Un libro misterioso

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—Vamos, ¡ábrelo!

—No... quiero decir ¿Qué tiene dentro?

—Es solo un libro, bruto ¡Ábrelo!

—P-pero... ¿Es seguro?

—Sí —, en su voz un tono de duda; sus ojos se desviaron.

—No lo es, ¿verdad? —. Le había pasado el libro con el título boca abajo, en la parte trasera no había nada más que la cubierta negra con borde plateados.

—¿Qué libro es?

—No lo sé...

—¡No lo sabes? —, pregunto, escéptico y un tanto molesto.

—¡No, no lo sé! ¡Ábrelo! Así podremos saberlo.

—Solo tenemos que darle...

—¡No! ¡No le des la vuelta! —, grito con su voz demente, se estaba alterando y eso no podía ser bueno. El tipo con el libro miro a su alrededor, los sujetos que guardaban la puerta de salida los estaban observando, de todos los que había en la sala, eran ellos los que más llamaban la atención y eso no era bueno.

—V-vale. No le daré la vuelta... ¿Quién te lo dio?

—Mi hijo... vino hace unos días... dijo que sería un buen libro, que era de los que me gustan.

—¿Le gusta leer?

—...

—¿Y no lo ha leído todavía?

—No me fio de ese tipo.

—¿Su hijo?

—No era mi hijo, era alguien que se le parecía demasiado, pero no era mi hijo... Por eso quiero que lo veas y me digas que hay dentro —. Volvió la mirada, seria, al tipo con el libro en sus manos quien no dejaba de mirarlo. Estaba sudando como un pollo en rostizado, sin duda estaba nervioso.

—B-bueno —, contesto el tipo con el libro mientras tragaba saliva con dificultad, —puedo... Sí, lo abriré.

—... Gracias.

El tipo con el libro en sus manos lo colocó sobre su regazo, trago saliva nuevamente después dirigió su mirada del hombre frente a él a el libro sobre sus piernas. Las manos le temblaban y el sudor amenazaba con cubrirle la visión. Lentamente, dirigió una de sus manos a su frente y se limpió el sudor que la recorría, después, con la garganta seca y mil ideas catastróficas cruzando como abejas enojadas dentro de su cabeza como si esta fuera un panal, movió su mano a la tapa del libro.

—¡Espera! —, grito el hombre frente a él sacándole un susto.

—¿¡Q-qué pasa!?

—Ábrelo desde en medio, podría ser una bomba y estar ahí, oculta.

—Una, una, una, ¿una bomba? —. El hombre frente a él asintió. El tipo miro de nuevo a su alrededor, los tipos, grandes hombres musculosos vestidos con trajes blanco, seguían observándolos, parecían divertirse con él y su acompañante.

—¡Vamos, ábrelo ya!

—P-pero...

—Podría ser una bomba... o podría no ser nada —, el hombre le guiño un ojo como si con eso todo estuviera solucionado.

El tipo miró de nuevo al libro y deseo con todas sus fuerzas un vaso de agua pues no aguantaba la sensación de sequedad en la garganta. Llevo su mano de nuevo al libro, esta vez agarro no solo la tapa, sino también gran parte del contenido asegurándose de sujetar la mitad más o menos. Levanto poco a poco las hojas, el miedo atenazándole el corazón y entonces...

Un grito fue todo lo que pudo escuchar.

El hombre que estaba sentado frente a él sedesternillaba de la risa. El tipo había salido corriendo nada más escuchar elgrito, había, de algún modo, perdido la conciencia y no se daba cuenta de queestaba gritando, moviendo los brazos de un lado a otro y corriendo y tirando alsuelo todo lo que se ponía a su paso. Los guardias del psiquiátrico fueron trasde él, molestos, lo que había sido momentos antes un motivo de diversión paraellos se había convertido en un problema más grave pues los demás pacientescomenzaban a inquietarse salvo por el viejo que no paraba de reír. Recogió condificultad, pues la risa no le dejaba casi moverse, el diario que alguno de losdoctores le había hecho escribir y lo guardo bajo su brazo. Se puso de pie,secándose las lágrimas de los ojos y se fue caminado a su habitación con una sonrisaen el rostro.

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