Hora De Florecer

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Hazel observaba el árbol con atención, nunca lo había visto así. Solo le quedaba preguntarse qué le había pasado al hermoso cerezo del jardín; era final de abril, su cumpleaños había sido hace poco y las flores no habían salido muy distantes de la fecha, sin embargo, algunas habían tomado un color netamente negro.

Su abuela le había contado alguna vez que era tradición plantar un árbol nuevo para cada miembro de la familia que estuviera por nacer, y aquel cerezo era el suyo; así, lo que ocurriera con el árbol afectaría a la persona y viceversa, adicionalmente, el árbol sería capaz de describir la personalidad de su correspondiente.

Hazel esperaba que aquellas flores cayeran en algún momento, que el árbol retomara su característico color rosado, pero eso no sucedió. Después de dos semanas y media en las que el número de flores negras aumentaba, la chica decidió acercarse para verificar qué ocurría.

— Hazel... Sabía que vendrías tarde o temprano -Habló un chico con satisfacción, no era mucho mayor que ella.

— ¿Quién es usted?

— Podríamos decir que soy un familiar.

— ¿Espera que le crea?

— Escucha mis palabras y juzga por ti misma.

— Adelante.

— Vienes de un legado de samuráis -Explicó el chico parándose junto al árbol. Ella sabía que no lo conocía, sin embargo su rostro le sonaba mucho-. Guerreros dispuestos a morir en la guerra por honor, por defender lo suyo, hombres valientes que no temían hacer un sacrificio. Entonces nació la tradición: cada vez que uno de los samuráis de la familia moría en batalla, la viuda plantaba un árbol de cerezo en su honor y aquellas flores rosadas representaban la sangre, lo frágil y pasajera que es la vida.

Desde que la familia abandonó ese legado, dejaron de plantar cerezos, y los árboles de la muerte pasaron a ser los árboles de la vida.

Cada cierto tiempo se requiere un sacrificio para calmar los espíritus de los antiguos samuráis que buscan venganza por la batalla perdida, entonces la familia decide entregar a uno de sus miembros cada dos generaciones.

Las flores negras en el árbol aumentaron, cubriéndolo por completo. La fémina se alejó dando pequeños pasos hacia atrás mientras lo observaba. El chico hizo aparecer una katana de la nada, no medía más de un metro, ella echó a correr de vuelta a su casa, rogando ser más rápida.

— Las flores negras representan el miedo, la muerte también. Tú eres el árbol, ¿no es así? Esas flores son parte de ti.

— Basta. ¡Largo! -Ordenó mientras seguía corriendo.

— Ah -Suspiró-, Hazel, ¿quieres saber quién soy? -Preguntó tras aparecer frente a ella- Soy el mensajero de los samuráis, el conciliador entre vivos y muertos. Yo soy el encargado de llevar las almas a tus ancestros.

Al terminar aquellas palabras, el mensajero hizo un amplio movimiento con su arma, causando que las flores negras del cerezo cayeran y que el árbol se deshiciera en una gran nube de polvo rojizo.

Las flores rosas representan el sacrificio, las flores negras la muerte. Bienvenida al inframundo, Hazel.

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