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―Tengo algunas buenas noticias para ti, Borja. ―el Dr. Alexis Quackity sonrió radiante, aparentemente entusiasta por una razón desconocida para mí.

Era inusual de su parte llamarme a las seis y media de la mañana cuando todo lo que necesitaba era una dosis de cafeína y nada que ver con la mierda que había planeado decirme.

Estaba un poco indeciso de hacer mi pregunta.

― ¿Cuál es la buena noticia, doctor?

Las buenas noticias de Alexis apenas se consideraban buenas estos días.

El otro día, la enfermera Irene iba a recibir buenas noticias y, a continuación, la enviaron al ala de los niños y ahora apenas dormía. La última vez que la vi, Irene era una enfermera robot en el modo automático.

Me estremecí.

Los ojos del joven doctor se arrugaron y ya odiaba las siguientes palabras que salían de su boca.

―El Dr. Liu, como ya sabrá, todavía está en Malasia para el seminario, pero él y yo hablamos esta mañana y me pidió que le pasara esta noticia, ya que él no estará aquí por una semana más.

―Por favor, no. Me asignó al ala de los niños.

Se rio y agitó su mano como si hubiera dicho la mejor broma del mundo.

―Por supuesto que no, Borja. Eres uno de los enfermeros más trabajadores que tenemos, así que mantuvimos el mejor espacio que teníamos para ti. El Dr. Liu te está dando un ascenso. Serás transferido al ala C: la de los mentalmente insanos.

― ¿Y? ―presioné.

―Obtendrás un bono extra cada mes, horas extras bien pagadas y además todas tus asignaciones estarán cubiertas. ―dijo todavía trabajando en esa sonrisa de plástico.

Esto era demasiado bueno para ser verdad.

Los milagros nunca ocurrían en mi caso.

Empujó un plato de galletas de chocolate hacia mí.

―Mi madre hace las mejores galletas. Toma.

Así de malo era.

Prácticamente tuvo que recurrir a sobornarme con deliciosas galletas.

Cuando traté de elegir una tercera, él quitó el plato y lo colocó debajo de su mesa.

Esa sonrisa estaba desapareciendo.

―Te asignarán a un solo paciente. Tendrás que hacer lo de siempre, darle el desayuno, el almuerzo y la cena. Hacer sus chequeos de rutina, asegurarse de que tome sus medicinas a tiempo y ayudar al médico a cargo.

― ¿Él? ―pregunté. ― ¿Cuántos años tiene?

Alexis inspeccionó un archivo de manila azul, hojeó unas pocas páginas.

―Raúl Álvarez tendrá veintisiete años el mes que viene.

―Corrígeme si me equivoco, quieres que cambie pañales todas las mañanas de un hombre loco de veintisiete años. No es de extrañar que obtenga este ascenso.

―No está loco, solo mentalmente insano.

Fantástico.

Continuó.

―No tienes que bañarlo, o limpiarle el trasero. Te lo aseguro, él es capaz de hacer todo eso por su cuenta.

―Estupendo. Eso me hace sentir mucho mejor. ―dije sarcásticamente.

―Te sentirás aún mejor al saber que no tendrás turnos nocturnos. Por supuesto, te pueden llamar para ayudar a los médicos si es necesario, pero eso sería ocasionalmente. No hay carga de trabajo aquí.

Mental Asylum | Luzuplay | AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora