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Sídney, Australia.

Jisung y Namjoon caminaban por las tranquilas y soleadas calles de Australia, tenían el dinero suficiente para manejarse por transporte pero llevaban tanto tiempo encerrados que deseaban caminar y sentir el sol quemar en sus pieles como hace demasiado tiempo no lo hacían. Iban conversando de todo lo que harían, podrían comer muchas cosas, finalmente irían a una playa, tendrían que aprender a nadar primero pero todo eso representaba un reto emocionante.

— ¿Seguro que es por aquí? —preguntó Nam.

— Cuando era niño mi madre me llevó a la plaza cerca de casa, desde la gran estatua me enseñó como volver a casa, era un sitio que frecuentábamos mucho así que si me perdía sabría como volver. Desde que estuve en manos de Oliver no hay día que no recuerde en mi memoria el camino para nunca olvidarlo —respondió Jisung con una sonrisa motivada—. Claro, ha pasado mucho, sería un milagro si aún fuera su casa…

— Si no lo es, tenemos todo el tiempo para buscar —respondió el mayor colocando su mano en el hombro de Jisung intentando brindarle ánimos.

El de cabellos azules sonrió y tras asentir siguieron su camino. Tenían tiempo en lo que Hyunjin los alcanzaba, les había hecho una reservación en un hotel para que pudieran quedarse pero en vez de ir ahí apenas bajaron del avión Jisung no pudo reprimir el ir en busca de su casa y Namjoon apoyó la idea, después de todo por eso habían ido a Australia, Hyunjin deseaba que su novio regresara al sitio donde nació porque sabía que aunque su vida se desarrolló en su mayoría en Corea, no era el sitio de Sung.
Cuando habían llegado al aeropuerto para irse Hyunjin le hizo la promesa a Jisung de buscarlo tan pronto como las cosas se calmaran porque, era evidente que sospecharían de él pero se había pagado una buena coartada y en cuanto el avión aterrizó en Australia los chicos se sintieron finalmente tranquilos, aquel infierno en el que vivían había terminado.

Jisung iba hablándole a Namjoon de algunos sitios que recordaba y de lo que podrían comer, el mayor estaría ahí, sería algo nuevo para ambos, el australiano se había acostumbrado a la comida coreana y a varias costumbres, pero podrían explorar juntos, Namjoon no tenía por qué volver, no había nada ni nadie esperándolo en Corea así que ahora viviría con Jisung, la diferencia es que ahora no solo le quedaban cuatro años de vida sino todos los que se pudieran.

El menor detuvo su andar en seco, sintió que su respiración se cortaba cuando a unos metros de distancia al fondo de la calle en la que habían girado pudo verse que entre todas las casas, una destacaba por ser color naranja, incluso los arbustos del jardín tenían luces naranjas decorando, como si la casa buscara destacar de entre todas a como diera lugar. Jisung sintió sus piernas flaquear y cuando menos lo notó ya estaba en el piso intentando ser levantado por el mayor, quien no tuvo que pensarlo mucho para sacar su conclusión, esa era la casa de Jisung.

Con un cambio repentino el más joven se puso de pie y con las piernas temblorosas corrió lo más rápido que podía hasta la puerta de la casa, sentía el mayor subidón de adrenalina que jamás había sentido, su cabeza daba vueltas y su mirada se había vuelto borrosa, sentía que en cualquier momento se desmayaría. Tocó con bruscos golpes la puerta, no podía medir su propia fuerza, fueron los diez segundos de espera más largos de su vida pero cuando la puerta se abrió pudo ver a una mujer de cabello castaño con algo de canas, usaba un vestido completo color rosa pálido, no llevaba maquillaje pero era tan hermosa como Jisung la recordaba.

— ¿Si? ¿Qué quiere?

Preguntó la mujer con voz apagada mirando a Jisung, quien no sabía como responder a eso pero no fue necesario, tan pronto como se miraron los ojos de la mujer se llenaron de lágrimas, le gritó a su esposo que fuera hacia ella y sin perder más tiempo se acercó a abrazar al chico quien, rápidamente correspondió al abrazo. Jisung inhaló ese aroma que había extrañado cada día de su vida, el aroma de su mamá; sus ojos enfocaron ahora en medio del abrazo a la persona frente a ellos, su padre estaba estático, casi sin creerse lo que estaba viendo pero incluso si era uno más de sus sueños se acercó a unirse en aquel abrazo familiar. Su hijo estaba ahí, su pequeño Jisung, luego de tantos años al fin estaba entre sus brazos.

La mujer llenó de besos las mejillas de su hijo, al principio no lo reconoció pero tan pronto vio aquellos ojos expresivos y esas pecas que tanto amaba, cayó en cuenta de que ese era realmente su hijo. El abrazo familiar duró varios minutos, necesitaban sentirse y saber que estaban ahí, existiendo nuevamente en un mismo lugar. Ambos padres invitaron a pasar a los chicos, Namjoon agradeció en voz baja pues sentía que en ese momento incluso su voz podría arruinar aquel momento tan lindo, los dos chicos y la mujer tomaron asiento en la sala mientras el padre de Jisung iba por unos vasos con agua y tan pronto estuvieron todos reunidos en la sala, el hijo de los Han empezó a contarles toda la historia desde donde recordaba, fue una tarde larga pero necesitaba decirlo y sus padres escucharlo, había sido mucho tiempo desde la última vez que se vieron.

Resultaba que desde su desaparición, sus padres decoraban con luces naranjas pues recordaban que era el color que Jisung deseaba para esa navidad, así que tenían la ilusión que de esa forma le fuera más fácil ubicar la casa pues era solo un niño, claro, fue algo que con el paso de los años no abandonaron porque para ellos seguía siendo su hijo pequeño.

Esa noche ambos chicos se quedaron ahí a dormir en la sala, la madre del chico no aceptó una negativa por respuesta, pero no había más camas. Conservaron unas cosas de la habitación de Jisung como recuerdos pero el resto de las cosas las tiraron como recomendación del especialista que trató la depresión de su padre, pues un tiempo se sintió culpable respecto a que debió acompañarlos aunque estaba enfermo, pues de lo contrario nada habría pasado pero al fin luego de tantos años pudo escuchar de los labios y voz de su hijo un "nunca fue tu culpa" que le hizo sentir nuevamente paz interior.

En la madrugada Namjoon despertó por la insistencia de algo tocando su costado izquierdo, al despertar vio a Jisung con una vela encendida, dos pedacitos de papel y dos plumas de color. Recordaba el trato que habían prometido en caso de que consiguieran escapar así que casi por instinto se levantó para poder sentarse en el suelo con el chico, dejaron la vela en medio de ellos, tomó la pluma y el trozo de papel para finalmente empezar a escribir cada uno en su pequeña hoja de apenas el largo de su índice. Se miraron por unos segundos con la sonrisa más feliz que habían podido esbozar desde que se conocieron y con cuidado acercaron las hojas al fuego de la vela donde dejaron que se consumieran. Cerraron sus ojos mientras se acercaban a soplar hasta apagar el fuego y posterior a eso, Namjoon se acostó en el piso mientras Jisung iba hasta la camita de perro donde descansaba Sam, el can ya viejo que apenas tenía energías para mantenerse en pie pero que cada que el chico de cabellos azules se acercaba, se levantaba a lamer su cara.

Esa noche ambos quemaron cada uno un papel con los nombres "Joon" y "J.one", jurando que nunca más volverían a escucharlos.

Jisung y Namjoon se conocieron en Matryoshka, un sitio donde con el paso de los días vas olvidando incluso el como se siente cuando el sol quema tu piel, pero ellos habían tenido la suerte que no muchas personas tienen, huyeron y ahora podían dejar esa vida atrás.

워,♥︎𓂃 taehxxii 𝅃ᰥ 𖧧 🥛ꜝꜝ

Espero les guste! <33

𝑹𝒖𝒃𝒂𝒕𝒐𝒔𝒊𝒔 ꨄ︎ 𝒄𝒉𝒂𝒏𝒈𝒍𝒊𝒙 // ᵃᵈᵃᵖᵗᵃᶜⁱᵒⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora