capítulo 1

24 6 0
                                    

Soy Helena Cameron tengo en este momento 20 años.

Mi vida nunca ha sido fácil, hija de una madre soltera que se desvivió hasta el último día de su vida por darme lo suficiente y asegurar al menos que tuviese una educación decente, para poder desenvolverme en la vida. Todo se complicó más el día que ella murió en un accidente de trafico hacen 3 años, y como solo éramos ella y yo, bueno supongo que solo quede yo.

Con el dinero del seguro hice lo que ella hubiese hecho, pague hasta donde alcanzo los estudios en la universidad y trabajo a medio tiempo como secretaria en un buffet de abogados, con lo que gano ahí, más mi segundo empleo del fin de semana gano lo suficiente como para poder mantenerme, y pagar mi humilde departamento con las posesiones justas y necesarias para poder vivir.

El como conseguí la entrevista y logré quedar de secretaria no es algo de lo que me enorgullece mucho hablar, ya que no fue especialmente por una recomendación o por cobrarme un favor. Más bien fue de la manera en la que me vengo manejando desde que mamá murió y aunque sé que esto seguramente hace que ella se revuelque en la tumba, no puedo no usar lo que Dios me dio a cambio de algo. Después de todo, la vida nos color de rosas, la gente no es tan buena y amable, sino te conviertes en un depredador dispuesto a hacer lo que sea para sobrevivir, te conviertes en presa, acá no hay términos medios.

Yo estaba dispuesta a hacer lo que hiciera falta para conseguir lo necesario y vivir lo suficientemente bien, usando la belleza que tengo y dado que la belleza y la juventud son efímeras, tenía que aprovecharla mientras pudiera sacarle provecho.

Desde que era pequeña a mi madre le decían lo hermosa que yo era, que su hijita parecía una muñeca, aunque no consideré tener algo fuera de lo ordinario que me hiciera diferente, luzco para mi bastante promedio, mi pelo es lacio con algunas ondas de color rubio, mis ojos son color avellana, aunque si tengo pestañas envidiables algo que más de una vez las mujeres que eh conocido me han dicho, mido ¿1,68 o 69? no lo sé, hace mucho que no me mido ni me peso, pero algo en mis rasgos llama la atención, ¿será también porque tengo la cantidad justa de trasero y busto, con mi pequeña cinturita? algo que mantengo a base del ritmo de vida que llevo, no porque haga ejercicio que de hecho soy bastante floja para eso.

En la adolescencia note el cambio que mi cuerpo tuvo y creanme los chicos también, ya no solo era una cara bonita, sino que la cara bonita estaba teniendo un cuerpo que la acompañara. Los pretendientes no faltaban, ni los admiradores o las confesiones para salir.

Mi madre siempre me dijo que mis estudios me sacarían de la pobreza y no tendría que tener necesidades, que no repitiera su historia, siempre iban a haber chicos disponibles, pero elegir un mejor futuro es algo que debe hacerse en el presente. Lo que ella no sabía era que podía sacar ventaja de como lucia para exactamente salir antes de la pobreza y necesidades, un poco antes de tener un título. Algo que nunca considere una opción hasta que ella murió. Primero comenzó como una solución al tener algo que comer, salía a citas y hacia que ellos me compraran lo que necesitaba, pero al entrar a la universidad sabía que necesitaba un trabajo de verdad, uno que no necesitara atención constante y me diera tiempo de estudiar para poder graduarme, sin el peligro de un embarazo en el proceso.

 Ahí en esa firma, trabajo que conseguí luego de haberme acostado con Dante, el jefe de recursos humanos, fue que conocí a Isaac Bowen, uno de los socios. Es un hombre fornido de color, no llega a los 40 años, con unos ojos casi negros de mirada dura, bastante guapo, pero no se confunda que fuese exitoso y guapo me importaba nada, a menos que tuviese algo que ofrecerme o de lo que yo pudiera sacar provecho.

No fue hasta que me di cuenta que mi puesto de trabajo peligraba que lleve a cabo mis artimañas, necesitaba el empleo y por ende haría lo necesario para quedar en ese puesto, Dante ya no me aseguraba el trabajo y lo que en principio fue sexo, él lo estaba confundiendo con una relación, otro motivo por el cual debía asegurar mi puesto de otra manera… a mi manera.

Me convertí en su presaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora