Eran niños cuando sus padres decidieron su destino. Bakugou Katsuki debía reclamar a Uraraka Ochako después de que cada uno se presentara. Katsuki recuerda vagamente que sus padres discutieron los términos con los suyos. Recuerda vagamente la gratitud de los Uraraka. Pero recuerda los ojos marrones amistosos que le miraban con determinación. Recuerda su determinación mientras juraba a sus padres que haría lo mejor para su familia.
Tenían cuatro y cinco años, y Katsuki no volvió a pensar mucho en ella hasta que tuvo quince años y se presentó como alfa.
El año siguiente tuvo que lidiar con el cambio de hormonas y acostumbrarse a los diferentes olores de su tribu. Tuvo que lidiar con su madre metiendo religiosamente sus narices en los asuntos de todo el mundo mientras intentaba averiguar información sobre la propia presentación de Uraraka. Fue la primera en adivinar que la joven se presentaría como omega, y efectivamente Ochako entró en su primer celo poco después del decimosexto cumpleaños de Bakugou. No se la vio en la tribu durante toda esa semana. Una semana que Mitsuki dedicó a los preparativos para la reclamación.
Katsuki le clavó los dientes en el cuello delante de sus padres y del jefe, solidificando su vínculo tradicionalmente poco después del final de su celo. Su nariz se apretó contra la suave piel del cuello de la chica mientras la reclamaba, su nuevo aroma a menta y a tormenta nublando sus sentidos.
Necesitó toda su fuerza de voluntad para apartarse.
Mía.
Sus instintos le pedían a gritos que la tomara en ese momento. el color marrón de los ojos de su omega estaba eclipsado por sus pupilas, y podía oler su aroma cada vez más dulce. Más fuerte.
El omega que había en ella llamaba a su alfa.
Pero en su tribu estaba prohibido sellar el vínculo físicamente hasta que ambos fueran mayores de edad.
Antes de que Katsuki pudiera levantarla para llevarla a un lugar más privado, sus padres los separaron y se los llevaron para que se despejaran. Katsuki lo agradeció. Estaba cumpliendo con una obligación al reclamar a Uraraka, nada más. Se estaba entrenando para ser el mejor guerrero de su tribu, y no necesitaba ninguna distracción de su deber.
Sus instintos se calmaron, y cada uno acordó en silencio centrarse en sus responsabilidades con la tribu. Ella permaneció amistosa y él fue su propia versión de amistoso, sin saber qué pensar de su destino.
Pero el aprendería rápidamente lo distractiva que ella podía ser.
La familia Uraraka proveía de madera a su tribu. Katsuki a menudo se quedaba mirando mientras ella transportaba madera para comerciar a lo largo de sus fronteras. Los músculos de sus brazos eran delgados y fuertes a causa del trabajo, y los ojos del alfa se clavaban a menudo en el símbolo de la familia Uraraka grabado en la parte superior del brazo de la chica. No fue hasta que se imaginó cómo sería el símbolo de su familia enrollado en el otro brazo de la omega, que se liberó de esos pensamientos y apartó los ojos de ella.
Visitaba semanalmente a la familia Uraraka, como mandaba la tradición.
Recordó la primera vez que se acercó a la tienda de la familia Uraraka, sólo para ser detenido en su camino por la visión de su omega cortando leña.
La piel desnuda de su abdomen, acentuada por su postura y el cuero y las pieles blancas que llevaba contra la piel curtida, se estiró mientras forzaba su hacha en el aire sólo para que bajara y astillara el tronco por la mitad con una fuerza sorprendente. Repitió el movimiento cuatro veces antes de fijarse en él y le invitó a entrar.
Katsuki acabó descubriendo que su hora favorita para cortar leña era cerca del atardecer. A partir de ese momento, él no se detuvo en ningún otro lugar en ese horario.
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Lightning strikes
FanfictionTraduccion autorizada de la obra Lightning strikes, autor wonduhhwoman de la plataforma Archive of our own Eran niños cuando sus padres decidieron su destino. Bakugou Katsuki debía reclamar a Uraraka Ochako después de que cada uno se presentara.