PRÓLOGO.

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El amor aparece siempre en lugares insospechados. Como un conjuro de magia , se materializa en aquella persona que conociste una vez en una fiesta, cuyo rostro te pareció antipático. O tal vez en la chica a la que llevas siguiendo una pequeña eternidad a través de internet, pero a la que nunca le hablaste porque la idea de tomarle la mano se presentaba solamente en el plano de lo irreal. O en el chico que se sentaba en la parte de atrás de la ruta del bus. O en el mejor amigo de tu mejor amiga. O en tu mejor amigo (como sucede en este libro). Alguna vez me enamoré de mi mejor amiga pero no se lo dije jamás. Alguna vez yo también amé por primera vez, lloré por primera vez, sentí miedo de desear a la persona incorrecta por primera vez. Y como suele pasar en las primeras veces: me sentí solo, desorientado, actuando siempre desde la sospecha y la intuición. Y al mismo tiempo: me sentí embriagada, con los sentidos saturados. con las ganas tatuadas sobre la piel y el corazón hinchado, lleno de certezas. Así que eso era amar. Ese miedo, esas náuseas, toda esa vida, toda esa abundancia, toda esa posibilidad de jugar con lo infinito entre los dedos. Hace mucho pase por ahí y, sin embargo, al leer este libro me descubro habitando ese espacio de nuevo. Siento nubes grises en la garganta. Me dan ganas de soñar, de escribir veinte veces el nombre de alguien en la parte de atrás de un cuaderno. Y esta vez me dan ganas de hacerlo sin aprensión, sin recelo.

Quisiera viajar en el tiempo y dejar de ser el adolescente que gastaba todo su recreo mirando fijamente la boca de su mejor amigo, para pasar a ser el adolescente que gastaba todo su recreo diciéndole a su mejor amigo que lo amaba y que eso no estaba mal. Que no existe un lazo más profundo que el que se forja entre dos hombres o dos amigos. Que el amor siempre está dirigido a otro cuerpo y que está bien que ese cuerpo sea igual al mío.

Así que pienso en este libro como una máquina para viajar en el tiempo. Una en la que reconozco, me acepto y me permito reescribir mi historia sin miedo.

Amalia Andrade

Escritora e ilustradora

Sí, si es contigo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora