Parte 1

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Sonó el despertador, sabía que hoy era el día que llegaría la carta que definiría mi futuro. Parecía un día como cualquier otro, sin embargo para mí no lo era. Me vestí y desayuné para ir al instituto, cuando bajé mi madre se despidió de mí con un beso en la frente. Me reuní con mis amigos para ir juntos al instituto, por el camino íbamos hablando de como sería nuestra vida en Estados Unidos.

Una vez allí, empezamos a dar clase y sabía que las próximas seis horas se me harían eternas. Ya que al llegar a casa habría recibido la carta. A la salida me despedí de mis amigos, y fui para casa corriendo de los nervios que tenía. Nada más entrar en casa, vi un sobre de color blanco, lo cogí y me senté con mis padres para abrirlo, no podía leerlo de los nervios que tenía y le pedí a mi padre que lo leyera. Nadie podía creerlo, había sido aceptado para pasar el próximo curso en Estados Unidos. Llamé a mis amigos para contarles la noticia, y la mayoría habían sido aceptados, pero no nos tocó en los mismos lugares. Había esperado mucho para este momento y estaba seguro de que me lo pasaría genial. En menos de una semana cogería un vuelo hacía California. Los días se me hicieron interminables, y no encontraba la hora para irme. Por una parte estaba muy feliz, pero por otra estaba triste porque me separaba de mi familia y amigos.

Llegó el día de irme, y debo reconocer que no había dormido nada la noche anterior, estuve revisando la maleta y preparando todo para que no se me olvidara nada. De camino al aeropuerto no dejé de hablar, mis padres estaban hartos de oírme, pero a la vez sabían que no escucharían mi voz hasta que llegara a California. Me despedí de ellos entre lágrimas, los echaría mucho de menos, y creo que este viaje nos haría no pelear tan seguido como antes. Cogí mis maletas y me fui, al principio estaba un poco perdido de lo intranquilo que estaba, pero después pude tranquilizarme y pasar todos los controles necesarios, antes de llegar a la puerta de embarque, me encontré con un montón de tiendas y restaurantes, y como sabía que lo echaría de menos me compré un bocata de jamón ibérico y una botella de agua pequeña. Cuando me tocó embarcar comencé a andar por esa pasarela que conectaba al avión con la puerta de embarque y en ese momento supe que mi aventura había comenzado.

Al llegar al avión las azafatas me saludaron y me dijeron cuál era mi asiento. Al sentarme tenía tanto sueño que nada más despegar me dormí. Mi vuelo hacía escala en Nueva York y cuando me bajé del avión, vi a lo lejos un montón de edificios enormes y súper bonitos. Pude hacer bastantes fotos, ya que mi vuelo a Los Ángeles salía en una hora y media. También tuve tiempo para hablar con mis padres e informarles de que estaba sano y salvo y en Nueva York. Cuando me tocó embarcar en mi vuelo estaba muy feliz, porque lo que veía me gustaba. Al contrario de mi otro vuelo que estuve todo el rato dormido, en este estuve todo el tiempo pegado a la ventanilla del avión. Después de unas cuantas horas por fin llegué a Los Ángeles, ese sitio al que siempre sueñas ir de pequeño pero nunca vas porque es muy caro o porque al final ya no te gusta. Al llegar y salir por la puerta del aeropuerto mi nueva familia me recibía con un cartel. Tenía un hermano y una hermana y eran de los más populares del instituto al que iba, los dos eran guapísimos y se veía que era una buena familia. Llegamos a mi nueva casa y debo reconocer que era preciosa, mis hermanos me enseñaron toda la casa por dentro y por fuera, tenía una piscina gigante y estaba seguro de que más de una fiesta habían hecho ahí. Después me llevaron a mi habitación para instalarme.

Al día siguiente era mi primer día de instituto y estaba muy impaciente por empezar pero también nervioso de saber qué pensaría la gente cuando me viera por primera vez. Cuando llegamos todo era muy nuevo para mi y como me esperaba, todo el mundo me miraba. Me fui con mi hermano y me presentó a sus amigos. Las clases fueron bastante bien y cuando tocó ir al comedor y coger nuestra comida no sabía donde sentarme ni con quien, así que me senté con mi nuevo hermano.

Semanas más tarde todo iba bastante bien, mejor de lo que me esperaba y cada día hablaba con mis padres para contarles que tal me había ido el día. Llevaba bastante tiempo sintiendo cosas por mi hermana y me parecía bastante nuevo porque nunca había tenido estos sentimientos por nadie y además ella tenía novio. El capitán del equipo de rugby del instituto. Siempre estaba con él y cuando no lo estaba estaba con sus amigas, que me caían mal. La mayoría de chicas del instituto me habían pedido salir y no era porque fuera guapo, era por los hermanos que tenía, pero ninguna chica me gustaba tanto como mi hermana. Hacía un tiempo que hablaba mucho más con ella y creo que ella podía sentir lo mismo que yo. Tiempo después seguí hablando con ella y ayudándola con el español. Un día le confesé mis sentimientos hacia ella y aunque tuviera novio no me importó. Ella me dijo en un casi perfecto español que estaba confundida y que no sabía que hacer.

Pasaron los días y me dijo que había tomado una decisión, pero no me la quiso decir. Me dijo que ya me enteraría en el instituto, hasta que un día estábamos en el comedor y me enteré de que había dejado a su novio. Llevaban dos años juntos y ella lo había dejado por mí o eso creía. Le escribí un mensaje al móvil y le pregunté si lo había dejado por mí. Me respondió y me dijo que ya hablaríamos en casa. Al llegar a casa, fuimos a mi habitación y hablamos de todo lo que sentíamos. Ella me dijo que había decidido dejarle porque él era un controlador y que también sentía cosas por mí. Esa misma semana era el baile, el famoso baile al que van todas las parejas y ves siempre en las películas americanas. Pues yo no iba a ser menos y le pedí ir al baile, me dijo que si y yo no pude estar más feliz. Al llegar al baile todos se quedaron boquiabiertos y sonó una canción romántica, nos pusimos a bailarla y si, nos besamos. Fue el mejor momento de mi vida. 

De Los Ángeles Al CieloWhere stories live. Discover now