No me gustaba mirarlos, era mejor así de todos modos, si lo hacía era demasiado probable que me encierren y golpeen en el baño, camino con la cabeza gacha y mi mochila en mi espalda.
Llego a mi casillero y guardo lo que no necesitaba aún, siempre con las manos temblorosas, ese era el momento donde llegaban. Tres chicos humanos, de mi misma edad, pero mucho más grandes, solo dos brazos, dos ojos y piel café.
No llegue a la primera clase por ellos, me dijeron que si entraba me iría peor que la vez pasada, tampoco entre a las demás clases, estuve todo el día en un cubiculo del baño. Ahora camino a casa, sin haber aprendido nada y con tres nuevos moretones.
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Historias de vida y verdad
General FictionLas vivencias de un fantasma, acoso a un extraterrestre, la depresión reflejada en un payaso y más