Capítulo 4

63 21 91
                                    

Con el corazón acelerado, caminaba cada vez más rápido con la esperanza de que dejarán de seguirme, miraba hacia ambos lados pero no veía a nadie. Estaba asustada y tenía la mente bloqueada, ya no sabía si eran cosas mías o de verdad me seguían.

Cada vez aceleraba más el paso, necesitaba llegar a algún lugar con gente, caminé por un rato hasta que encontré una tienda de veinticuatro horas, en cuanto la ví decidí entrar para poder mirar mejor si me seguían o no, al entrar me fuí a un pasillo considerablemente alejado de la puerta de entrada, me escondí tras el estante, y por fin lo pude ver, había una sombra, parecía la figura de un hombre corpulento,¿Y si era el asesino?

Estaba tan concentrada pensando cómo podía desacerme de ese hombre, que no me dí cuenta por donde caminaba, así que claramente acabe en el suelo.
Dolorida por el golpe levanté la cabeza y ví a un chico de mi edad, me venía perfecto para alejar al hombre que me perseguía.

–¿Estás bien?– Me preguntó el chico con cansancio

–Creo que sí– dije titubeando 

–¿Seguro?

–Em...No hace rato que me lleva persiguiendo alguien, y me incomoda mucho, por eso vine aquí.

–Bueno pues sal conmigo, te acompañaré hasta que te deje de perseguir– Dijo con el mismo tono de cansancio

–¿En serio? Muchas gracias– Le agradecí ahora más calmada

–Nada, supongo– Me respondió con indiferencia

Salimos de la tienda, con una incomodidad notoria en mi.
El chico lo debió de notar por qué me susurró un tranquila al oído.
Estuvimos caminando un rato
hasta que nos paramos en una calle cerca de mi casa, está claro que no le iba a enseñar donde vivía.

–Gracias por acompañarme– Le agradecí

–De nada– Me respondió seco

–Por fin puedo llegar a casa tranquila– Dije una vez que el chico se fué.

Me faltaba poco para llegar a mi casa, y de camino me encontré a Olivia, resultaba que acababan de volver de casa de su tía, la cual había tenido un hijo.
Olivia como se aburría me pidió que fuera a su casa para ver una película juntas, aunque más tarde acabaríamos viendo cuatro películas más.

Ella me volvió a preguntar si me iría con ellos, pero finalmente le dije que no, me sentiría muy incómoda y tendría que dar muchas explicaciones a mis padres.
Me despedí de ella, y me fuí hacía mi casa, todo estaba oscuro y lo único que iluminaba mi camino eran las pocas farolas que se encontraban repartidas a lo largo de la calle. Entonces sentí aquella horrible sensación, todo se volvió borroso y de nuevo me viniéron las visiones, eran cada vez más reales, más nítidas, los gritos de auxilio de la chica se clavaban en mi alma como puñales, y yo no podía hacer nada para evitarlo, solo era una mera espectadora más ante todo esto.

Me fijé bien pudiendo  distinguir a una chica sin vida en el suelo y el asesino a su lado, sonriendo mientras pintaba aquellas alas con sangre. Al hacerlo me fijé más en su ropa, era negra, vestía una sudadera con capucha y unos jeans azules, era imposible distinguir su cara, lo único que se podía diferenciar claramente era esa sonrisa aterradora. Fijándome aún más en la imagen, pude ver una camioneta roja algo antigua y muy estropeada, además creo que tenía algo rotulado en un lateral, pero no podía distinguirlo bien. Me había esforzado demasiado, lo que me provocó un dolor de cabeza intenso, era como si miles de agujas se te clavaran lentamente en la piel, nunca antes había intentado fijarme en lo que veía, seguramente por eso me dolía tanto ahora, estaba obligando a las visiones a mostrarme su contenido, cuando antes eran ellas las que actuaban libremente en mi cabeza.

Mareada desperté del trance y me levanté como pude, tenía las piernas entumecidas así que no las podía sentir bien, ademas tenía un dolor de cabeza horrible, todo me daba vueltas y no podía ver con claridad, los sonidos se distorsionaban a gran velocidad, haciéndome perder la capacidad auditiva más rápido, eso me afectó mucho más al mareo.

Estaba nerviosa, porque no sabía que me pasaba, nunca había tenido estás consecuencias tan fuertes, emepezé a notar como si no pudiera manejar mi cuerpo, perdiendo así la consciencia, pero antes de que pudiera hacerlo del todo, vi una sombra grande dirigiéndose hacia mí.

Quería salir corriendo, irme de allí, tenía miedo, pero ya no era capaz de hacer nada, lo único que podía hacer era quedarme en manos del destino, AQUÉL que es tan cruel para algunos.

Visiones en la noche Donde viven las historias. Descúbrelo ahora