Sabía el daño que había hecho. El que mi máscara provocaba.
Sabía cuánta gente se había sentido confundida por culpa de mi máscara.
La frase "Sé tú misma", sonaba irónica para mí.
Y dolía. Dolía mucho.
Cada noche lloraba. Cada día llenaba de lágrimas mi interior. Ver personas sentirse llenas era desgarrador.
Sinceramente pensaba que no quedaba nada de humana en mi interior. Había sido poseída por esa máscara. Que no me dejaba sentir.
Llorar se sentía raro, al no poder encontrar el sentimiento que desencadenaba el llanto. No había sentimientos. Solo sensaciones. Solo dolor.
Porque pensé que la máscara sería mejor que tener odiarme. Cuando por causa de esta terminé haciéndolo.
Porque me odiaba. Cada parte de mí. Cada extracto de mi personalidad. De mi carácter. De mi verdad.
Todo se había convertido en una mancha negra.
Caminaba cara un precipicio con una máscara tapando mis ojos. Todo era incertidumbre. Y dolor.
Porque me odiaba de forma intensa.
Me veía a mí misma con la perspectiva con la que ves a un extraño que camina por la calle. Uno muy loco. Que habla solo y no se dá cuenta de que cuanto más intenta ocultar su dolor más lo acaba mostrando.
Porque eso era yo. Una puta psicópata.
El día que decidí ponerme la máscara todo cambió para mí.
Y terminó convirtiéndose en mi extraña adicción.
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Máscara
Teen Fiction"Vuestra alegría es vuestra tristeza sin máscara." -Khalil Gibran
