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En el colegio me llamaban un otaku promedio, se reían de mi y herían mis sentimientos. Yo no era un otaku promedio, me duchaba todos los días (casi) y el único anime que veía era doraemon. Doraemon era tan sexy, tan provocativo. Haría lo que fuera para tenerlo a mi lado, que sea mío. Recuerdo pasar horas esperando a verlo en la pantalla de mi televisor, lo mejor es que lo pasaban a las 6 y mi madre no estaba en casa. Eso me daba la libertad de tener todo el placer que quisiera. No tenía mucho tiempo para venirme, sus capítulos eran muy cortos y lo único que nos separaban a él y a mi era una simple pantalla. Ojalá mi mano fuera reemplazada por la suya. Que deliciosa sensación siento al imaginarlo tocándome, sus manos blancas deslizándose por mi cuerpo, haciéndome sentir escalofríos. Cuando me pongo a pensar en el no puedo parar, me pregunto que guarda en el bolsillo que lleva, quisiera ver que hay adentro, si su miembro es azul o blanco. En mi imaginación es azul y la punta es blanca, venas recorren a lo largo de ella. Solo pensarlo siento un nudo en el estómago.

​Son las 5:50 y mi madre se acaba de ir a trabajar. He estado pensando en este momento desde que desperté.

"Me tengo que preparar" me digo a mi mismo. Camino hacia el armario, pasando encima de ropa revuelta en el suelo mi habitación y quito una manta blanca de encima de una caja. La saco y me dirijo a delante de la televisión. Lo primero que veo al abrir la caja es una toalla negra, esta bastante sucia, llena de manchas blancas. Saco la toalla y la extiendo en el suelo para seguir sacando los contenidos de la caja. Ahí está, mi juguete favorito. Lo encontré en una gaveta en la habitación de mi madre y fue mi primer juguete. Siempre había usado mi mano pero no era suficiente. El juguete ayuda pero honestamente solo quiero sentirlo a el dentro de mi y que se venga dentro de mi. Vuelvo a la caja y saco un cepillo de dientes eléctrico, una foto de Doraemon que uso cuando no pasan capítulos y un cinturón de cuero. Adoro ese cinturón, a veces me gusta atarlo a mi polla y deslizarlo arriba y abajo, cierro mis ojos y me imagino el culo de Doraemon en frente de mi, lo imagino temblando y rogando que le deje venirse.  Le doy nalgadas y escucho como gime, el sonido me pone demasiado.

Otras veces uso cinturón para pegarme latigazos imagino que el me tiene atado, mis manos sobre mi cabeza entrelazadas en un nudo hecho con una cuerda. El ardor no duele, me da placer.

Ojalá dejar de venirme por ilusiones que solo pasan en mi cabeza y que todo fuera real. Quiero ser suyo, quiero que me haga suyo.

doraemon y rubiusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora