Que felíz puede llegar a ser uno rodeado de alegrías, juegos, besos, cariños, diversión, travesuras, regalos. Cuando se está en un ambiente tranquilo, armonioso y familiar, dónde parece estar en plena felicidad.
Pero que con un solo acto, lo puede cambiar y destruir por completo; reemplazar las alegrías por tristezas, los juegos por peleas, los besos y cariños por golpes, la diversión por discusiones, la tranquilidad por un infierno y la felicidad por el odio.
Dolor que ellos mismo generaron pero que simplemente decidieron culpar al otro.
Realmente desconozco al culpable, ¿uno o el otro?, pero lo cierto, es que ambos crearon un vacío profundo en mi corazón. Ambos sembraron semillas de rencor y resentimiento en mi ser.
Cuando yo aún era un capullo, no tuve la fuerza suficiente para luchar con esas espinas, que al crecer me hacían daño. Así no solo crecí como una hermosa flor, si no también con un cactus que me lastimaba y que ellos a pesar de todo seguían regando, sin darse cuenta del daño y el dolor que hacían.
Así que no solo soy algo hermoso, si no también algo horroroso e hiriente, porque tratando de salvarme de mí, lastimaba a todo mi entorno. Cuando pensaba una vez en mi, lastimaba a otros y eso me causaba doble dolor.
¿Cómo podría causar dolor, si soy una hermosa flor?.
Hasta que luego recuerdo todo el horror en mi interior, y aunque lucho diariamente por no dejarme vencer, me agotó completamente.
¿Cómo luchar contra algo, que puede soportar altas temperaturas?
¿Cómo combatir con algo, que sobrevive años sin agua?
¿Cómo luchar, cuando yo sin agua me marchito?
Con alta temperatura, me quemó.
Y sin atención, me muero.
¿Pero saben que?.
Aún así lucho, aún así me levanto, aún así sonrió, aún así hago amistades, aún así puedo ayudar a otros, aún así lucho conmigo misma por no dejarme vencer.
Y aunque no parezca...
Aún sigo en pie yo solita.