Capitulo Uno. Que me iluminen o me eliminen.

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Con la luz colándose entre mis persianas doy mis ultimas vueltas por la cama, sentía como mi energía comenzaba a pasearse por mi cuerpo avisándome que la alarma estaba a punto de sonar y que podía lograr ese maravilloso sentimiento, me levanto y tomo mi teléfono viendo que faltaba un minuto para que sonara mi alarma, la desactivo justo a tiempo y entro a mi bandeja de mensajes comenzando a redactar un mensaje para Zoé.

"Feliz último día de escuela, se cuánto esperaste esto, espero ya estes despierta sino quieres llegar tarde.

Con cariño, Day"

Me levanté de la cama y comencé la bella rutina antes de irme a la escuela.

Una vez lista baje las escaleras y tome el desayuno que se encontraba en la nevera, lo había preparado un día antes, estaba más que lista para este nuevo día, salí de casa no sin antes despedirme de mi madre, este día no podía ir mejor, esta yendo mas temprano que de costumbre, me subí a mi auto y este no encendió, suspiré y me recosté en la cabecera del mismo, "Okey, tal vez no es el mejor comienzo, pero aun puedo llegar, todo estará bien", me desanime un poco al recordar que el auto de mi madre estaba en el mecánico, pensé en decirle a Zoé que pasara por mi pero descarte esa idea al recordar lo catastrófico que es convivir con su pequeña y demoniaca hermana menor, el autobús se divisaba a unas calles de distancia, no lo había pensado tan bien cuando tome mis cosas, el autobús ya estaba aparcado con las puertas abiertas frente a mi para antes de que pudiera arrepentirme, la conductora me miro un poco mal, pero aun así me traje el gran nudo en mi garganta y subí, de inmediato el aroma inundo mis fosas nasales y recordé porque odiaba el autobús en mis primeros años de colegio, no creía que esto estaba pasando, me senté en un asiento sola para mi buena suerte, me puse mis audífonos y trate de relajarme cuando alguien se puso a mi lado tapándome la luz que entraba por las ventanas, el líder del equipo de futbol más sudado que había visto, "Por Dios, son apenas las ocho de la mañana, ¿Qué diablos le sucede?", se sentó al lado mío sonriendo a lo cual solo lo mire regresándole la sonrisa por cortesía esperando que no me hablara pero me hizo una seña para que me quitara los audífonos y maldije en idiomas que desconocía que sabía.

- La amiga de Zoé, ¿No es así?

En mi mente estaba super indignada, creo que lo notó cuando mi boca literalmente se hizo una línea, una pista de que había comenzado de la peor manera que pudo, claro, Zoé es mi mejor amiga desde que tengo memoria, es una chica bastante linda y evidentemente conocerá a muchos chicos como este que creen que el sudor va a traerles más chicas, pero tengo un nombre. "Te lo estas tomando muy a pecho, Day, no es como si él hubiera hecho que tu auto no encendiera esta mañana", me recrimine mentalmente y busque en mi interior toda la serenidad que estuvo a mi alcance, termine asintiendo y volviendo a sonreír.

- Si, me llamo Dayana, creo que aun no tengo el gusto de conocerte

- Oh, cierto, tu no eres de esa clase de chicas de partidos y eso, aunque si me duele un poco que no sepas mi nombre, soy Matthew.

"Quiero matarlo, ¿Ofendido por no saber su nombre?, al menos no le dije algo como -El mejor amigo de aquella persona- en verdad que odio esta clase de chicos", internamente rodeé mis ojos, pero seguí buscando dentro de mi paciencia y lo logré, aunque aún no sé cómo.

- Claro, un gusto Matthew.

Mire por la ventana y me lleno de alivio ver cómo nos acercábamos a la escuela, a lo lejos seguía escuchando como parloteaba, pero yo estaba más centrada en el momento en el cual se fueran a abrir las puertas del autobús concediéndome la gloriosa libertad, cuando fue así me puse de pie sobresaltando a Matthew.

- Lo siento, muy linda historia, pero tengo clases temprano, un placer compartir el viaje contigo, adiós.

Baje antes que cualquiera y sentí como si literalmente haya corrido lejos de ahí en dirección a mi casillero, rebusque ese famoso kit de cuidado personal y no lo encontré, sonreí con desanimo y alguien se presento a mi lado, unos lindos zapatos negros brillantes podían verse debajo de la puerta de mi casillero, cerré la pequeña puerta y la rizada cabellera de Zoé se hizo presente en mi campo de visión, su sonrisa me resulto reconfortante pero esta se esfumo por una mueca, su mano viajo rápidamente a su nariz y arrugo la misma mirándome con desconcierto.

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⏰ Última actualización: Apr 13, 2022 ⏰

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Por primera y última vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora