¡Leyenda Adaptada!
Ambos se amarian eternamente y ninguno podría vivir sin él otro. Entraron en un sueño profundo por tristeza, pero el inmenso amor que se tenían los tranformo en volcanes y sus corazones fieles arderian como una flama por el resto...
En los valles de Liones existia un poderoso emperador con espíritu guerrero. Tenía cuatro hijas, la princesas mayores Margaret e Veronica, su tercera hija Elizabeth y la menor de todas era una jovencita de cabellos lilas e ojos miel llamada Jericho, ella estaba enamorada de un joven, valoróso e inteligente guerrero llamado Ban. Cada noche el se colaba a su habitación con diferentes tipos de flor, cada una con distintos significados, escribia poesías y después le recitaba sus poesías, así durante toda su infancia e adolescencia hasta que ambos se convirtieron en unos jóvenes apunto de cumplir veinticuatro años.
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Las hijas del emperador hablaban tranquilamente en aquella fiesta que había sido organizada por su padre. Un caballero de ojos rubis se acerco y con delicadeza tomó la mano de la princesa menor—¿Bailaria esta pieza conmigo linda princesa?—Hablo el caballero e la princesa acepto, ambos se dirigieron al centro de la fiesta. El ojirubi posicióno su mano agarrando delicadamente la cintura de la princesa, mientras entrelazaba sus dedos con los de la jovencita e empezaron a moverse al ritmo de la canción, llamando la atención de todos.
El emperador veía con agrado la relación de su menor hija con aquel gran guerrero de los valles de Liones, a nadie le sorprendió cuando el guerrero le propuso matrimonio a la princesa menor—¿Se casaría conmigo Señorita Liones?—Pregunto con una sonrisa formada en sus labios e una mirada que solo el le daba a aquella chica que tanto pensaba desde que despertaba hasta que dormía.
—Acepto casarme con usted Respondio con emoción la peli lila, saltando hacía los brazos de su amante, el la cargo y la dio una vuelta para luego fundirse en un cálido beso, siendo todo presenciado por todos los invitados de aquella fiesta.
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Había pasado unas semanas desde que ambos jóvenes se habían vuelto novios, cuando estaban por celebrar su boda los ejércitos enemigos decidieron atacar. Ese mismo día el emperador pidió ver a Ban, por la mañana el guerrero se acercó al emperador
—Estoy aquí para servirle ¿Que desea que haga por usted? Pregunto con mucho respeto el caballero.
—Sabe que confío mucho en usted, así que le doy la misión de dirigir a mis guerreros en su combate.
—Como usted lo pida Emperador Bartra.
(...)
El emperador reunio a sus guerreros, dejándolos al mando de su guerrero más fiel y fuerte que conocía. Por la noche mientras la princesa menor estaba por dormir, alguien se colo a su habitación, era su novio, aquel caballero que tanto amaba e admiraba.
—Crei que estarías ocupado preparándote para partir a la guerra
—No iria sin antes despedirme de mi futura esposa e madre de mis hijos
La chica de ojos mieles sonrio con un sonrojo, abrazo a su novio e ambos se fundieron en un beso lleno de sentimientos. El guerrero acostó con cuidado a la princesa sobre su cama mientras la desvestia; esa noche ambos se desmostraron el inmenso amor que se tenían a partir de besos y caricias.
Por la mañana el caballero le dio un último beso a su amada y le regalo una flor para partir a la guerra.
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Tras varios meses de lucha, logró vencer al enemigo exitosamente. Antes de que el emperador se enterara de la victoria, unos guerreros envidiosos le mal informaron que Ban había muerto en batalla, Jericho escucho esta noticia falsa y lloro amargamente. Dejó de comer y cayó en un sueño profundo, sin que nadie pudiera despertarla.
Su padre, hermanas y el palacio enteró lloraron la muerte de la princesa.
Cuando Ban regreso victorioso supo lo que había sucedido e busco a su amada, la cargo entre sus brazos, tomó una antorcha encendida y salio del palacio de Liones. Nadie volvió a verlos.
Después de varios días, todas las personas del valle de Liones se asombraron al ver dos montañas muy altas que habían surgido de la nada, lanzaban llamas a los cielos. Cuando el emperador vio las montañas dijo a su pueblo:
Jericho y Ban murieron de tristeza porque no podían vivir uno sin el otro. El amor los ha transformado en volcanes y sus corazones fieles arderán como flamas por toda la eternidad.
