One-Shot

332 36 9
                                    

El clima era frío, la nieve caía en la cabeza del pelinegro quien estaba sentado en los bancos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El clima era frío, la nieve caía en la cabeza del pelinegro quien estaba sentado en los bancos. Kakucho disfrutaba de su soledad, el silencio es algo que le resultaba fascinante, pero ese día se sentía raro. Sentía que le faltaba algo.

El vacío en el pecho de este, era demasiado notable y nunca supo el porqué. Al pasar de los años se acostumbro a sentirse apagado en el invierno, en donde la nieve caía y se sentía frío.

A veces escuchaba voces, otras veces veía figuras en donde no reconocía del todo quienes era.

La primera vez que mencionó sobre sus 'alucinaciones', su madre decidió llevarle a que le dieran ayuda profesional, cosa que no resultó ya que el doctor a cargo dijo que el pelinegro estaba en perfecto estado.

Los años pasaron, y llegó la vuelta al estudio. La familia del pelinegro decidieron mudarse a Tokio, como consecuencia, el pelinegro quien nunca estuvo allí tendría que comenzar desde 0.

Al pensar que el día siguiente tendría que entrar a una aula lleno de adolescentes hormonales, el pelinegro se puso muy nervioso. No le gustaba las presentaciones, era algo que siempre odiaba. En especial la parte de “di que es lo que te gusta, y que no”, para el, eso se resumía a si le aceptarían dentro de su grupo o no. Si decía algo aburrido, entonces pasarían de él, si decía algo interesante que tuvieran en común, alomejor le aceptarían.

Kakucho suspiró cansado una vez más. Revisó una vez más si tenía todo listo y seguidamente se dejó caer en su cama. Decidió que era mejor irse a dormir ya antes de que pudiera tener más remordimientos, o preocupación.

Kakucho estaba a punto de entrar a la aula que le tocó, detrás del profesor. Una vez que puso el pie dentro de esta, se sintió muy sofocado y se sonrojó inmediatamente mirando hacia abajo cuando notó que todos los ojos se posaron en el.

Siendo la vuelta después de vacaciones de verano, nadie avisó que llegaría alguien nuevo. Los rumores comenzaron a recorrer muy rápido. En especial tratando de su apariencia, quien tenía ojos con heterocromía, algo inusual para los alumnos. También hubieron rumores en donde decía que era miembro de alguna pandilla, mafia, y una larga lista más. Su apariencia no hacía gran aporte, si bien es cierto que a muchos les precia atractivo, pero era imponente y mostraba autoridad o eso creían.

La suerte estando de lado de Kakucho, fue el profesor quien le presentó y le dijo directamente que se sentará al lado de un alumno albino.

—Hey.. ¿Son lentillas?

Izana sentía gran curiosidad por el pelinegro, mucha. El peliblanco pudo notar el sonrojo del contrario cuando entró por la puerta, le causó cierta ternura.

—No, no lo son. —Kakucho respondió un poco a la defensiva, ya que no estaba acostumbrado a establecer conversación tan inofensiva.

—¿No? ¡Pues son muy lindos tus ojos! —gritó mientras tocaba un poco el cabello del contrario con descaro y sin aviso alguna. —¿Cual es tu nombre?

El profesor por suerte, ya se fue dejándolos en el recreo.

—Kakucho Hitto. —el pelinegro respondió un poco sorprendido por el contacto físico. Para el no pasaba desapercibido la belleza del contrario, quien tenía piel morena y un cabello que hacía contraste con esta. —¿y el tuyo?

—El mío es Izana Kurokawa. ¡Te llamaré Kaku! A partir de ahora serias mi siervo, y yo tu rey. —declaró, con voz firme.

—¿Esta bien..? —Kakucho se sentía aturdido, no sabía como reaccionar ante ello. Por ende, se dejó arrastrar por Izana, quien ahora se declaró su rey.

Los dos corrieron por los pasillos hasta encontrarse con un pequeño grupo de amigos.

—¡Izana! ¿Que te dije de obligar a las personas irse contigo? No esta bien, de seguro el pobre está incómodo. —una rubia, quien estaba delante de los dos, fue la primera en hablar y regañar directamente al peliblanco.

—Uh.. Estoy bien. —para Kakucho era nuevo estar rodeado de tanta gente que le prestará atención, pero por suerte no se sintió del todo incómodo, la mano de Izana seguía en su brazo.

—¿Ves Emma? ¡No lo obligue! Además, ahora es mío. —sonrió orgulloso de si mismo.

Detrás de la rubia, se encontraba un chico con estatura baja seguido de otro quien era considerablemente alto. El más bajo se estaba riendo y echando leña, para que la rubia siguiera regañando al moreno.

—¿Y este escándalo? —la voz provenía de Mitsuya, quien venía seguido de Hakkai.

Poco a poco se reunieron los demás miembros del grupo, y hicieron que Kakucho se sintiera a gusto dentro de esta. El pelinegro sintió que no podría ser tan malo el año, disfrutó de la charla y estableció inmediatamente amistad con todos, en especial con su rey.

Años pasaron, y la amistad de todos seguían presente. Este año, para Navidad, decidieron reunirse todos para celebrarlo.

—¡KAKU! Mira lo que me compré ¿es lindo? —Izana iba corriendo hacia el pelinegro y saltó sobre el, haciendo que se tambaleara un poco, quien recobró enseguida el equilibro ya acostumbrado.

—Es muy lindo.. —Kakucho se encontraba embobado viendo el pendiente, la cual tenía una forma rectangular con pequeños símbolos dentro, se sintió extrañamente nostálgico. —es..

El pelinegro comenzó a toser fuertemente mientras su cabeza palpitaba demasiado. Varias imágenes entraron en su cabeza, dejando libre a su visualización de esta.

Al principio no entendió que significaba, no entendió por qué la persona quien siempre estuvo en sus visiones, era Izana mismo. Sintió un escalofrío y comenzó a temblar aún más. Las lágrimas comenzaron a caer en su rostro aún confundido.

El peliblanco, en cambio, le abrazó y le dio palmadas en la espalda con total tranquilidad a Kakucho, quien le correspondió al abrazo con más fuerza.

—No entiendo... Me duele... Iza.. —el pelinegro comenzó a murmurar cosas entrecortadas, algunas palabras ni el lo entendía. —Bonten.. No.. ¡Ah! ¡Duele! No te vayas por favor.. —Kakucho comenzó a llorar más fuerte, sintió el vacío de su interior, que cada invierno sentía, aún más.

—Esta bien, estoy aquí. —Izana sabía que le estaba ocurriendo, el también pasó por ello.

Una vez que el pelinegro se recuperó, quiso decir algo, pero lo único que apareció fue un tartamudeo. Izana, riendo suavemente, le dio un pequeño beso suave en los labios del contrario mientras aún seguían abrazados.

—Te dije que te esperaría, es hora de que dejes de ser mi siervo y te conviertas en mi reina.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 06, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

¿Espere suficiente? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora