Tara y Eduardo: Salida Peligrosa (parte 1)

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Eduardo, había convencido a a Tara para escaparse de la escuela y pasar un buen rato juntos.

Obviamente, Tara estaba muy asustada ya que nunca se había salido de clases.

Eduardo la esperaba afuera del colegio. Después de una rato, logró distinguir a Tara entre la multitud. Tara disimuladamente salió de la muchedumbre, cruzó la calle y al estar frente a Eduardo este la tomo de la mano y salieron de allí apresurados.

Eduardo tenía un lindo lugar en mente, dónde pasaría el día con Tara.

- debemos tomar ese autobús para llegar a dónde te dije- le dice Eduardo y se acercan al autobús.

- ¡Espera!, Conozco la ruta de ese autobús. Pasa de muy cerca de mi casa-

- eso lo sé. Pero es la manera más rápida de llegar. Sino, pasaremos todo el día caminando- Eduardo hablaba tranquilo.

- está bien pero debemos estar atentos. Mi abuela dijo que saldría a casa de mi tía-

- bien, tranquila. Seguramente ya se fue. Además, este no es el único autobús, hay muchos otro. Las probabilidades de encontrarla en el camino soy nulas- a pesar de la serenidad de Eduardo, el logró notar que Tara aún estaba muy inquieta- confía en mí Tara, todo está bajo control- dice mientras acaricia el rostro de Tara con suavidad.

Al hacerlo, Tara sintió como su piel se erizaba y sintió una gran seguridad. Sabía que Eduardo la protegería... Así que le regaló una de sus hermosas sonrisas y continúo caminando hacia el autobús.

Dentro del autobús no quedaban muchos puestos desocupados, pero por suerte encontraron un par de asientos juntos.

- ¿quieres ir junto a la ventana?- pregunta Eduardo.

- si, ¿por qué no?- Tara se sienta y observa por el cristal todas las personas transitando En la calle.

La pobre chica estaba tan mentalmente sometida, que creía ver a su abuela en cada persona que pasaba.

Las ideas de lo que le sucedería si la descubrían invadían su mente, a tal punto que sus tiernas manos empezaron a temblar, cómo lo hacían siempre cuando se ponía Nerviosa.

Eduardo se dió cuenta de esto y tomó la mano de Tara y ella se sobresaltó. Ella volteó a verlo y se dió cuenta de que el le ofrecía un chocolate.

- toma, para los nervios- le dice Eduardo mientras el le da un mordisco a otro chocolate.

Ella lo tomó y se quedó observando a Eduardo con una expresión burlona.

- ¿Qué?- habla con la boca llena y Tara, observa el chocolate y luego a el- ¡Oh!, Ya entendí... No lo estoy comiendo por nervios, sino porque... ¡Dios!, ¡Es chocolate! Todos aman el chocolate- se levanta de su asiento- ¡¿quien en este autobús ama al chocolate?!- todos voltearon a ver a Eduardo, luego de unos segundos, una chica unos cuantos puestos delante levanto su mano, luego otra, luego un chico, luego un señor y así sucesivamente... ¡Hasta una abuelita que estaba allí levantó su mano- ¿Lo ves , Tara? No hay persona que no le guste el chocolate- le reprocha como si ella hubiese dicho lo contrario.

- estás loco en verdad... Ya siéntate- Tara estaba un poco apenada pero le pareció muy divertido.

- yo... ¡Soy alérgico al CHOCOLATE!- chilló un chico unos varios puestos detrás.

- ay, viejo, efe por ti. Espera tantito- Eduardo se sentó y empezó a revisar su mochila- si a mí me pasara eso me hubiera suicidado- le susurra a Tara mientras se levanta con un paquete que sacó de su mochila y se levantó- toma amigo, un Doritos, tu vida es muy dura. Así que te lo mereces- dice y le lanza el paquete al chico quién lo atajó con éxito.

Se escucharon varias personas riendo hasta que el chófer le pidió a los pasajeros aje tomarán asiento, luego de eso arrancó.

- estás demente¿Sabías?- le dice ella riendo.

- si esa es la manera de hacerte reír pues yo mismo me interno en el manicomio-

Tara nuevamente sonríe y apoya su cabeza en el hombro de de Eduardo. El sintió que le daba permiso y la rodeó con sus brazos.

- hace frío ¿No?- dice ella en voz baja.

- espera un momento- Eduardo se separa de ella, y empieza a quitarse su chaqueta

- ¿ Que hace? No te la quites o tendrás frío tu-

- siempre que yo esté contigo haré todo lo posible por resolver tus problemas sin importar que- estás palabras hicieron sonrojar a Tara.

Eduardo le tendió la chaqueta y ella se la colocó.

Nuevamente Eduardo abrazó a Tara.

(...)

Estaban llegando a la zona de la casa de Tara, cuando se dió cuenta no pudo evitar sentirse nerviosa una vez más.

- mira, para que te sientas más segura, toma mi puesto y yo tomaré el tuyo. Así estarás lejos de la ventana y no te verían en caso de que tú abuela o algún conocido este por acá ¿Te parece?-

Tara asintió con la cabeza, y seguidamente intercambiaron de puestos.

- ¿Más tranquila? Igual, también me gusta estar en la ventana, aquí puedo ver mejor a las...- Eduardo hizo una pausa al observar esa persona a la cual el decía que era imposible encontrarse en el camino- ay no...- dice en voz baja.

Eduardo empezó a rezar para que el chófer no detuviera el autobús, pero fue en vano, si paró.

Tratando de mantener la serenidad habló con Tara - escúchame atentamente. Ponte la capucha, tapa tu rostro lo más que puedas y pon tu cabeza sobre mis piernas fingiendo dormir -

- ¿Que por qué?-

- es tu abuela se está subiendo- Tara sabía que Eduardo era incapaz de jugarle una broma se ese tipo. Por lo que no dudó en hacer lo que le había dicho.

En el autobús no había puestos libres, esto se lo advirtió el chófer a la señora y a otras personas que también subirian, pero ninguno le dió importancia y subieron.

Cómo si no fuera suficiente, la señora se estuvo justo frente al los asientos de Tara y Eduardo.

La señora observó a Eduardo y también a la chica "dormida" en sus piernas.

Pero no todo estaba bajo control, la señora se dió cuenta que el bolso de la chica era indentico a el se su nieta. Sabía perfectamente que muy bien Mu personas podrían tenee uno igual, pero por su horrible forma de ser empezó a sospechar.

Eduardo se estaba poniendo nervioso ya que sentía la intensa mirada de la señora.

Pero un milagro los salvó.

-señora tenga mi asiento - se escuchó a un chico detrás. El mismo chico al que Eduardo le había regalado el Doritos.

El avisó al chófer que ese era su destino. Al pasar junto a los asientos de Eduardo y Tara, Eduardo le dijo en voz baja "gracias" y el chico solo le guiñó un ojo.

R.R (Relatos Random)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora