𝐈𝐈. 𝐓ransylvania.

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video por si acaso wattpad lo borra de multimedia:

nulos diálogos. mayor narrativa, con este tema que a la autora le fascina. rápido ya que al ser un one shot no puedo extenderme tanto o siento que se aburrirían.

 rápido ya que al ser un one shot no puedo extenderme tanto o siento que se aburrirían

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El viento era frío. La nieve caía con lentitud sobre los hombros descubiertos de aquella joven, quién, incrédula, merodeaba por el oscuro bosque.

No era algo nuevo. Aquella práctica ya lleva realizándose desde hace meses, pero aquella noche, todo era distinto. No solo por el ambiente tan pesado que se sentía, sino por la inquietud de los lobos aullando en las lejanías.

_____ acomodó nuevamente su capa, colocándose el gorro de la misma. La oscuridad tomaba terreno demasiado rápido y aunque la joven pensara que su única compañía era la luna, se encontraba muy equivocada.

No muy lejos, cierto muchacho de cabellos castaños iba siguiéndola. Sus huellas no se marcaban en la nieve, sus vibrantes ojos azules asemejaban a un par de pequeñas llamas y sus blancos colmillos esperaban a tener un cuello donde enterrarse.

A pesar de la cercana lejanía entre ambos, no eran unos extraños. No, claro que no.

Eran amantes.

Dios los perdone, pero los matrimonios arreglados en aquellos tiempos, eran una tortura para ciertas damas, entre ellas: _____ Roosevelt.

No se había enamorado de otro hombre, ¡Ni siquiera de un hombre en realidad! Sino de una criatura tan sádica, que disfrutaba de salir en las noches a por algún niño travieso que no entrara a la casa cuando su madre se lo ordenaba.

Dipper Gleeful, había codiciado la vida eterna debido a su constante terror a la muerte, y, ya conseguida, durante siglos la consideró una maldición, pero no todo es para siempre.

Observó como la azabache entró a su sitio de encuentro: una vieja iglesia abandonada, casi en ruinas.

La puerta crujió ante la intromisión de la fémina, quién miró alrededor, buscando a aquel muchacho.

—¿Dipper? –llamó en voz alta. Nada iluminaba el sitio, ni siquiera la tenue luz de la luna, pues pareciera que aquel lugar fuera prohibido para ella.

Entonces, las velas se encendieron al mismo tiempo y detrás de la chica, una figura se dejó ver, haciéndola girar.

—Llegaste. –comentó el castaño.

—Fue difícil..., Will comienza a darse cuenta que algo está pasando. –confesó, negando—. No creo que podamos seguir con esto, Dipper.

El mencionado colocó su dedo índice sobre sus labios, sonriéndole.

—Mi pequeña..., te preocupas demasiado... –comenzó a decir, retirando con delicadeza aquella capa, dejándola sobre alguna de las viejas bancas que aún se mantenían en pie—. No lo hagas más, yo me haré cargo de todo. –se inclinó, dejando apenas un corto beso sobre los labios ajenos—. Déjame liberarte de tu dolor, matar a lo que te aflige.

—No es tan fácil, yo no podría dañar a Will. Fuera de todo, es un joven muy educado y atento.

El castaño la rodeó, depositando pequeños besos en sus hombros ya descubiertos, subiendo con lentitud hasta su cuello, depositando una pequeña lamida.

Tan concentrado estaba, que las palabras ajenas lo hicieron molestar y por un momento, sus orbes azules cambiaron a un llamativo rojo carmesí.

—Tal vez tú no puedas hacerlo, pero yo sí.

—No vayas a hacerle daño, Dipper.

—Oh tranquila, él no va a sentir nada.

Sin previo aviso, _____ sintió un agudo dolor en su cuello. El ardor no tardó en aparecer y a pesar de que intentó empujar la cabeza del castaño, no tuvo éxito alguno.

La sangre abandonaba su cuerpo a una velocidad impresionante y pronto su vista se volvió borrosa. Sus labios presentaron cosquillas, al igual que todo su cuerpo y sus piernas terminaron por flaquear.

. . .

Tres días. Habían pasado tres días.

El estado médico de la joven Roosevelt empeoraba. Fiebres altas, sudor frío, constantes alucinaciones y una insaciable necesidad sexual que anhelaba combinar con el sabor de la sangre.

Cada noche, cuando todos la dejaban sola y dormida, Dipper Gleeful ingresaba por la ventana, dispuesto a saciar hasta la última gota de los deseos de su amada.

Una mordida nueva aparecía en la anatomía de la azabache y sus familiares buscaban desesperados a la serpiente responsable, sin saber que dicha criatura los observaba día y noche sin descanso, burlándose en sus caras.

Una semana después, el estado de _____ comenzaba a mejorar, no del todo, pero ya podía mantenerse en pie y dar algunos pasos.

Justo en ese instante, se dirigía al estudio de su esposo, donde momentos antes, había escuchado un alboroto.

Bajó la mirada al sentir sus descalzos pies mojados, notando como estaba sobre un espeso líquido rojizo. Sin prisa, abrió la puerta, mirando a su prometido en el suelo, sin un signo de vida, mientras que, sentado sobre el escritorio, se encontraba Dipper Gleeful.

La observaba con una sonrisa tan inquietante, pero a _____ no le asustó.

—Dijiste que no sentiría nada. –habló la chica.

—Creo que CASI no sintió nada, cariño. –se acercó, tomándola de la mano—. Tu transformación está casi completa. Vámonos, cariño...

—¿A dónde? –susurró, mirándolo.

—Lejos. Hagamos nuestra vida en otro lado. Solo nosotros dos.

Sin esperar respuesta, el castaño tomó a la joven Roosevelt en brazos, saliendo de aquella residencia en medio de la noche. La cubrió con una sábana debido a la cantidad exagerada de nieve aquella noche.

Los lobos se acercaron, aullando, algunos entraron a la casa buscando el festín que Gleeful les había ofrecido, mientras otros, los acompañaron hasta el antiguo hogar de aquella nocturna criatura.

Ahí, ____ terminaría su transformación y ambos estarían juntos, por toda la eternidad.

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⏰ Última actualización: Mar 08, 2023 ⏰

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