Capítulo Único

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Krist Perawat acababa de celebrar su cumpleaños número 18, faltaban solo unos meses para acabar la escuela y esperaba ansiosamente su graduación. Era un estudiante normal de último año, con calificaciones decentes aunque no excelentes como posiblemente hubiese querido. Ya había sido admitido en una pequeña universidad no muy lejos de su casa, ya que así lo habían decidido sus padres.

En este último tiempo estudiar no era realmente una gran preocupación para Krist. Su enfoque principal en era encontrar a una linda chica para que fuera su pareja en el baile de graduación. Krist realmente no pasaba mucho tiempo el sexo opuesto ya que tenía un trabajo casi de tiempo completo, a parte había pasado por un año extenuante de exámenes de preparación para la universidad y el tedioso proceso de admisión. Entonces, con esto último detrás de él, Krist se dijo a sí mismo que estaba de vuelta en el mercado.

El era un joven de aspecto tierno y de buen ver. Tenía una cara atractiva, sus ojos eran grandes de color avellana claro que complementaban su cabello suave y sedoso. Con estas características, no era nada difícil para él conseguir un buen pedazo de culo.

Sin embargo, después de salir con varias chicas, a fines del mes pasado y principios del siguiente, ninguna, ni siquiera la chica considerada por muchos como la más sexy de la escuela, hizo algo por Krist. Le tomó mucho tiempo incluso tener una erección aún cuando le estaba chupando las tetas.

Un día, a mediados de abril, había empezado a salir con una nueva chica. Cuando un día Krist fue a recoger a Mintra para una cita, ésta le había dicho que estaría sola en casa y que dejaría la puerta abierta para que pudiese pasar. Cuando Krist llegó entró con mucha confianza a su casa como había hecho el último par de veces, pero al pasar por la habitación del hermano de Mintra, Krist lo vio masturbándose con una película porno.

-¡Oh! Vaya amigo, lo siento. Pensé que tu hermana estaría sola, ella me dijo que la puerta estaría abierta y por eso entré. -dijo Krist completamente avergonzado.

-No te molestes no es la gran cosa. ¿Quieres que la llame? Esta en su cuarto terminando de arreglarse.

-Si, claro. Solo dile que se reúna conmigo afuera, dejé las flores para ella dentro del auto.

Krist regresó rápidamente desconcertado y asombrado. Ver al hermano de su novia acariciando la gran polla que tenía en su mano hizo que se pusiera más duro que nunca. Tuvo que salir de prisa de allí antes de que el chico notara que su propia polla se marcaba en sus pantalones.

Después de esa cita, Krist rompió con Mintra porque necesitaba pensar en algunas cosas de si mismo.

Encontró desconcertante que después de hacer todas las cosas que les había hecho a las chicas en el último tiempo, nada de eso se comparaba con la sensación de solo ver una verga dura empapada de líquido preseminal. Inmediatamente después de llegar a casa esa noche, se masturbó y se corrió como nunca antes.

Esa situación lo estaba molestando mucho, no podía dejar de pensar en ello y sabía que no podía decirles nada a sus padres ya que eran gente bastante estricta y bastante homofóbicos, no sabía que le iría si se enteraban lo que le sucedía.

Después de algunas chicas más y experiencias sexuales mediocres con ellas, Krist comenzó a explorar la homosexualidad cada vez más, navegando por internet en sitios web de pornografía gay e incluso contempló tener cibersexo. Esto se estaba convirtiendo en un problema que necesitaba ser abordado.

Pronto decidió que vería a la única persona con la guía y la discreción para este problema en particular, su amado sacerdote, el Padre Singto Prachaya, quien había sido su sacerdote desde que supo que podía confiarle a éste algunos de sus problemas.

Lα Cσɳϝҽʂιóɳ ˢᵏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora