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Capítulo 13: La casa de Hades (Parte I)

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Capítulo 13: La casa de Hades (Parte I)

Todo mi cuerpo temblaba cuando bajé del edificio residencial y lo vi, él estaba afuera recostado de su monstruosa y deslumbrante camioneta andando su teléfono como si no se viera como un dios del inframundo ahí recostado luciendo condenadamente sexy con su camisa blanca y sus pantalones de jean, las personas que pasaban por la acera se lo quedaban viendo sin disimulo y murmuraban entre ellas lo bueno que estaba, pero es que Hades lucía como todo un ser supremo, como si tuviera un reflector de luces eterno sobre él que lo hiciera resaltar entre la multitud.

«De verdad voy a irme con él».

Estaba tan distraída observándolo embobada que no me di cuenta del desnivel que dividía la entrada de mi edificio con la acera y tropecé justo cuando Hades alzó la cara.

Maldita sea.

Intenté estabilizarme, aguantarme de cualquier cosa, pero todo fue en cuestión de segundos cuando caí al suelo de rodillas.

«Joder, Nube, siempre pasas vergüenza frente a él».

Me comencé a levantar cuando vi unas piernas frente a mí y una mano que me ofrecía ayuda, alcé la vista encontrándome con los ojos Hades verdes de toques dorados; casi brillaban de manera sobrenatural cuando estiró sus labios en esa sonrisa que me mataba y me dejaba sin aliento. 

—Arriba.

Tomé su mano tragando pesadamente saliva cuando sentí esa tensión cuando nuestras pieles se tocaron, como si me atrajera a él de una manera inexplicable y me levanté quedando frente a él.

—Hola —murmuró—, estás muy linda.

«Ay santas vacas».

«De verdad esto está pasando».

Ahora recordaba el por qué no me arrepentía de haber aceptado, literalmente este hombre hacia vibrar cada parte de mí con locura. Él caminó hacia su camioneta sin soltar mi mano y me abrió la puerta ayudándome a subir.

—Usted está muy guapo —murmuré cuando por fin me senté de copiloto y mi cerebro pudo recordar que podía hablar.

Él alzó una ceja con un eje burlón.

—Dejemos las formalidades de lado, Nube —dijo—, no estamos en la universidad.

«No estamos en la universidad».

—Vale.

Hades cerró mi puerta, dando la vuelta alrededor de la camioneta y entró en su asiento de conducto. Me derretía ante su caballerosidad, era como si mi cerebro solo se enfocara en lo caballeroso y buen hombre que era... me deslumbraba en cada cosa que hacía, como si fuera todo un sueño.

—No debes estar nerviosa —comentó cuando arrancó el auto—, soy yo.

Precisamente porque era él; estaba muy nerviosa.

—No lo estoy —mentí.

Hades no me respondió, pero sabía que él percibía mis emociones o no sé qué hacía para leer mi lenguaje corporal y hasta adivinar lo que pensaba. Él le subió un poco a la música que sonaba de Coldplay con Adventure Of A Lifetime, y entrelacé mis manos sintiendo mis dedos congelados, la emoción de estar con él por fin me aceleraba el corazón, porque aquí estaba contra de mi moral y mi sentido común de no meterme con mi profesor, pero como lo dijo él, era un secreto de los dos.