Después de la imprevista cancelación de su luna de miel, la situación los superó.
Haechan estuvo internado un par de semanas en el hospital; sin embargo, durante su estadía, lo único que hizo fue mirar hacia el jardín principal. Parecía buscar algo en las hermosas flores plantadas, quizá algún tipo de esperanza; no obstante, su corazón entristecía conforme los días pasaban.
Cuando fue dado de alta, las cosas no mejoraron. No movía ni un sólo músculo. Se la pasaba acostado en la cama, algunas veces en el sillón, pero la actitud apática no cambiaba.
En diversas ocasiones Jeno lo encontró mirando hacia el techo, donde perdía horas y horas buscando algo que parecía indescifrable, como si tratara de encontrar, en lo recóndito de su mente, algún pensamiento en qué distraerse.
Al pasar los días, el veterinario insistió en contratar una enfermera que lo cuidara, ya que su trabajo le imposibilitaba realizar tal acción las veinticuatro horas del día. Haechan, reacio como siempre, se negó mientras hacía ojos de perrito triste para que dejaran la conversación de lado. Funcionaba. Jeno siempre había tenido una debilidad por esos brillantes luceros, aunque la preocupación nunca abandonara su cuerpo. Por las mañanas, trabajaba en la veterinaria y, en las tardes, se daba un momento para visitar la florería. Así que había un periodo largo de tiempo donde Haechan no tenía a alguien que estuviera procurando sus necesidades clínicas. La incertidumbre lo acechaba y le dolía dejar a su esposo solo. No obstante, tampoco quería invadir su espacio personal. Sabía que necesitaba tiempo para sí mismo, en especial a raíz de los hechos ocurridos en los últimos meses. Y, pese a que comprendía tal hecho, le dolía. Haechan había construido una pared invisible entre ellos y, con pequeñas actitudes, dejó en claro que no lo quería detrás de él a todas horas. La relación se sentía... distante.
"El girasol estaba temblando de frío y su sol no podía cubrirlo con sus cálidos rayos, debido a que él mismo se estaba apagando".
—¡Haechan, suelta a Seol! —gritó, alterado, al entrar a la habitación y observar cómo su esposo sostenía a la minina entre sus brazos.
—¡Tengo mucho sin mimarla! ¡No pasará nada! —La apegó más hacia su cuerpo.
—Sabes que no puedes estar en contacto con ella. —Se acercó a la cama—. Dejé que se quedara en el departamento porque me lo rogaste, pero prometiste que no te acercarías a ella. —Retiró a la gatita de los brazos de su amado.
La felina pareció comprender la situación, ya que arañó a Jeno ante el abrupto forcejeo y le mostró los colmillos en una muestra de descontento.
—¡Eres malo! —El veterinario lo ignoró y, por consiguiente, tranquilizó a Seol—. ¡Qué importa si la acarició, de cualquier forma moriré!
El tiempo se detuvo. Jeno se quedó estático y su expresión transmitió una profunda tristeza.
Haechan supo que lo dicho fue demasiado cruel, incluso para sí mismo. La culpabilidad lo arrastró de los pies y su corazón se contrajo en un terrible dolor. Las hirientes palabras quemaron sobre su lengua en un desesperado intento por borrar tan mísera blasfemia, pero las palabras no se las lleva el viento; al contrario, se guardan en lo profundo del alma y te lastiman hasta romperte en pedazos.
Jeno salió de la habitación, con Seol entre sus brazos, sin pronunciar palabra alguna.
El florista se levantó del mullido colchón, a pesar del malestar en sus huesos, y caminó, adolorido, hacia la sala del departamento. El veterinario se encontraba sentado en el sofá mientras leía una revista científica.
—Jeno —llamó, pero no hubo respuesta alguna—. Amor. —Volvió a intentarlo—. ¿Solecito? —El aludido suspiró y miró en su dirección.
—¿Qué sucede? —Haechan le hizo ojitos y, a paso lento, se fue acercando hacia él.

ESTÁS LEYENDO
EL CHICO GIRASOL | nohyuck
Fanfic«De qué me sirve ser un girasol, si mis raíces marchitas ya no claman por la esperanza de abrazar un rayo de sol». 🌻 ↬ Fanfic. ↬ Historia romántica con tintes melancólicos. ↬ Nada de lo que se expresa aquí es real. Por favor, toma esta historia co...