"Yo también estoy enamorado de ti"

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Allí me encontraba, en mi camarote, con mi ancha y rasgada camisa llena de ron y un malhablado pirata con la barba mugrienta sobre mi torso, con sus negras pupilas clavadas en mis ojos. Esa mirada era excitante, pero realmente aterradora en verdad, era como si...

-... Pudieras verme el alma. - Medio escuchó el rubio, sin llegar a entender bien.

-¿Q... qué? -Preguntó Stede a Barbanegra.

-Cuando me miras así- carraspeó -es como si... pudieras verme el alma.

Stede no sabiendo si era simple casualidad o demasiado ron, se sonrojó de tal modo que parecía un tomate recién recogido de la huerta, pero con olor a sudor y ron añejo.

-¿E-e-eso qué significa, Ed? -Rió nerviosamente intentando evitar la mirada y tragando saliva, para luego volver a mirarle a los ojos.

Barbanegra recogió con suma delicadeza la mano del rubio y la acarició suavemente con la suya, en comparación, su piel era más rugosa y estaba bastante negruzca de la suciedad, sin embargo, la de Stede era pálida, suave y estaba impecable, lo más impecable posible cuando llevas varios años viajando a la deriva en un barco de piratas.

-Creo, creo que significa -rueda sus ojos con nerviosismo, tratando de elegir las palabras correctas que reflejaran lo que sentía realmente, como había aprendido de su compañero.

-Creo que me refiero a que contigo soy un libro abierto, no soy capaz de esconderme. - Le miró entonces a los ojos, Stede estaba levemente boquiabierto y absorto en cada silaba que salía de los labios del pirata, con los ojos como platos, atento cual lince, y Edward se dio cuenta, lo cual le alentó a seguir.

-No quiero esconderme- se inclinó hacia Stede hasta quedar a escasos centímetros de su rostro- No quiero que tengamos secretos el uno con el otro, pero sin embargo eso me asusta de alguna forma -se agazapa, bajando la espalda y la cabeza, apoyando su frente en el hombro de su compañero-

-¿Por qué me asusta algo que quiero?

El rubio aposenta su mano izquierda en el cabello del pirata y empieza a acariciar cada mechón grisáceo de su compañero, con un rostro de consternación, al verle en tal situación.

-Creo que lo que te asusta es ser vulnerable, lo cual es normal, a nadie le gusta estar en una situación de vulnerabilidad, pero a la vez es una gran manera de mostrar... -con su mano derecha libre alza la cabeza de Barbanegra, agarrando su mejilla y parte de la mandíbula, y la sitúa para hacer contacto visual, esta vez Stede tiene una tierna sonrisilla y ojos plenos de ternura hacia Ed.

-Que eres una persona muy fuerte y muy valiente. -Barbanegra empieza a sonreír un poco más mientras asiente suavemente

-Yo soy todo eso, sí.

-Y que eres una persona... enamorada. -Alza ambos hombros, avergonzado de haber dicho esas palabras que durante muchos años no tuvieron realmente significado alguno hasta ese momento.

Barbanegra frunce levemente el ceño, mirándole, a lo cual Stede reacciona con nerviosismo, echándose hacia atrás, verbalmente hablando

-Oh! ¡Eh..! ¡Me refiero, a enamorada de la mar! ¡O de arrancar dedos! Se puede uno enamorar de tantas cosas -ríe nervioso, mirando alrededor, pensando que lo que había dicho estaba fuera de lugar, o igual habría incomodado al pirata, que era más cerrado y no hablaba nunca de sus sentimientos.

-Stede- Dice Barbanegra en un tono notablemente más alto para que el rubio le escuche, a lo cual reacciona parando de hablar y volviendo a mirarle.

- ¿Ed? -Tiene una sonrisa temblorosa en los labios y un leve sentimiento de arrepentimiento

-Estoy enamorado de ti.

El silencio se hizo en la sala, solo dos piratas muy puto gays y muy puto enamorados mirándose entre sí con una sonrisa pilla, acaramelada, en sus caras. Stede esbozó una sonrisa inocente y sonrojada y acarició la cara del pirata mientras se acercaba a sus labios.

-Edward Barbanegra Teach, yo también, yo también estoy enamorado de ti. -Barbanegra asoma una sonrisa amplia que culminará en un delicado beso sobre los labios de Stede, esa persona que le robó el corazón desde el primer momento que le vio abrir los ojos, medio herido, y medio desnudo ciertamente, en su camarote; Con esa melena rubia despeinada y esa piel tersa y cuerpo perfecto, que ansiaba poder poseer cada día que pasaba más y más y, esa noche, sería la noche.

La mano de Barbanegra se situaba en la mejilla de su amante, su mirada cálida

-Tenía muchas ganas de hacer esto -Dice esbozando una sonrisa pura, como la de un niño pequeño que acaba de abrir su regalo de navidad.

Stede apoya su tez contra la palma de la mano de Ed, acurrucándose en ella, mirando al infinito

- ¿Sabes que nunca me había sentido así? Nunca me... -rueda sus ojos hasta encontrar los de Barbanegra- había enamorado de verdad de alguien, nunca había sentido unas emociones tan... abrumadoras, ni un ansia de estar tan cerca de alguien todo el tiempo; Nunca había sentido un hormigueo extrañamente agradable cuando te veía aparecer, ni un miedo atroz capaz de asfixiarme con el simple pensamiento de poder perderte, o simplemente que encontraras a alguien mejor que yo, a un auténtico pirata por ejemplo, no como tu amigo, que, con perdón, era un fucking capullo, pero, ya me entiendes...

-Stede – Barbanegra agarra con ambas manos la cabeza de su compañero, mirándole con más seriedad, esa que le caracteriza. -Eres la mejor persona que he conocido en mi vida, y la mejor que conoceré en cualquier vida siguiente, eres bondadoso, sincero, inteligente, cuidas a tu tripulación como un padre, eres divertido, eres... atractivo, para qué negarlo, pero sobre todo, eres una esperanza para este mundo, he visto la pura maldad, la perversidad de este mundo enfermo, y tú eres... un haz de luz que ilumina la mugre y deshace la putrefacción de la madera allá donde pisas, templas la gélida brisa marina que podría entumecer tus extremidades, ni la más brava marea puede contigo, eres... Eres Stede Bonnet, el caballero pirata.

A Stede le empezaron a derramar lágrimas por el rostro y hundió la cabeza entre sus hombros, tratando de contenerse el llanto, mordiéndose el labio tembloroso.

-¿E-estás bien? ¡Stede!

-Es... Es lo más bonito que me han dicho en mi vida. —Tragó saliva, calmándose un poco—Te quiero. -Stede, como un adicto, volvió a besar a Barbanegra, el cual le acogió entre sus brazos y se hundieron en un abrazo que duraría toda la noche y, por qué no, toda la eternidad.

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