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Recuerdo que estaba muy frustrada porque no podía crear buenas historias con finales que valieran la pena, con los acontecimientos lo suficientemente buenos como para mantener al lector enganchado de principio a fin. Me senté un día en el baño a autoevaluarme como escritora porque seguía estancada en una monotonía y no estaba indagando más. No paraba de cuestionarme, ¿Cómo es posible que una persona traiga algo original a este mundo? Estaba fuera de mi entendimiento. No me creía capaz de crear algo que nadie lo haya hecho antes. Una especie de poder, así lo veía. Una inteligencia que yo no poseía, pero que indudablemente quería tener. Fue ahí que me dije: "tú puedes, tú puedes crear una buena historia. Solo piensa bien, piensa bien, vamos" y simplemente sucedió. La idea completa la fui redactando en mi mente.
Mi inspiración fue mi propia frustración por querer encontrar la historia que me representara como escritora. Y así fue.
Ademia trata sobre el auto-descubrimiento de una joven de apenas 18 años. Tratando el tema de la confusión en la identidad, en la existencia, con un guiño hacia Descartes. ¿Quién soy? Descubrir, conocer y aceptar esa verdad es lo que deberá enfrentar a lo largo de las líneas, en una lucha interna, con los propios demonios. ¿Qué ocurriría si tu nombre no es tu nombre? ¿Si tú no eres quien crees que eres? ¿Y si lo que piensas que es real es una ilusión creada por tu mente atormentada? ¿Cómo te sentirías? En esta historia, la fantasía es el telón de un mundo donde Chlorine se enfrentará a criaturas malignas, a un amor de ojos miel, con el fin de llegar a su destino. Poniendo en juego varios escenarios de su vida, pero sobre todo, su propia realidad.
