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Todo empieza un día común donde planea escribirle a Ken una tarjeta de cumpleaños.
- Abre tu mente, ¿qué sientes?
Todos los implementos necesarios están disponibles en la mesa, cabe decir que en su cabeza también hay muchas cosas.
- Lo quiero.
Solo dos palabras, parecieran tener un significado grande, pero para Manjirō Sano estas no son suficiente.
- ¿De verdad? - Baji Keisuke, la única persona en quien confiaría tal secreto ahora le pregunta eso, por lo cual empieza a dudar al respecto aún teniendo asegurada la respuesta.
- Es de verdad. - asume que es cierto, nunca mentiría sobre eso, sin embargo, no va a aceptarlo de una manera tan sencilla.
- Entonces, escribe eso. - es alguien práctico a diferencia de su compañía, en definitiva lo escribiría de ser necesario, no solo proveniente de su propia sugerencia sino que también por mera inercia, y no se cansaría de decir lo mismo una y otra vez hasta el final del dia.
- Grosero, no escribiré esa estupidez. - cuando se trata de Draken, el hecho de no hacer las cosas relativamente bien hacen de la situación el peor escenario imaginable.
- Vamos... es muy simple. - observa el brillo en abundancia esparcido sobre la mesa, donde también hay una suma de papeles de distintos colores junto con montones de lápices de punta fina que aún no son usados, preguntándose qué será de ellos. - Así lo haría yo. - tomando una hoja, coge un plumón y dibuja un corazón, pintándolo alrededor y escribiendo con letra deficiente un mensaje.
- Está genial. - toma la tarjeta con desinterés, la ve con precisión y descubre que su amigo es experto en aquello que no le parece interesante. Observa la obra desentendida, pareciéndole aceptable, tal vez familiar, no obstante, hay algo que aún no le gusta en ella.
- ¿Lo es? - afilando los dientes de forma involuntaria, muestra una sonrisa. - Obvio que sí lo es.
- Sí, pero no lo suficiente. - deja caer la tarjeta encima del mesón. - No es inteligente.
Deshaciendo el gesto, Baji llega a la conclusión de que Mikey ha perdido la cabeza, y se queda mirándolo.
- No tiene que serlo. - pese a dudar de sus habilidades por un segundo, ahora sostiene la tarjeta de cumpleaños, orgulloso por el resultado. - Solo tiene que ser sincero, ¿cierto, Emma?
Sentada sobre el sofá, Emma permanece inmersa en el juego del tetris, incapaz de tener siquiera una idea acerca de lo que está ocurriendo ni mucho menos sobre la conversación de estos dos individuos. Jugar es mucho más interesante.
- No lo creo. - mientras tanto, es este otro quien responde a su pregunta, llamando su atención. - Tiene que ser sin dibujos o pensará que soy un tarado. - por el contrario, Baji pierde el total de su miserable paciencia.
