Primer Encuentro.

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Me gire para encontrarme con un chico alto, de cabello castaño claro, ojos grises, piel blanca con pecas en las mejillas

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Me gire para encontrarme con un chico alto, de cabello castaño claro, ojos grises, piel blanca con pecas en las mejillas.

- Hola Canadá. - Dije con amabilidad.

- No deberías entrar al bosque. - Responde con una pequeña sonrisa.

- Tengo permiso de mis padres.

- ¿Es por lo de tu abuela? ¿Cómo está?

- Justo iba a ir a verla, con permiso.

- Sí gustas puedo ir a acompañarte.

- Gracias, Canadá, pero es mi responsabilidad.

- Pero te puede pasar algo si vas solo. - Dijo con una mueca de preocupación.

- No me adentrare mucho, solo iré directo a la casa de mi abuela y regresaré. - Lo vi suspirar al no poder convencerme.

- De acuerdo, sólo ten cuidado.

- Descuida, regresaré y verás que lo que dijo tu padre es una mentira. - Dije convencido, el asiente con una sonrisa más grande.

Comencé a entrar al bosque.

El sonido de los animales y el viento era lo único que se escuchaba.

Entre más me alejaba del pueblo, se podían ver más árboles de diferentes tamaños y tonalidades de las hojas.

Pará llegar a la casa de la abuela sólo tenía que caminar derecho hasta dar con un prado de flores, de ahí solo girar a la izquierda y vería la cabaña donde vivía mi abuela.

Caminaba con cuidado de no hacer mucho ruido, a la vez que miraba a mi alrededor.

¿Nunca han tenido el presentimiento de qué alguien los mira?

Pues eso era lo que yo sentía en esos momentos.

Volteaba constantemente atrás de mi y buscaba entre los troncos de arboles, por si alguien me hubiera seguido.

De pronto escuché algo por un arbusto.

Me dio miedo pero aún así le atreví a dirigirme a él, aparte las ramas de una.

Del arbusto salió a toda velocidad un venado.

Cubrí mi rostro evitando que me llegara a golpear con sus patas o astas.

Volteé, y el animal se me quedó viendo tranquilo.

- Ven aquí amiguito. - Le dije tratando de acercarme pero el solo se hizo para atrás.

Mire el arbusto de donde salió, había moras.

Tome algunas y acerque mi mano al venado.

- Pará ti. - El animal poco a poco se fue acercando a mi, olfato un poco mi mano y empezó a comer de ella.

El Chico De La Capucha Y El Lobo Feróz. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora