CAPÍTULO 1

2 0 0
                                    

          El cómo terminé trabajando en una empresa coreana no es algo del otro mundo, la mayoría de las grandes maquiladoras en la frontera del país son procedentes de Corea del Sur, por la sencilla razón que México significa mano de obra barata, pero con calidad, así como la cercanía con uno de sus compradores y distribuidores de productos más grande. Pero el cómo terminé trabajando en una empresa coreana en Corea, bueno eso es un poco más random y no tan usual.

          Al terminar la carrera el mundo no se encontraba en su mejor momento, estábamos a mitad de una pandemia, con el Jesús en la boca todos los días, sintiéndonos como arbolitos de navidad guardados casi desde febrero a diciembre y claro sin garantía alguna de que esto fuera a tener un cierre de algún tipo en algún momento cercano. Solo había algo seguro, debía conseguir un empleo, relacionado con la carrera, pero claro que las empresas se negaban a tal cosa, ninguna maquiladora se quería arriesgar a contratar a un recién egresado y que se enfermara estando con contrato firmado con ellos, así que quedaba la segunda opción, seguir estudiando una maestría, lo cual logré conseguir, pero después de unos meses dentro me di cuenta que realmente eso no me hacía feliz realmente, no era lo que estaba buscando para mi en ese momento y comencé a trabajar en una pequeña cafetería al principio y luego en una empresa relacionada a las semillas y granos en otra ciudad cercana.

          Cuando envié mi CV a HYBE había sido en broma en realidad, no tenía demasiada experiencia laboral, solo un par de meses y ni siquiera en algo tan grande como podría llegar a ser el puesto al que había mandado mi CV, por mi mente al enviarlo solo pasó un "Hazlo por la anécdota", "El no ya no tienes", "Vida solo hay una", "Si no es ahora, ¿Cuándo?", "Si no soy yo ¿Quién?", prendí una veladora para que se me hiciera el milagro, milagro que no pensaba que ocurriera y que me sacó un grito que debió escuchar hasta mi mejor amiga a tres horas de distancia.

           Después de revisar por mi misma como cinco veces el correo y que mi roomie a la cual había asustado con mi grito mientras llegaba al departamento también lo hiciera, pude confiar en que era real, en verdad tenía un correo que decía que debía presentarme en Seúl en cuatro semanas para una cuarentena de una semana, ya que preferían prevenir después de la pandemia quienes entraban al país, tenía cuatro semanas para mover toda mi vida al otro lado del mundo, conseguir la visa de trabajo la cual dijeron que me ayudarían a conseguir, ayudar a mi roomie a conseguir a alguien más, mencionarlo con mi papá para que no lo agarra de sorpresa, compra de vuelos, conseguir un lugar para vivir allá, entre muchas cosas más, yo no estaba lista para esto.

           Las vueltas que tuve que dar para poder irme fueron agotadoras, tenía que ir tanto a la capital del estado como a la Ciudad de México a arreglar cosas, por lo menos me habían dicho que no tenía que preocuparme por dónde vivir cuando llegara después de salir de la cuarentena, que tenían un lugar para los empleados extranjeros que contrataban donde vivían durante los primeros seis meses para que se adaptaran a la ciudad y lograran encontrar un buen lugar para vivir o la menos uno decente.

          – Entonces otra vez vamos a pasar de vernos casi diario a otra vez vernos en meses como con la pandemia, es real, en verdad te vas con como quince horas de diferencia de aquí, y lo más importante de todo no me llevas. – Me dijo mi roomie mientras esperábamos que fuera la hora de pasar a la sala de espera para tomar mi vuelo a la CDMX.

           – Si puedes soportar ver lives del Onew con esa diferencia horaria yo no le veo problema señora. – Le dije mirándola con cara de se que me amas.

          Esperábamos a que Dania llegara para despedirme de ella también, mi tía y mi papá estaban a un par de sillas de distancia, podía ver en sus caras que no creían que me iba a ir más lejos de lo esperado, que no estaría como mis hermanos y mi primo a un avión de distancia, sino que estaría al menos a dos y uno de ellos era un vuelo de más de diez horas, con un horario muy diferente, en un país completamente extraño.

          – Lamento llegar tarde preciosa. – Dijo una agitada Dania a nuestra espalda. – Había un choque casi a la entrada para la salida al aeropuerto y el uber no podía pasar, me vine corriendo ese tramo.

          – No te preocupes. – Le di mi agua, mientras ella se sentaba para recuperar el aire tras la corrida que había pegado.

          Era momento de despedirse y fingir que no tenía ganas de llorar, así como no tenía tremendo miedo de con que me iba a topar cuando llegara a Seúl. Prometí avisar cuando llegara a cada uno de los aeropuertos, así como cuando llegara a donde haría la cuarentena.

          Me perdí en el aeropuerto de la CDMX porque mi segundo vuelo salía de la otra terminal, ese último vuelo no fue el mejor siendo sincera, aunque aún poseía esa habilidad de quedarme dormida en cualquier lugar con facilidad, lo cual agradecí bastante, llegué medio torcida de todas partes y con ganas de tirarme de un edificio, pero al menos había llegado.

          Al salir de aeropuerto había un chofer de la empresa esperando para llevarme a donde haría la cuarentena, al menos no me perdería por ahora en las calles de Seúl, subir las maletas hasta el departamento que sería "mi hogar" por ahora había sido complicado pero mi tiempo de foránea en la universidad había sido útil.

          Decir que pasar esa semana encerrada sola, sin contacto humano fue difícil sería mentira, me encantaba no tener que interactuar con personas más que lo justamente necesario en la mayoría de los casos, pero no todo dura para siempre, ahora me dirigía a la empresa con todas mis cosas en una minivan que habían enviado por mi.

          Pensé que era un chiste cuando Jessi dijo en su programa que tardó media hora en entrar a Hybe con un gafete de visitante, pero no era broma, había demasiados filtros para entrar, al parecer eran menos que antes con los protocolos que tenían del covid, pero aún así casi hasta me habían tomado las huellas digitales.

          En la oficina de RRHH me topé con una sorpresa que no esperaba, algunas clausulas de mi contrato habían cambiado, ahora bien, aún tenía que apoyar en algunas cosas relacionadas a la logística, distribución y cadena de suministro, parecía que ahora era algo parecido a una asistente personal para alguien, pero realmente no tenía para donde hacerme, básicamente había vendido casi hasta los calzones para llegar ahí, no podía irme sin tener de regreso como mínimo lo que había invertido y otro trabajo aparte.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 06, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Adulto independienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora