La arquera & la espia- Kate Bishop/Yelena Belova

Tenedores.

Kate Bishop no tiene tenedores en su casa. Esa es una de las primeras cosas que Yelena Belova la temida asesina se da cuenta al entrar al apartamento del arquero por primera vez.

— Es que vivo sola.— Dice de forma obvia mirando como sostiene la pequeña olla llena de macarrones con queso.

— Bueno... Deberías de tener más cubiertos.— Se encoge de hombros la rubia.

Luego de aquella extraña conversación donde le confiesa que es hermana de Natasha Romanoff y la pequeña pero intensa pelea en el elevador no vuelven a verse hasta después de año nuevo.

Kate estaba en un bar con sus amigas de la universidad intentando sentirse un poco normal luego de pasar todo un mes con un vengador y peleando con la banda del chándal. Sus amigas; Samantha y Katie estaban besándose con un par de gemelos pelinegros. Ella rodó los ojos incomoda jugueteando con el borde de su cóctel.

— Kate Bishop.— La voz con aquel acento Ruso le hace girarse. Yelena Belova estaba frente a ella con un hermoso vestido casual negro bajo un abrigo del mismo color. Su cabello no estaba trenzado solamente alaciado sobre sus hombros. Las puntas ahora son rosas.

— ¡Yelena!.— Se sorprende.— ¿Qué haces en New York?—. Aunque no quiere evitarlo, la emoción y sorpresa pintan su cara.

— Bueno, luego de que mi misión de asesinar a Barton fuera inútil decidí venir de nuevo para disfrutar el viaje. Lamentablemente Spiderman dañó la nueva estatua de la libertad así que me quedé sin muchos lugares. ¿Puedo?—. Pregunta señalando el taburete.

— Claro, claro. Yo... Disculpa, si, si.— Kate sonríe. Yelena tomó asiento ordenando una botella de vodka y dos vasitos.

— Ten, vas a beber alcohol de verdad.— Le sirve un trago.

— ¿Quieres asesinarme?—. Se burla antes de tomar el vaso y darle el trago. El alcohol quema su garganta deliciosamente.

— Kate Bishop. Si quisiera asesinarte....

— Ni siquiera podría darme cuenta.— Termina Kate la frase. Eso hace reír a Yelena puramente. Que risa tan hermosa tiene, piensa Kate.

— En efecto.— Sonríe.— ¿Qué hiciste para navidad y año nuevo? Se que metiste a tu madre a prisión.— Murmuró tomando su trago y sirviendo otro.

— Lo pase en casa de los Barton. Fue muy bueno estar con una familia de verdad.— Responde sin pensar que eso podría dañar a Yelena.— ¿Y tu?—

— Me fui a Ohio por unos días. Quería pasarlo con Natasha.— Yelena pasó ambos días en la tumba vacía de su hermana.

— Oh.— Kate se queda callada. No sabe cómo manejar el dolor ajeno, ni siquiera el de ella. Kate también había perdido a su padre hace años y aún dolía.

Una llamada entró al teléfono de Yelena. La rubia respondió en idioma Ruso.

— Tengo que irme. Gracias por aceptar el trago.— Dejó caer un fajo de billetes en la mesa.— Casi lo olvido, ten.— Le tendió una cajita de terciopelo con el nombre de "Ohio". Kate confundida lo abrió; Un tenedor con un mango lleno de dibujos relacionados al estado.

Estaba hermoso.

— Muchas Graci...— Cuando se dio cuenta Yelena ya no estaba.— Claro, asesino silencioso.

*

Kate no vuelve a saber de Yelena hasta un mes después en su apartamento. Había regresado de un entrenamiento exhaustivo en el gimnasio especial que Clint le había recomendado. Sus músculos ardían.

— Vamos, Pizzadog.— Dejó entrar al cachorro para liberarlo de la correa. Una brisa fría envolvió su apartamento así que desenfundo su arco y una flecha.