chapter III.

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San Francisco, CA. 1971.

[...] -¿Es malo que dos niños se quieran?

Ginger eliminó la idea de que Kirk estaba enamorado de alguien de su mismo sexo, no lo juzgaría por aquello, al contrario, lo entendería y apoyaría, sólo que creyó que el pequeño estaba confundido acerca de su orientación sexual.

-¿Te gusta una niña de tu escuela? -sonrió.

Kirk se quedó pensando en sus palabras. Realmente, ninguna niña le había atraído, pero ¿en realidad le gustaba Lars? Eran grandes amigos, y a pesar del bullying que sufría Ulrich en la escuela debido a su apariencia de niña, sentía una emoción desconocida cada vez que estaba cerca suyo.

-No exactamente -suspiró, dudando en si decir la verdad o no-. Es un niño.

Los ojos de Ginger se abrieron en una expresión de sorpresa, Kirk, al ver su reacción, optó por agregar:

-¡A mí no me gusta! -habló rápido-. Bueno, la verdad es que hoy estaba con él, y... Me... Ay... Pues eso -le avergonzaba hablar del tema, preferiría evitarlo a toda costa, pero sentía que era necesario platicar de ello.

-¿Te qué? -preguntó, un poco desesperada por la acción del infante.

-Me besó -tapó su boca con ambas manos, como si acabara de revelar el mayor secreto y fuera condenado por eso.

Una sonrisa se formó en el rostro de Ginger.

-Vaya... Te conseguiste un novio -bromeó.

-¡No es mi novio! -exclamó-. Agh, en realidad, no sé si me gusta; él es mi amigo, y... Es lindo cuando sus mejillas regordetas se llenan de tanta comida, parece una ardilla.

-Entonces, te gusta -afirmó, sonriente.

-¡Que no! -mintió.

Quizá Ginger tenía razón, Kirk era atraído por Lars.

-¿Cómo se llama?

-Lars... ¡Ay, no! Olvidemos todos esto, ¿sí? -agregó, muerto de vergüenza-. Soy muy feo para poder gustarle a Lars.

-¿Y el beso qué significa?

-No lo sé; quizá era broma -Hammett se negaba rotundamente a la idea de poder gustarle a Lars, y por más que él negara su amor hacia el danés, cada vez se sentía más atraído.

Podía pasar horas y horas hablando de lo hermoso que era Lars, de sus orbes esmeralda, su sonrisa mostrando sus frenos, su cabello desordenado pero suave. Llevaban sólo tres semanas de conocerse, no obstante, verse casi todo el día comenzaba a formar una especie de conexión entre ambos, más que sólo amistad.

-Oye, Ginger -aventuró el menor, jugando con sus dedos del nerviosismo-, ¿no me matarás por eso?

-¿Matarte por qué? ¿Por qué estás enamorado de un niño? -asintió-. Claro que no, al contrario, puedo ayudarte a salir con él.

-Nunca he tenido una cita -confesó-. ¿Se besan?

-Sí, en la mayoría así pasa.

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⏰ Última actualización: May 20, 2022 ⏰

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