Besos.

171 15 0
                                    

Capítulo 16.

El resto se fue cuchiceando mientras yo miraba expectante a mi único acompañante, él se mostraba feliz y sonriente, sin pronunciar palabra. Esto, -al menos a mí- me resultaba incómodo, mucho, demasiado quizá.
Yo tampoco decía nada, una ligera pero fría brisa ondeó mi cabello como si de una bandera se tratase. Agitandolo. La brisa heló mi cuerpo e hizo que me estremeciera, me arrepentí de haberme puesto la chaqueta de cuero que en realidad no abrigaba mucho y no mi anorak. Aunque como dicen, para estar guapa hay que sufrir.
Sonrió y cualquier rastro de nerviosismo en su rostro desapareció, su respiración agitada delataba una emoción que yo no comprendía, -al menos no por el momento- se aproximaba a mí lenta y cuidadosamente. Me estremecí al sentir el frío tacto de su mano en mi mejilla, segundos después, sus labios rozaban los míos en un intento por comenzar un beso memorable. Y a saber por qué, pero yo no se lo permití. Le aparté y pose mis manos en su pecho mientras negaba con la cabeza, indicándole así que ésto había sido un gran error, al menos por su parte. Cabizbajo y avergonzado, suspiró en señal de derrota y al ser incapaz de mirarme a los ojos, fijó su mirada en los coches que por allí pasaban.

- No ha sido buena idea. -Le aseguré.
- No debí hacerlo, perdón. -Se disculpó.
- ¿Sabes? No deberías disculparte, sino lo intentas, nunca sabes si puedes conseguirlo...
- Pero no, no lo he conseguido. -Me interrumpió, concluyendo mis palabras de consolación. Por lo que se ve, su orgullo era superior a la simpatía que anteriormente me había mostrado. Los demás vinieron, nos miraban pícaros pero nosotros no pronunciamos palabra. Llegamos al internado en el más absoluto silencio, momentáneamente conversaban Andrea y Roberto -uno de los chicos- sobre la fantástica noche que había sido y sobre cuando podríamos repetirla. Brandom no me miraba, quizá por vergüenza. Una vez llegamos al internado y bajamos del coche, esperé a que las chicas se alejaran para poder conversar con él en privado. Agarré su brazo y le alejé del resto.
- ¿Estás enfadado? -Le pregunté, cruzándome de brazos.
- Molesto quizá. -Contestó serio, mirando hacia la nada.
- No dejo que cualquiera me bese.
- Bueno, eso ya me tranquiliza -dijo irónico.
- Con cualquiera me refiero a chicos que conozco de... ¿Cuánto? ¿Un par de horas? Venga ya, Brandom.
- Eso me huele a excusa. -Confesó suspirando, y clavó su mirada en mí.
- No es ninguna excusa -le repliqué.
- Entonces, ¿qué es? -Preguntó, con cierto brillo en sus ojos- comprendo que no te guste, ni siquiera nos conocemos pero venga ya... ¿Ni si quiera te atraigo?
- Brandom, por favor, entiendeme. No te conozco, y sí, me atraes, ¿tú te has visto niño? ¿Cómo no lo vas a hacer?
- ¿Entonces? -Preguntó.
- Me pillaste desprevenida. -Confesé mordiendo mi labio inferior. Ésto era algo que hacía cuando estaba nerviosa y la conversación había derivado en que me sintiera así.
Miró hacia atrás y vio a sus amigos esperándole inquietos.

- Me tengo que ir. -Susurró- ¿volveremos a vernos?
- Quién sabe. -Dije riendo- Adiós, Brandom.-Dicho esto, tuve que ponerme de puntillas para depositar un beso en su mejilla, entré dentro del internado sigilosamente, tratando de no ser vista por nadie. Recorrí el camino anterior aunque esta vez no fue sencillo, una vez en el pasillo de los chicos, una mano agarró cariñosamente mi brazo y me atrajo hacia su persona.

Siempre en mí.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora