Prólogo

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Han pasados dos meses desde que me fui de mi hogar para cumplir mi sueño... Y casi una semana desde que la realidad me dejó muy claro que jamás lo lograría... 

Alma lleva cinco días vagando por las calles de Tokio, sin rumbo, sin destino, sin camino. Llegó a Japón con la ilusión de convertirse en una gran bailarina y las promesas de Haiden-san de que la ayudaría a lograrlo, que haría de ella la próxima estrella del ballet, que llegaría tan lejos que sobrepasaría el cielo. Sin embargo, resultó que Haiden-san tenía otras intenciones. Para ascender en su empresa, su jefe le había advertido que necesitaba casarse, porque era muy importante que el gerente principal fuese un ejemplo de los valores de un hombre de familia tradicional japonesa, porque la empresa así lo requería. Por ello, cuando Haiden-san viajó fuera del país y conoció a esa amable camarera del bar del hotel que hablaba un japonés casi perfecto, se dio cuenta de que podría ser la solución más rápida para conseguir su ascenso, antes que conquistar a una mujer japonesa, lo cual lleva mucho tiempo y, normalmente, mucho dinero. Cuando Alma le confió que su sueño desde pequeña era ser bailarina, pero que solo tomaba clases esporádicamente porque en su familia siempre había habido problemas de dinero, Haiden-san vio la oportunidad perfecta.

Alma-chan, yo puedo convertirte en una gran bailarina, pero tendrías que venir a Japón conmigo. Como conoces el idioma bastante bien, no te supondría mucho problema, ¿verdad?—Eso fue lo que dijo y Alma, de carácter normalmente desconfiado pero que en ocho días había creído conocer muy bien a ese visitante de oriente tan agradable que dejaba tan generosas propinas, pensó que esa era la oportunidad que siempre había estado esperando y que no podía dejar escapar. 

Cuando Alma descubrió el engaño, su corazón se partió. Haiden-san la convenció de que había conseguido una plaza en la más prestigiosa escuela de baile de Tokio, la cual tenía todas sus plazas cubiertas desde hacía meses. A Alma le pareció raro, pero cuando Haiden-san le puso el papel de la supuesta matrícula delante, no pudo evitar emocionarse y darle las gracias muy contenta. Haiden-san sabía que Alma hablaba bien japonés, pero que leído entendía muy poco. Lo que Haiden-san quería que Alma firmase era un certificado de matrimonio. Alma no sabía leer muchas palabras japonesas, pero sí el nombre de Haiden-san. 

¿Qué hace el nombre de Haiden-san en la matrícula?—se preguntó, pero no dijo nada en voz alta. 

Dejó la pluma reposando sobre el papel aún en su mano, y miró la cara de Haiden-san. La miraba ansioso, sudaba mucho. 

¿Qué pasa, Alma-chan? ¿Es que ya no quieres ir a la escuela? Firma, rápido, rápido.

Pero Haiden-san no dejaba de sudar y ponerse cada vez más nervioso, así que Alma utilizó toda su concentración para leer y tratar de entender las palabras del encabezado. 

結婚: kekkon: Matrimonio.

Haiden-san, esto es un acta de matrimonio, ¿cierto?

En cuanto le hizo esta pregunta, Alma descubrió todo el chanchullo. Primero, Haiden-san lo negó, pero al ver la mirada seria y fija de la chica, confesó todo. Alma le dijo que no se casaría con él y el hombre se burló y le advirtió que no tenía otro remedio: ella no tenía dinero y no podía volver a su país porque, además, le había quitado el pasaporte. A pesar de todo, Alma se fue de esa casa, se alejó de Haiden-san, de sus falsas promesas, de sus asquerosas mentiras, de sus terribles engaños... Y se vio sola. Sola y lejos de todo lo que conocía, perdida, incapaz de avanzar, incapaz de retroceder, en un punto en el que pensó que moriría, y en el que daba la sensación de que así sería... 


Be My Dancer [Tokyo Revengers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora