Capítulo 5

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El departamento se ilumina cuando Yuta enciende la luz, de pie desde la puerta. Se saca los zapatos, arrastra sus pies por el suelo de madera y deja en el respaldo de su único sillón, su abrigo junto a la mochila que lleva todos los días al trabajo.

Normalmente, entraría directamente a la ducha y después, iría a dormir, sin nada más de por medio a excepción de ponerse un pijama, pero esa noche, hay algo que debe hacer antes de ducharse. En su mano izquierda, hay un ramo de gerberas.

El joven docente se dirige a la cocina, donde busca un florero abandonado de debajo del lavabo, en un cajón lleno de sartenes y ollas. La última vez que sacó ese florero de vidrio, fue cuando su ex novio le regaló rosas de manera imprevista y Yuta encantado con el detalle y llevado por los besos ajenos en su piel, se dejó ir en todo sentido... Pero Kwong tenía marcas en el cuello y pecho, que Yuta estaba seguro no haber hecho.

Esa noche el joven maestro terminó tendido sobre su propia cama, siendo besado y embestido por un hombre que mentía, que olía a perfume de mujer, con la mirada perdida a las rosas en la mesa que podían verse por la abertura de la puerta de su habitación.

Yuta se seca las primeras lágrimas del rostro, nublado por el recuerdo de la última vez que usó el florero. Se levanta del suelo con el objeto en mano, toma las flores de la barra de desayuno y sale de la cocina apagando la luz a su paso.

Cuando termina de llenar el florero y rociar un poco las flores de agua, Yuta las observa, entre abrumado de una cálida sensación y divertido por la escena del señor Lee dándole flores de disculpa.

—Taeyong... —las puntas de sus dedos acarician un pétalo de la flor roja, cierra los ojos y sonríe—. Lee Taeyong...

🧒❤👨

—¡Mírala Taeyong! — Yeri se abanica el rostro, sus ojos acuosos y una sonrisa temblorosa en sus labios. —¡Se ve tan hermosa!

Taeyong, sentado en el penúltimo escalón de las escaleras, acomoda a como puede los mechones lacios y oscuros de su pequeño, tratando de hacer un recogido lo suficientemente firme, apoyado de pasadores y gel con olor a fresa. La cabecita de Jisung se ve ir hacia adelante y atrás cuando su papá le cepilla el cabello, de pie entre sus piernas largas.

—Bien, creo que servirá. — Taeyong acomoda el último broche a la altura del recogido de su hija, dejando caer después sus brazos a los lados, ciertamente acalambrado y exhausto. —Déjame verte.

Jisung se gira orgulloso, mostrándose ante su padre con un traje tradicional hecho por su abuela para la feria de las culturas amigas que va a celebrarse en su colegio esa mañana. Le muestra su resplandeciente sonrisa, con algunos dientes más chiquitos que otros y los ojitos cerrados, se sujeta la baja color azul con dos deditos bien sujetos, extendiendo la tela y mostrando el precioso Hanbok que su abuela hizo para él.

Taeyong la observa dar giros y reír, embelesado de la belleza angelical de su pequeño, que cada día crece más, más inteligente y más hermoso. Inevitablemente, en él aún percibe el recuerdo de su madre, en especial cuando Jisung se ve rodeada de flores en el jardín y con sus ropas blancas, asemeja un botón de azul. Irene, a pesar de su decisión, sigue siendo el primer amor de Taeyong, pero sabe que ese sentimiento se agotó hace mucho, cuando su pequeño tenía menos de seis meses, cuando comenzaron los problemas, cuando Irene se fue y los dejó solos. Lo único que lo mantiene unido a ella, es el profundo agradecimiento que siente por darle a quien sabe, es y será el amor de su vida por siempre.

Su hijo.

—Te vez hermosa... — Taeyong se limpia los ojos tan rápido como siente que comenzará a llorar, evitando así que su pequeño lo vea triste, aunque en realidad este profundamente conmovido. —Vas a ser la más hermosa de la feria hoy.

『𝐔𝐍 𝐍𝐎𝐕𝐈𝐎 𝐏𝐀𝐑𝐀 𝐏𝐀𝐏𝐈』 𝐓𝐀𝐄𝐘𝐔 →  𝐀𝐃𝐀𝐏𝐓𝐀𝐂𝐈𝐎𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora