuencias. Una, yo debería manejar tanto de ida como de vuelta, por lo que no podría beber alcohol y la idea de estar en este lugar perdía un poco la gracia porque, seamos sinceros, si deseaba estar sobrio hubiese propuesto en cambio que fuésemos a tomar un helado. La segunda era que el lugar era muy poco adecuado para mantener siquiera una conversación, creo que lo que más me gustaba era poder hablar con ella, porque era muy ocurrente, y en esos momentos no podía hacerlo. La tercera era que debía soportar a Maia ebria, lo cual era un dolor de culo, siendo que se ponía más hiperactiva que de costumbre. Si se acababa ese vaso de vodka que había pedido, pronto la tendría saltando entre la multitud que bailaba en la pista.

Podría contar entre las consecuencias el hecho de que algunos chicos la mirarían pero ¿Realmente era malo? Mi novia era una chica hermosa, sería estúpido que yo no permitiese que algunos le dieran una mirada para poder apreciarla. El hecho de que la observaran no me molestaba, no, siempre y cuando no sucedieran dos cosas: que no fuera de forma irrespetuosa, y que tampoco fuera durante mucho tiempo. Podía tolerar que reconocieran su belleza, no que se la comieran con la mirada.

El chico frente a nosotros nos pasó los pequeños vasos con tequila, y también el trago de tequila, y lo tomé desganado, mirando cómo Maia desbordaba de emoción por él. Me daba gracia, parecía una pequeña ardilla a la que le habían dado una nuez.

-¡A las tres! -me pidió, sentándose en un taburete de la barra.

Asentí, acomodándome de pie a su lado.

-¡Una, dos, tres! -contó, y llevamos nuestros vasos a nuestros labios.

Rápidamente sentí el calor abrasando mi lengua y garganta, bajando por pesadez por mi tráquea. Hice una mueca ante el alcohol, haciendo reír a la castaña, quien ya había tomado su vaso de vodka para tomar energéticamente de él.