𝒔𝒉𝒐𝒖𝒍𝒅'𝒗𝒆 𝒃𝒆𝒆𝒏

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Cuatro grados en la calle eran suficientes para necesitar el calor de Ran Haitani.

Miré por la ventana y las pude ver.

Eran molestas.

Sí. Realmente eran molestas.

Las luces de navidad son lo peor que el ser humano ha podido crear. Estas no paraban de bailar en lo alto de las copas de los árboles, acaparando toda la atención de las personas. Pero, todo el mundo sabía que la verdadera atención estaba sobre nosotros.

Cuatro grados en la calle. Mil grados en el interior. El cuerpo de Ran estaba a mil grados.

No.

A un millón.

Era maravilloso.

Su corazón estaba tan acelerado que no podía escuchar más allá de sus latidos. Su espalda estaba totalmente apoyada en esa blanca pared y sus manos buscaban con ansia tocar mi escondida piel. Pude escuchar en un susurro una mala palabra saliendo de la boca de Ran, él estaba muy molesto. Maldijo en bajo al diseñador de aquel traje, tan grueso y tan cubierto, sabía que le resultaba difícil llegar a sentirme bajo sus desnudas manos.

Adoro sentir las ansias de Ran.
Él me buscaba. Y yo, me entregaba. No hacía más que devorar sus labios. Apenas lo dejaba respirar, pero, joder, se sentía tremendamente bien.

En una de estas Ran se dio cuenta de que un recién despertado Shion nos estaba mirando con indiferencia.

Gentiana, continuamos luego —dijo algo alertado y cortando el beso en seco.

—Serás...

El mal humor empezó a emerger dentro de mí. No me gusta cuando alguien interrumpe en mis asuntos. Menos aún cuando ese "alguien" es Shion Madarame.

—¿Qué te trae por aquí?

Suspiró.

—La reunión está por empezar.

—¿Nos cortas el rollo sólo para decir eso? —pregunté. Me contuve para no dar un golpe a la pared, Ran se enfadaría conmigo— Ya podrías haber esperado, imbécil. ¿No será que te da morbo observar este tipo de cosas?

—Mira, me la suda lo que hagas con tu hermano —Shion estaba acabando de despertar por la ira— Sólo pretended hacerlo en lugares más... Privados.

Y sí, Madarame tenía razón.
Estábamos justo en la recepción del edificio en el cual se encontraba la sede central de Tenjiku. ¿Los supermercados de la franquicia Tenjiku? Sí. Más o menos. Lo de los supermercados era una excusa para poder blanquear dinero y poder hacer negocios más... libremente. La gente creía que era una cadena de supermercados y que ese edificio eran las oficinas principales, pero se equivocaba. Sólo era una fachada para esconder las atrocidades que Izana Kurokawa hacía.

—Vámonos Gentiana. Creo que al león le hace falta una sesión de autoamor —intervino Ran, refiriéndose a la erección del otro.

—No me llames así.

Empecé a caminar hacia el ascensor, tratando de verme indignado para llamar la atención de mi hermano. Era una recepción elegante, con una gran cristalera translúcida que daba más privacidad para los que esperaban a ser atendidos. En ese panel podía ver el reflejo de las luces navideñas de la calle. Luces de colores vomitivos.

Sentí la mano de Ran en mi hombro y sonreí.

Entré al al ascensor y aproveché para acomodarme el cabello mientras me miraba al espejo. Eran mechas celestes entre mechas doradas, cosa que Ran admiraba. Le gustaba la decisión que había tomado al teñirme la cabellera de esa manera.

𝐄𝐬𝐜𝐚𝐫𝐜𝐡𝐚 𝐲 𝐬𝐚𝐥 • 𝐑𝐢𝐧 𝐲 𝐑𝐚𝐧 𝐇𝐚𝐢𝐭𝐚𝐧𝐢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora