Capitulo 1: Giada Annane Alleunore

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El hecho de que la gran maestra, Giada de la casa Annane, a la que llamaban "Alleunore" o "La Iluminada" en lenguaje común, fuera la tutora de un zagal venido a menos de una aldea perdida de la mano del hombre era algo más que irrisorio

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El hecho de que la gran maestra, Giada de la casa Annane, a la que llamaban "Alleunore" o "La Iluminada" en lenguaje común, fuera la tutora de un zagal venido a menos de una aldea perdida de la mano del hombre era algo más que irrisorio. Para los miembros de la cofradía, era una situación de risa y para los más extremistas, era directamente un deshonor.

Pero a Giada Annane Alleunore, poco le importa lo que pensaran aquel conjunto de inoperantes.

A sus 72 años sentía la muerte respirando en su cuello y viendo frustrado el gran anhelo de toda su vida, no tuvo más opción que tomar al hijo de un leñador sin madre para ocupar los últimos años de su vida en aquello que más le apasiona, la enseñanza.

A lomos de Pereza, una mula llamada así por la pereza de buscar un nombre mejor, Giada cabalgaba a paso sostenido por la espesa nieve.

Mientras que a poca distancia, Valcur hacía lo que podía para seguirle el paso al carecer de montura.

—¿Iremos a la ciudad? —preguntó Valcur, con respiración agitada.

—A Tradin. Nos tomará 3 días si seguimos a buen paso, acamparemos solo cuando la luz del sol se haya ido completamente —contestó en un tono muy seco.

—No creo que pueda caminar tanto.

—Pues comienza a creer, porque la mula solo la cabalgo yo.

El primer día de caminata fue de completo silencio, solo pararon dos veces y pocas palabras se hablaron, siendo solo órdenes.

Valcur meditaba si en verdad era esto lo que quería, si había sido buena idea el acompañar a tal persona viendo su actitud hasta el momento. Todas las dudas y un poco de rabia que crecía en su ser, trataba lo mejor posible de guardarlas para sí y disimularlas con una sonrisa cada vez que Giada posaba su mirada sobre él.

Tomándolo como si fuera una prueba, no se quejó en todo el camino e hizo lo mejor posible para no quedarse atrás, a pesar de que los pies le dolieran y tuviera la nariz quemada por el frio.

Conformé pasaba el tiempo, la luz se desvanecía hasta el último rayo de sol por parte del crepúsculo, parando en medio del bosque cuando se vieron iluminados por la tenue luz de la luna menguante.

Allí, Giada jaló los estribos de la mula y paró su caminata en seco.

—¿Qué harás? —preguntó.

—¿Hacer que? —respondió Valcur.

—Estamos en el medio del bosque. No tenemos refugio, ninguna fuente de calor y todas las provisiones que traía se acabaron. ¿Que harás para que no muramos?

Valcur se disponía a responder pero Giada interrumpió de inmediato.

—La mula tiene que seguir viva —habló Giada.

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⏰ Última actualización: Apr 18, 2022 ⏰

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