PRÓLOGO. LOS DORADOS

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Apenas quedaban ruinas de lo que este mundo había sido. Al igual que la mayoría de las ciudades, Montere también había quedado completamente destruida y en el recuerdo de todos sus habitantes. Sin embargo, las nuevas generaciones poco a poco dejarían de hablar de ella e iría quedando en el olvido, habiendo quedado prohibido mencionar siquiera lo que la había destruido.

Para entender la historia que estoy a punto de contaros debo explicaros el mundo en el que los habitantes de Montere vivían. Nos situamos en la provincia de El Recinto, llamada así por su gente, siendo desconocido su nombre real debido a su poco uso. Dentro de la provincia de El Recinto encontramos varias ciudades como serían Montere, Nagare, La Aldea o La Gran Ciudad, siendo éstas dónde se desarrollaría la historia que estoy a punto de contaros.

Además de El Recinto, el mundo estaba formado por muchísimas provincias más como La Manzana o El Canto del Niño, ambas contiguas a El Recinto y muy importantes también en el desarrollo de esta historia.

Una vez explicada la distribución del mundo de los habitantes de Montere, habría que narrar la leyenda que entre los ciudadanos se contaban, antes de que fuera olvidada por todos ellos:

Cuenta la leyenda que, luego de un misterioso suceso, nacían algunos niños con la capidad de convertir su piel en radiante sol. 

Niños que, al tener contacto con la maldad humana, nunca morirían y podrían destruir el mundo si en algún momento quisieran. 

Niños que, al expandir su sol a sus ojos, perderían todo rastro humano de su ser, y comenzarían una destrucción que no acabaría hasta ver erradicada la maldad de los humanos. 

Dicho esto, querido lector, podrás hacerte una idea de por qué el mundo estaba así dividido, y, si no es así, lo comprenderás a lo largo del capítulo. 

Contaban los sabios del mundo, que, después de un suceso desconocido, comenzaron a nacer niños con esa capacidad, niños que pasaban completamente desapercibidos y no podían ser detectados hasta que ya era demasiado tarde.  Al crecer, cuando estos niños habían sido expuestos a la crueldad humana, comenzaban a desarrollar su capacidad de destruir el mundo, un desarrollo que era imposible de parar una vez ya comenzado. 

Para prevenir que esta situación sucediera de nuevo, los sabios del mundo crearon un sistema que regiría las vidas de las personas a partir de ese momento.  Reunieron a los supervivientes de La Última Masacre y crearon provincias, provincias de las cuales sus habitantes nunca podrían salir. Su mundo sería limitado, mientras menos contacto tuvieran estos niños con el resto de humanos, menos probabilidades habría de que estos niños tuvieran contacto con la maldad y desarrollaran su personalidad destructora.

Para que entiendas, querido lector, como podían conseguir los sabios que ninguna persona habitante del Nuevo Mundo sospechara de que había más provincias, te lo explicaré. Cuando cualquier persona atravesaran el límite que los sabios habían marcado para cada provincia, aparecerían en el otro límite de ésta, como si de un mundo redondo se tratara y hubiera dado la vuelta a éste. 

Por precaución, los sabios borraron la mente de todos los supervivientes de La Última Masacre. Tenían la intención de hacerles creer que todas sus vidas siempre habían sido así, incluso crearon recuerdos falsos para ellos mientras borraban los antiguos que pudieran sustituir a los que ellos ya habían vivido. 

Como comprenderas, querido lector, todo sistema, necesita un órgano de control para que todo se mantenga en pie y acorde a la norma todo lo posible, por eso, lo sabios crearon, además, El Centro. Una institución que se situaba en el centro de cada provincia y que se encargaría de mantener a cada una de ellas bajo control, organizarla, resolver incidentes, y asegurar su autosuficiencia y prosperidad. 

Para poder comunicarse entre cada Centro de cada provincia, los sabios crearon además un método muy efectivo de transporte entre provincias del que todo habitante que no fuera un sabio desconocería por la seguridad del propio mundo. A muchísimos metros bajo tierra encontraríamos pasadizos secretos entre cada Centro de cada provincia, permitiéndo a los sabios viajar de provincia a provincia para, entre ellos, comunicarse las noticias y si algún inidente desafortunado o fuera de lo común había sucedido. 

Cabe destacar, como ya hemos mencionado anteriormente, que los habitantes del mundo luego de La Última Masacre, tenían una vida bastante normal. Los niños nacían, crecían, iban a la escuela, aprendían a cazar, a cultivar, a coser, a cocinar y a desempeñar el trabajo que por ser descendiente de su familia le había tocado ejercer. Se enamoraban, tenían niños, y vuelta a empezar. Debido a esto, ellos eran felices, ya que, dentro de lo que cada provincia podía ofrecerles, y sin conocer nada más, vivían unas vidas lo más completas que podían ser.

Debido a esto mencionado anteriormente, hacía 3000 años que no había nacido ningún niño Dorado, o por lo menos, no habían desarrollado la pesonalidad destructora. Cuando estos niños crecían y empezaban a desarrollar su personalidad que podía destruir el mundo, su piel adquiría un tono dorado brillante que acababa extendiéndose a sus ojos, volviéndose completamente dorados. Cuando esto sucedía, no había marcha atrás, la destrucción había llegado.

Ningún sabio había conseguido averiguar cuándo habían comenzado a suceder estos nacimientos, no sabían si siempre habían estado ahí o habían surgido de alguna mutación en algún momento de la historia de la humanidad o a algún suceso específico. Para conseguir parar los nacimientos de estos niños especiales, todos los sabios tenían como objetivo averiguar su origen, y pararlo. No podían permitir que Los Dorados siguieran destruyendo a la humanidad con lo que todo eso conllevaba.

Para sus investigaciones habían creado un recinto dentro de cada provincia llamado La Nave. Todo niño menor de 18 años tenía que ir en su cumpleaños todos los años a que le realizaran pruebas con las que los sabios querían comprobar si algo había cambiado en sus cerebros o en sus cuerpos que pudiera darles pistas sobre lo que podía pasarle a Los Dorados. 

Otro misterio que todavía rodeaba a Los Dorados era cómo conseguían destruir al mundo, ¿lo hacían solos?, ¿acompañados?, ¿utilizaban alguna clase de manipulación o poder mágico para conseguirlo? Nadie lo sabía, ni querían saberlo, ya que esto significaría más Dorados y más destrucción. La única preocupación desde el inicio del Nuevo Mundo de los sabios era seguir manteniendo el orden, la felicidad y el equilibrio en la vida de todos los humanos. Era esencial que una nueva destrucción masiva no llegara de nuevo ya que cada una había sido más fuerte que la anterior. 

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⏰ Last updated: Apr 06, 2022 ⏰

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