💙 Tres Millones 💙

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Ya era algo tarde, el ruso seguía trabajando en su oficina, revisaba algunos papeles y los ponía en orden, estaba a punto de terminar pero se dio cuenta que todavía le faltaba otro montón.

— Mierda. — Dijo frustrado.

— ¿Mierda? — Escucho una pequeña voz, mira detrás del computador encontrando al pequeño Rume sentado frente a él con un oso de peluche en manos y su pillama puesta.

— ¿Tú qué haces despierto jovencito? — Pregunta.

— Mierda. — Repite con una sonrisa.

— Нет, no decimos eso. Solo mami dice esa palabra, el la invento le pertenece a él. — Se levanta de su asiento para cargar a su hijo.

— ¿Por qué estas aquí? — Pregunta mirándolo.

— Porque tengo un mierdero de cosas que hacer aquí. — Rume lo mira divertido. — Quiero decir, tengo mucho trabajo de mierda, ¡digo! Tengo que terminar de trabajar. — El pequeño ruso suelta una risa. — ¿Y tú que haces aquí? —

— Vine a acompañarte. —

— Muy lindo de tu parte, pero tienes que ir a dormir. Hay cosas importantes que hacer mañana, y por favor no le digas a tu madre que me viste trabajando en la noche. —

— ¿A cambio de ir por una paleta? — Dijo sonriendo.

— Y eso es soborno, que bonita palabra. ¿De qué la quieres? —Pregunta apagando la computadora para salir.

— De mango. —
























— Deja te limpio. — Rusia limpia con la manga de su playera el rostro manchado de Rume. — Ahora si a dormir. — Dijo levantándose de la cama ya que ambos estaban acostados en la cama del menor.

— Cuéntame un cuento. — Dice deteniendo al ruso de salir de la recamara.

— Un cuento. — Repite suspirando volviéndose a sentar en el suelo a un lado de la cama. — Ah, erase una vez Rume, se durmió, fin. —

— Ese cuento no me gustó nada. — Dijo con algo de enojo.

— ¿Qué? ¿Por qué no? Es tu cuento favorito. — Menciono terminando de comer su propia paleta helada. — Te amo mil. — Dice acariciando su cabeza, se para y apaga la luz de la pequeña lámpara de noche.

— Yo te amo tres millones. — Dice tallandose uno de sus ojos. Ante lo dicho el eslavo muestra una pequeña sonrisa.

— Wow, tres millones, eso es una locura. — Murmura para sí mismo. — Ahora duérmete o vendo tus juguetes. —

— Jejejejeje. — Ríe antes de acomodarse entre las cobijas.

— Buenas noches. —

— Buenas noches papi. —

Rusia sale de la habitación para luego dirigirse a la sala de abajo, encuentra a México viendo una de sus novelas en la televisión.

— No es por nada, pero el me ama tres millones. — Dice sentándose a un lado del latino captando su atención.

— Jajaja wow. —

— Su amor por ti va de los cien mil al millón. —

— Ja si como no. — Responde con sarcasmo.
























Countryhumans CortosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora