Capítulo 1

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Nadie sabe cómo empezó, de dónde proviene o qué es lo que lo ocasiona, pero, el ser humano ya no puede sobrevivir sin un nuevo elemento jamás antes descubierto. 


Científicos de todo el mundo se pusieron manos a la obra lo antes posible y, en relativamente poco tiempo, pudieron descubrir de qué se trataba: el cuerpo humano ahora tiene la necesidad de consumir, al menos una vez cada tres días, el nuevo elemento, también llamado "audioelemento". Aún no se ha descubierto al 100% cómo entra a nuestro cuerpo, pero se especula que se introduce a través de ciertas ondas sonoras, las cuales descubrieron que provienen principalmente de un tipo especial de metal poco pesado, pero, se dieron cuenta de que era muy escasa la cantidad de este.

Una vez sabiendo de dónde provienen las ondas, hicieron muchos experimentos y todos con el mismo objetivo: conseguir almacenar la cantidad de metal suficiente en un espacio muy reducido. Lo que les llevó al experimento final y exitoso: una caja de 5 cm de alto x 100 cm de ancho hecha del metal, a la que llamaron "EDLaV". No hay muchos datos públicos sobre este nombre, solo rumores sin confirmar.

Solo había un inconveniente de este metal, es muy inflamable.

Hicieron pruebas con humanos voluntarios y vieron que daban resultados excelentes, así que se llegó a un acuerdo mundial: cada persona tiene derecho a recibir un EDLaV para el resto de su vida. Es imposible que un misma persona que ya haya recibido uno, reciba otro. A no ser que seas un alto cargo del país en el que residas.


...


— Un descuido... Un descuido con la vitrocerámica ha sido todo lo que he necesitado para quemar mi piso por completo. Y no solo eso...sino que he quemado mi EDLaV...


Mia es una chica de veinte años que tenía una buena vida. La gustaba mucho cocinar, salir con amigas, etc. Hasta que, un día, por un descuido en la vitrocerámica, acabó quemando su piso entero, incluyendo su EDLaV. 


Año 202X, Nueva York, Bar BetterBurger.


— Tienes que estar de broma, Mia —dijo Kate, su compañera de trabajo quien, por la sorpresa, se paralizó.

— ...Ojalá fuera una broma... —respondió Mia con la cara en la barra del bar y cerrando los puños— ¿Por qué tenía que evolucionar tan pronto nuestro cuerpo? O lo que quiera que sea que esté pasando...

— ¿Y no hay nada que hacer? ¿No se planteó nada por si algo de esto pasaba?

— Por lo que he estado buscando, no, leí de un usuario de un foro que es un plan para no gastar dinero y evitar la sobrepoblación, una gilipollez vaya, pero cada día que pasa te lo vas creyendo más.

— Te juro que me encantaría que te quedases en mi casa, pero ya somos cuatro y aquí es muy difícil encontrar un piso en condiciones. Pero pásate cuando quieras, te avisaré cuando no esté cerca de mi EDLaV, no servirá de mucho, pero es mejor que nada.

— No te preocupes, lo entiendo y te lo agradezco.


Pasado el día, llegó la noche y, caminando solitaria por la calle, no podía pensar en ningún remedio. Lo que le quedaba de familia se marchó a otro país cuando ella cumplió la mayoría de edad y todas sus demás "amigas" no tenían un simple suelo donde poder dormir. 

Caminando, llegó a un parque y, sin saber qué hacer, se sentó en un banco y rompió a llorar.


— Pst —se escuchó a lo lejos.


Mia, aún llorando, levantó la mirada y vio a un hombre con capucha negra y mascarilla que la hacía señales de que se acercara. Ella, obviamente, intento alejarse poco a poco, levantándose del banco. 

Pero, ese hombre, viendo como ella quería irse, sacó de su bolsillo algo que la haría caminar hacia él, y no huir: un EDLaV.


— ¿E-Es un EDLaV? —preguntó ella confusa.

— Sí —respondió el hombre guardándolo de nuevo—. Nos hemos enterado de tu situación y tenemos una solución, solamente si quieres salvar tu vida.

— ¿Q-Qué me va a pasar?

— Si me haces caso, nada —dijo sacando un teléfono móvil—. Toma, cógelo. Aquí tienes apuntado el lugar y hora donde deberás estar mañana, allí te explicarán los detalles de lo que tienes que hacer y, lo más importante, te darán un EDLaV.


A Mia se la iluminaron los ojos, no entendía nada y sabía que todo eso no era nada seguro, pero no tiene más opciones. Hacer caso o morir.


— De acuerdo, muchas gracias.

— Y, por último, abre la mano.


Ella la abrió y el hombre dejó caer en su mano una llave.


— Habitación 241, el hotel que tienes ahí en frente, puedes pasar la noche allí, no queremos que te pase nada y no puedas hacer el trabajo.

— Vale, entendido, no sé de qué va todo esto, pero te lo agradezco de corazón.

— Ahórratelo, mañana te esperamos allí.


Y, dicho esto, el hombre empezó a caminar, marchándose de allí, dejando a una Mia confusa, aterrada, pero momentáneamente feliz.


Cuando llegó a la habitación del hotel unos 10 minutos más tarde, se tumbó en la cama después de darse un largo baño y encendió ese teléfono móvil. Se quedó sorprendida al ver que solo podía ver una aplicación, el bloc de notas, donde ponía lo que dijo el hombre.


— "Grace Court Alley, Número 12; 20:00; Cabaret Fantasy & Luxury" 




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