Parte única.

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La sala común se hallaba un poco más vacía de lo normal, tal vez porque eran casi las tres de la mañana. El trío de oro se encontraba en unos de los sillones frente a la chimenea, dónde una pequeña llama los calentaba del invierno en el castillo.

—Harry, te juro que estoy haciendo mi mayor esfuerzo en esto, pero él no pone de su parte.—Ron Weasley se quejaba por milésima vez en el día de Draco Malfoy, el nuevo novio de su mejor amigo.

—Como mejores amigos de Harry debemos intentar llevarnos bien con Draco, Ronald.—lo regañó la chica del grupo, Hermione.

—¿Ahora lo llamas Draco?.—le preguntó el pelirrojo a su amiga.

—Ese es su nombre ¿no?.—Respondió ella.

—Ron, aprecio que quieras llevarte bien con el, en serio lo hago, pero debes relajarte, siempre estás mirándolo feo.—dijo esta vez Harry.

—Harry tiene razón.—habló la chica.

—Eso es porque siempre quieres estar en mi contra.—ella rodó los ojos ante la respuesta del pelirrojo.

—Es sábado por la noche, dejen de discutir aunque sea por una hora.—Harry soltó un suspiro de frustración.

Sus dos mejores amigos se la pasaban discutiendo, a todas horas, todo el día. Pero él no era tonto, tal vez algo ciego, pero no del todo. Sabía perfectamente que ambos se gustaban.

 Ron siempre hablaba de Hermione, y decía cosas muy buenas de ella cuando dejaba su enojo de lado, incluso siempre la describe ciertas actitudes de Hermione que ni el mismo Harry había notado en su mejor amiga. Por ejemplo, una vez le dijo que cada vez que ella leía hacía muecas, especialmente leves movimientos con su nariz, que suele acariciar las páginas de sus libros, que deja que su gato se recueste sobre su regazo cada vez que está leyendo sin importarle que deje su ropa llena de pelos, o esa vez cuando le dijo que el papel con el cual Hermione escribe varios de sus apuntes son de color rosa pálido, porque es su color favorito. Harry jamás se habría dado cuenta de eso. 

Su amiga tampoco se quedaba atrás, la había visto observándolo varias veces, pero de una manera distinta. No lo miraba como si estuviese mirando a cualquiera de sus amigos, como a Harry, Ginny o Neville, lo miraba diferente. En su mirada podía ver amor, cada vez que Hermione miraba a Ron lo miraba como si fuese el papel rosa pálido más hermoso que existiera en el mundo, como si fuera un libro de romance, como si las pecas de su rostro pudieran contarle la historia de amor más hermosa que ningún otro libro hubiera podido. 

—Me iré a la cama, buenas noches.—dijo Hermione una vez que estuvo cansada.

—Buenas noches.—respondieron ambos muchachos.

—¿Cuándo piensas dejar de actuar como un idiota y decirle que te gusta?.—le preguntó Harry a Ron una vez que la chica ya no estaba.

—¿Qué? No se de qué hablas.—dijo Ron de inmediato.

—Sabes perfectamente de que estoy hablando.—Harry lo miró levantando una de sus cejas.—A ella también le gustas, no se por que la tardanza.

Ron se quedó pensando unos minutos. Era cierto, le gustaba Hermione. No sabía con exactitud desde cuando, tal vez desde siempre, pero lo que si sabía es que desde ahora en más se lo haría saber. 

Y gracias a las observaciones de Harry, sus dos mejores amigos por fin se habían dado cuenta cuanto se gustaban. Y gracias a eso, a la mañana siguiente, Ron le entregó a Hermione un anillo hecho de papel rosa pálido que había hecho con sus propias manos, sin usar magia.

El sonrojo de Hermione se podía notar a kilómetros de distancia, colocó el anillo en su dedo y le dió un beso en la mejilla como respuesta, aceptando sus sentimientos hacia Ron. 

A partir de ese momento su relación avanzó. Tomaban sus manos, tenían citas en Hogsmeade, daban paseos nocturnos, se hacían pequeños regalos, Hermione usaba el suéter de Quidditch de Ron y él la acompañaba en sus lecturas, ella acariciaba su cabello con una mano mientras que con la otra sostenía un libro, y él, la observaba leer, como si fuese el anillo de papel rosa pálido más hermoso del mundo. 

Anillos de papel (Romione One Shot)Where stories live. Discover now