Momentos Maternales

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Los puños de Laurel chocaron con tanta fuerza sobre la mesa de la cocina que hizo que su plato de comida se levantara por el aire por breves segundos para luego caer y tronar sobre la mesa haciendo que la comida que éste contenía se desparramara. Sara y Ava no se inmutaron, al menos no físicamente debido a su destreza de años en el campo de batalla, pero emocionalmente sintieron el golpe.

—Cariño, tu madre y yo solamente queremos saber qué te pasa —exclamó Ava sonando lo más tranquila posible aunque a decir verdad estaba exasperada a esas alturas ya que Laurel llevaba una semana entera comportándose distante con ellas y no sabían cómo abordar el tema sin que su hija adolescente se cerrara de lleno cada vez que ellas querían preguntarle qué pasaba con ella.

—Ya les dije que no me pasa nada —Laurel se levantó de la mesa, pero seguía apoyándose en ésta y viendo con mirada desafiante a ambas cómo retándolas, a Sara le recordó tanto a ella misma a su edad.

—Siéntate, Laurel —dijo Sara con voz severa—, no has terminado de comer y a tu mamá le costó mucho preparar la comida.

—Sara, déjala, no es bueno comer a la fuerza —al decir esto la mano de Ava se posó sobre la de Sara que estaba reposando sobre la mesa y la apretó con delicadeza.

La mirada dura de Sara se suavizó al voltear a ver a Ava y entendiendo que posiblemente Ava tenía razón al no convertir ese momento en uno todavía más incómodo y doloroso para todas ellas asintió y le hizo un gesto a su hija para que se retirara. Laurel sin decir más se dirigió a paso rápido a su habitación.

—Babe, ¿qué vamos a hacer con ella? —Sara llevó su mano libre a la sien y cerró los ojos sintiendo la presión de no tener algún plan para ayudar a su hija—. Hoy incluso le preparaste su comida favorita... pensé que esta vez se abriría a nosotras y por fin nos contaría qué le pasa —Sara no podía evitar pensar en que a pesar de todas esas batallas y misiones peligrosas a lo largo de los años junto a las Leyendas nada la había preparado para la difícil prueba de lidiar con una hija adolescente, ahora entendía mejor a su padre Quentin y lo que él tuvo que pasar con ella cuando era una adolescente rebelde—. La comida te quedó deliciosa por cierto, fue un muy lindo gesto —Sara abrió los ojos un poco más relajada y tomando la mano de Ava la llevó a sus labios para darle un beso tierno.

Ava esbozó una sonrisa. Saber que a Sara le había gustado la comida que había preparado con esmero para ella y especialmente para Laurel hacía que la ansiedad del momento con su hija perdiera intensidad. Sara siempre sabía como calmarla y animarla. Ava al igual que Sara se encontraba muy preocupada por Laurel porque era la primera vez que se alejaba tanto de ellas, pero saber que se tenían la una a la otra para afrontar esta prueba la hacía sentir más tranquila y positiva.

—Gracias, amor —exclamó Ava con voz amorosa—, ya verás que algo se nos ocurrirá para ayudarla, siempre hemos sido buenas para idear planes que terminan funcionando sin importar lo descabellados que sean —soltó una risita al recordar fugazmente algunos de los planes más locos que ambas habían llevado a cabo junto a las Leyendas—. Por ahora creo que debemos darle tiempo y espacio.

Sara asintió con una sonrisa esperanzadora.

Una semana más transcurrió y Laurel, aunque si bien seguía algo distante, había estado un poco más tranquila y menos explosiva. Sus madres habían dejado de insistir en saber qué le pasaba y para Laurel sumirse en sus estudios la ayudaba a mantener su cabeza distraída. Ava y Sara le habían dicho que ese fin de semana iban a llevarla a practicar arquería, una actividad que Laurel amaba mucho, y luego la llevarían a comprar unos libros a uno de los pocos sitios en donde todavía albergaban copias físicas de libros. En la actualidad la mayoría de personas preferían leer de forma virtual desde sus e-xphones, los cuales permitían visualizar ventanas flotantes de cualquier tamaño fuera del teléfono, haciendo que otros dispositivos que en antaño eran exclusivamente para leer libros virtuales pasaran a la historia. Mientras que los libros, aunque cada vez más escasos por cuestiones ecológicas, seguían estando disponibles en algunos establecimientos especiales como NobleBook, el sitio en donde Laurel y Ava se la habían pasado varias veces a lo largo de los 15 años de vida de Laurel. Desde pequeña había amado los libros físicos porque eran los que usaban sus mamás para contarle sus historias favoritas antes de ir a dormir. La imagen de sus dos madres turnándose para leerle historias por la noche junto al olor nostálgico que desprendían las hojas de papel hizo que Laurel en su adolescencia siguiera amando mucho los libros físicos. Sentirlos en sus manos despertaba en ella el cálido recuerdo del pasado que la hacía sentir querida y mimada por sus dos personas favoritas en el mundo.

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⏰ Última actualización: Apr 26 ⏰

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