— Hola que tal, bueno no sé si esta historia les ayude, pero me la contó Iván, aunque no sé si creerle realmente, pero no le voy a negar que ha sido un gran cliente de mi carnicería en estas últimas semanas. — dijo con naturalidad del carnicero.
Esto fue lo que me contó Iván:
"Estaba desempleado y mientras pagaba medio kilo de pollo me había dado cuenta del aumento considerablemente del precio de este, analizándolo supuse que iba a seguir subiendo y podría ser una oportunidad de negocio; así fue como se me ocurrió criar pollos. Compré once pollitos algunos de ellos eran gallitos y otras gallinitas. Al llegar a casa los alimenté y los cuidé en un descampado que tenía detrás de mi casa, pero el frío de zona por donde vivo era implacable y el aire gélido se filtraba entre las esteras y los marcos de madera. Mi madre había dicho que los compre en verano, sin embargo, el invierno azotaba mi hogar y las gotas de lluvia al colisionar con el techo de calamina metálica recitaban una triste melodía.
No había ni transcurrido la primera semana y ya tenía cuatro pollitos los cuales enterrar, sostuve una pala y cavé en el suelo húmedo de mi hogar con el fin de darles una sepultura correcta. No sabía qué hacer por lo que decidí comprar medicamento para los pequeños el cual combiné con su agua. Pero al pasar los días seguían muriendo, un día uno... al otro dos; así fue como al pasar dos semanas me quedé tan solo con tres pollitos; aunque me entristecía el fallecimiento de los otros no podía evitar sentirme orgullo por los tres sobrevivientes, estos serían los vencedores estos serían mi gran oportunidad de negocio, solo debía esperar a que crezcan grandes y fuertes para que se reproduzcan.
A la tercera semana mi madre me regalo unas cuyas preñada y un cuy macho vigoroso para que los cuide y los pueda vender, así que procedí a hacerle la jaula y darle comidita a los cinco, estos animales sí son más resistentes al frío me dije. Pero por otro lado los pollitos otra vez se habían enfermado... repetí el ciclo. Estaba triste — no sirvo para criar animales— me dije y bueno... era verdad, murieron dos pollitos dejándome solo con una gallinita, esta gallinita la cual estaba muy enferma la nombré Condorita por que tenía los colores de un cóndor andino, esas aves que devoran carne y que viven en los andes.
Y por fin llegó el día del nacimiento de los cuyes, yo estaba feliz habían nacido nueve cuyes bebes muy lindos y pequeños, luego de verlos me retiré para dar maíz a mi pequeña Condorita, yo estaba feliz, por fin mi suerte había cambiado.
Al día siguiente raudamente fui a ver a las crías muy alegre... sin embargo la escena que vi fue macabra todos los bebes habían muerto, no muerto en sí, sino asesinados, comidos, salvaje mente destrozados, había cuerpos desmembrados y columnas a medio comer, etc. Yo estaba destrozado ni para criar cuyes sirvo, pero ¿qué había pasado?,— esto no es normal— me lo dije impresionado. Entré al internet desde mi celular para investigar, un artículo decía que los machos suelen matar a las crías para poder aparearse con las madres, esta es una práctica semejante al de los leones. Yo con una mirada de odio y miedo sostuve al cuy macho y lo separé lejos de las demás en otro ambiente, el cual era un poco más húmedo y estaba a pocos metros del área perteneciente a Condorita.
Con tristeza fui a ver a mi Condorita, esta estaba quieta y no había comido ni un maíz, creo que también morirá dentro de poco, le di un poco de agua y ella por compromiso la bebió. No sé qué hacer, creo que esto no se me da, esta idea de negocio es un fiasco.
Ya en mi cama no podía dormir... quedaba una cuya preñada y tal vez hoy, más tarde u ahora está dando cría; siendo la una de la madrugada decidí supervisarla, así que tomé mi linterna y abrigo para luego dirigirme hacia allí, al ingresar a la pequeña granjita no pude ver a mi gallinita Condorita seguro estaría durmiendo en algún lugar apartado, fui a inspeccionar al cuy macho para ver si seguía en donde lo dejé, al revisar el lugar no lo hallé, el maldito cuy macho no estaba por ningún lugar. — ¿Ese desgraciado en donde se pudo haber metido? — dije en tono exasperante... rayos las cuyas; rápidamente me dirigí al corral de las hembras y al abrir el corral me encontré con cuatro cadáveres de cuyes bebes que estaban salpicados por todo el primer ambiente, solo quedaban las cuatro madres frustradas y ya sabía quién era el culpable. — Esa rata de color blanco que ya no merece llamarse cuy, lo encontraré y lo freiré, no se escapará ese maldito — comentaba en tono exaltado.
Agarré la linterna y me puse a buscarlo por todos lados mientras que la lluvia se filtraba a través del oxidado techo metálico y en un sitio muy apartado estaba el cuy macho, vi sus ojos rojos al alumbrarlo con la linterna, su pelaje blanco de su cabeza cubierta de sangre, yo sabía que esa sangre era de los bebes. En ese instante metí mi mano a ese pequeño escondite para sacarlo, el acceso era difícil a que prácticamente tuve que echarme de pecho y estirar mi brazo para alcanzarlo... Así fue, —¡Por fin te tengo! — exclamé al sentir con mi tacto su pelaje.
—¡Santo cielo! ¿Qué ha pasado? — dije mientras en mi mano sostenía solo la cabeza del espécimen. Este estaba muerto, decapitado; — está frío— me dije cuando de pronto escucho muy cerca de mi cabeza un cacareo raspado casi sin aliento. Se me heló la sangre en un abrir cerrar de ojos me puse de pie, —¿Condorita eres tú? — pronuncie en voz baja mientras estaba a oscuras, solo podía ver la silueta de la gallinita y algo que colgaba de su pico. Atiné a alumbrarla con la linterna.
Condorita, mi gallinita querida tenía en su pico un pedazo de cuy bebé y frente de mis ojos procedió a tragárselo, vi más allá y en ese momento por el rastro de sangre supe que ella había matado al cuy macho y luego a las crías. Yo ya muy asustado y temblando tomé un balde que estaba cerca y sin quitarle los ojos de encima como de un acto acrobático se tratase la atrapé. La dejé así por todo día, aunque el balde estaba totalmente sellado contra el suelo aún se podía escuchar durante horas su picoteo y cacareo. —¿Esta no debería haber muerto ya? — comentaba una y otra vez tratando de encontrar una explicación.
Suponiendo lo peor, compré carne de pollo en el mercado para distraerla y tomando las medidas del caso mientras comía me di cuenta que esta no respiraba, Condorita ya había muerto hace mucho, era una especie de un animal muerto viviente, en ese momento empecé a temblar y un aire helado recorrió todo mi cuerpo... luego, sin previo aviso solté varias carcajadas, una tras otra y empecé a temblar de nuevo, pero esta vez fue de emoción, mi querida Condorita iba a ser el verdadero negocio."
— Eso sería todo, ¿Qué tal les pareció la historia de Iván, es graciosa no? Todo lo que uno ha de inventar para que le fíe. Eso es todo lo que se de él, y bueno ¿A qué se debe la pregunta oficial? — culminó con tono burlón el carnicero.
— No estamos para bromas de mal gusto, este es un homicidio y debemos entrevistar a todos los que él conocía, gracias por cooperar, nos retiramos. — dijo el oficial con una mirada de fastidio.
Cuando los oficiales se retiraron el carnicero fue a la parte posterior de su tienda, esta era como un tipo de depósito. — Come Condorita, fue bueno encontrarte al hacer delivery, ¡Me harás millonario, pequeña ¡— dijo el carnicero dándole a la criatura carne molida con tripas de pollo con una mano acompañada de una sonrisa macabra tras abrir la jaula.
Lo que no sabía elcarnicero es que, al retirarse de ese ambiente, la jaula de Condorita no sehabía cerrado correctamente.
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Relatos de Mr. Angel
FantasyCuentos para vuestro entretenimiento y placer, con mucho gusto de su leal servidor.