Luz

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-MICA-

Me desperté. Maicol me miraba desde una esquina de la habitación. Sentado en un sofá. La sombra que lo tapaba dejaba ver solo la silueta de su cuerpo y la luz que poco iluminaba, resaltaba con presencia sus ojos que estaban oscuros, me intimidaban. La impresión de verlo tan lejos y sentirlo tan cerca... pero no de una manera bonita. Todo lo contrario. Me quise levantar pero noté que mis piernas estaban fuera de mi control. Me pesaban, yo me asusté mucho. Pero no le pedí ayuda a el. Por alguna razón sabia que de alguna forma, el me estaba inmovilizando. Miré para un lado y me tiré al suelo, apoyé mis dos manos y arrastre con fuerza el resto de mi cuerpo, que seguía sin responder... logre avanzar poco a poco. Al principio fue difícil,tenia temor. Terror. Me dirigí a la puerta y deje de mirarlo. Cada vez me acostumbraba más a poder conmigo misma y en un segundo de confianza mis piernas se dejaron llevar... las empecé a sentir. Me empecé a sentir. Seguí ya con más fuerzas y sin tanto miedo. Un espejo me devolvió la cara de guerrera fuerte, que en un principio no imagine mía. Detrás de mi su reflejo desde lo lejos en el mismo sitio en la misma obscuridad. Me puse a llorar. Lloré y lloré. Parecieron horas. Después me volví a ver y la boca del estomago me cosquilló. Desaté una carcajada que me enamoró. Sincera. Me puse de pie, y sin pensarlo volví a la habitación. Me acerque a él y lo abracé fuerte. Me dolió. Sentí dolor. Cerré los ojos y me dejé llevar. Lo acepte. Le agradecí. Le dejé un beso en la frente... con ese beso me despedí. El sol iluminado y lleno de energía me encandiló cuando crucé la puerta saliendo de mi casa. Caminé sin rumbo. Todo se veía con mas color de lo normal. Miré mi reflejo en una vitrina y estaba hermosa. Con un vestido azul. Empecé a correr. Me quité los zapatitos bonitos y corrí descalza. El piso no me dolía. Nada me dolía. Solo sentí un ardor en el pecho que me estremeció. Pero no me dolió. Entonces volví a despertar. Esta vez estaba acostada, Maicol dormía a mi lado. Me levanté, y fui directo a la ducha. Salí lista para prepararme algo de comer. Me rugía el estómago. Pero recordé que no había nada. Tomé agua. Y encontré una lata de arvejas en una esquina del mueble de madera. La abrí con una cuchilla y me la comí. Limpié la cosina, que estaba hecha un desastre y me fui al trabajo. Tengo que salir temprano porque voy caminando y es bastante lejos. En el camino escuchando rock y deseando cada cosa comestible que se cruzaba por mi vista o mi olfato, vi a una chica pelada hermosa de ojos azules y sonrisa sincera. Mostrando todos los dientes haciendo gestos. En la mano derecha tenía un tabaco. A su lado otra chica se armaba uno. Me acerqué sin pensarlo dos veces. - Hola, chicas. Ustedes me disculparán el atrevimiento ... ¿pero me convidarían con un tabaco?. La pelada bonita me sonrió. - Obvio, obvio que si. Tomá. - lo saco de la falda de su amiga?que ahora intentaba prender el suyo y me lo dio. Les agradecí y me lo arme gruesito cosa de sacar dos finos para después fumarme otro más tarde. Se lo devolví, agradecí nuevamente y me despedí. Seguí mi camino con el tabaco ya prendido en mi boca. Sintiéndolo inundarme placenteramente. 20 min después estaba afuera de la casa del Señor Ernesto. Golpee hasta que la puerta se abrió, detrás de ella estaba Susana la hija del Señor. A quién yo no le agrado para nada. Me miró desinteresadamente, como es costumbre y me dejó pasar. - ¿No te lavaste el pelo hoy no?. - Eee si pero no tengo shampoo y uso jabón... y ... -¡Ah! Que bestia. ¡Con razón lo tenés así todo grasoso y opaco!. Las puntas todas abiertas... Y se fue para el comedor. Yo fui directo a el cuarto de empleados y me puse el uniforme. Después me dirigí a la habitación de Ernesto. - Buenos días Ernesto. ¿Como amaneció hoy?. Ernesto estaba serio cuando abrí la puerta. Pero al verme su cara cambió y se iluminó. ¿- Mi niña? ¡Buen día! Pensé que no venias a verme hoy. - Claro que vine. Recuerde que hoy es jueves, mis días libres son los lunes. - Es verdá, y podríamos leer algo hoy!. - Bueno después de que le ayude a almorzar, a bañarse y a tomar los medicamentos si usted aún lo desea lo haremos con gusto.
El resto de la tarde fue bastante tranquila. Ernesto pesa un montón, para bañarlo tengo que dejar que se apoye en mi. Y muchas veces tengo miedo de que se me caiga al suelo y se lastime. Lo hago con mucho cuidado y cariño. Es un hombre bueno. Como le prometí leí para el tres capítulos y medio de una novela que empezamos hace una semana. Y se durmió. Después me encargué del resto de las tareas de la casa. Lavé la cocina. Ordene los 4 cuartos... puse la ropa a lavar. Higienicé los 3 baños de la casa. Y para cuando estaba terminando Susana apareció con un amigo. Se disculpó con el por mi apariencia y mi mala higiene. Se burló de mi falta de shampoo y después me ordenó que le hiciera algo de beber fuerte. Pensé seriamente en envenenarla con los medicamentos de Ernesto. Pero si me descubrían iría a la cárcel y el pobre Ernesto se quedaría quien sabe con quién. Porque no tiene más familia que esa joven y despreciable persona. La empleada anterior me contó que Margaret la difunta esposa y madre era peor. Así que agradezco solo tener que lidiar con ella. Como siempre hice horas extra que no me pagarán jamás. Porque Susana se empeña en dejar sus pedidos para ultima hora. Eran las 5 de la tarde, Susana me pagó parte de la semana porque se había gastado la otra parte. Pero prometió pagarme mañana. Prendí el fino de tabaco y empecé a caminar. Pensé en lo rico que comería cuando llegara. Algún fideito con un huevo frito y aceite. Se me hacía agua la boca. Picoteé algo en casa de los García pero nada notorio y a escondidas. Ya es una habilidad. Además Ernesto generalmente me regala su postre. Solo que sea flan o gelatina porque son sus debilidades. De regreso a casa curcé por la plaza del centro, donde se juntan personas de mi edad. A escuchar musica, fumar uno. Tomar un mate, o una chela. Charlar y pasar el rato. Nanda se acercó y me saludo. -¡Tengo una nueva que no sabés lo que es!, está riquisima. Ayer la probé con Nicolás y Maicol estuvimos toda la tarde, con Nico, no hemos parado. La tenés que probar. Si queres me pagas 500 nomás de lo que me debe el Maicol de anoche y te dejo una bolsita. Después arreglamos ¿Tenés algo? A mi me sirve si no me lo voy a tomar toda, y la tengo que vender.
Mi corazón empezó a agitarse por dos cosas. Una Maicol se había estado drogando sin pagar mientras se suponía que buscaba trabajo y otra vez tenia que ver como puta mierda pagar yo, antes de que el novio de Nanda se me meta en casa y nos robe lo poco que no tenemos. Y encima le de otra paliza como la ultima que tuve que faltar a trabajar y aguantar a Susana con peor humor que de costumbre. Y el pobre Ernesto que estuvo con caca un día entero porque ella no lo pensaba cambiar.
La otra razón fue que me dieron unas ganas intensas de probar esa nueva mercadería. Le dije a Nanda que no podía comprar, y que mañana le pagaba lo que pudiera porque no había cobrado. Ella se enojó bastante pero estaba tan dura que no reaccionó. Y se fue a ofrecer a otro pibe que se sentó en la plaza.

CatarsisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora