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  Su puño arremetió contra mi mejilla, rabioso. Por dentro podía sentir como una muela se desprendía de su lugar, y por fuera, quedando inconsciente, los gemidos de sopresa del circulo de gente que nos rodeaba, se quedaban cada vez más lejos, y, la gravedad poco a poco me dejaba caer.

  Desperté en la enfermería de la escuela, mi mejor amigo estaba a mi lado, molesto y refunfuñando de frustración, pues no le había hecho caso, el me dijo que dejara de insistir, y, el golpe que me había llevado por no obedecer su sabiduría, era prueba de mi terquedad, a la vez, la razón de su frustración.

  —Te dije que la dejaras en paz. Te lo mereces.
Señaló el golpe con su dedo indice, y el ceño cada vez más junto.

  —Si sigues así de enojado, más feo serás. —dije entre risas.

  —Algún día no estaré yo para salvarte de tu propia insistencia. —se preparó para salir de la enfermería ya que había despertado—. Si papá —me mofe de su regaño paternal y el estampó la puerta en respuesta.

Planeaba seguir insistiendo, la imaginación de esa chica era algo que necesitaba para preparar la mejor fiesta de Halloween, más allá de eso, estoy seguro que debajo de esa ropa, holgada, e inseguridades, hay una figura caliente, y lista para doblegar al mundo.

Perfect DisasterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora