Muerto

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Muerto. Así se siente, sin sentimientos, sin emociones, sin absolutamente nada.

Despierta en una cama del pico Qian Cao. Mu Qingfang está a su lado.

Mira su abdomen como puede: está envenado.

Una voz suena a su lado: «¿Qué pasó, Shen-shixiong?».

No lo recuerda. Solo sabe que estaba en su bosque de bambú y...

Mira arriba: Blanco.

Mira por los costados: Más blanco, a excepción de la figura de su hermano marcial.

Se mira otra vez el vendaje de su estómago: Un rojo brillante se filtra por él.

Es una visión repulsiva. Entre todo ese blanco él no debería existir.

Otra vez la voz: «¿Estás bien?».

No, no lo sabe. ¿Qué es estar bien, en verdad? ¿Estar sano, sin heridas físicas? ¿O no clavarse su propia espada a uno mismo?

Oh, ya lo recuerda. Se apuñaló. ¿Por qué? No lo sabe. Mu Qingfang le vuelve a hablar, pero no lo oye, está intentando rememorar lo sucedido.

Una mano toca su hombro. No sabe si gritó o no, únicamente que se apartó bruscamente. También sabe que está temblando.

No sabe qué más sabe. Pensar en eso le marea. No le gusta la cara de su hermano marcial. Es parecida a mucha de la gente que lo vio por la calle, con pena dibujada en su rostro, o miedo, o sorpresa, o... Pero nadie hacía nada para ayudarlo. Nadie.

 Ahora sí, lo escucha: «¿Estás bien?».

«No», quiere decir. Sin embargo, vuelve la misma pregunta que antes: ¿A qué se refiere con bien?

Asiente con la cabeza mientras se posiciona mejor en la camilla. No quiere aceptarlo, pero todavía le tiemblan las manos.

- ¿Te atacaron monstruos? ¿Demonios? ¿Cómo hicieron para entrar? - dijo Mu Qingfang, aunque la última pregunta nada más era un pensamiento dicho en voz alta.

Sin embargo, Shen Qingqiu se preguntaba lo mismo. ¿Cómo hicieron para entrar esos demonios? O, en otras palabras, ¿cómo empezó a querer morir? Oh, cierto, quería morir. Ese es parte del «por qué» que lo llevó adonde está ahora.

- No se tardará mucho en curarse - siguió hablando el médico, ahora sí, dirigiéndose a él - aunque es preferible que se cuide, por favor.

Después de unas palabras más, ambos se despidieron.



-

Al llegar a su casa de bambú se confirmaron algunas de sus conjeturas: Tuvo una desviación de Qi.

Había cosas por el suelo, algunas rotas por el impacto al caer.

Le duele la cabeza. No, todo el cuerpo. Menos el abdomen.

No sabe si es real, creación de su imaginación causa del estrés o una simple rememoración del que estaba sucediendo antes de caer inconsciente.

Sigue, como al inicio, al despertarse: es como si en ese momento, en vez de desmayarse, hubiera muerto. No siente nada, nada en forma de sentimientos. Menos miedo, miedo sí siente. Pero eso es una emoción. Estúpidas emociones.

Al ver el sol caer hacia el horizonte en la ventana se acomoda en la cama para dormir como hacía solo unas horas.

El insomnio y el sueño estaban en una larga batalla, pero misteriosamente, ganó el llanto. No sabía de dónde venía, nada más salió. Acabó durmiéndose en medio de las lágrimas.

-

Al día siguiente vino Yue Qingyuan. No tenía fuerzas para aunque sea enojarse, el cansancio y la depresión le pasaba factura.

Este explicó brevemente lo sucedido: un discípulo, caminando para irle a informar de algo, se lo encontró, por ahí, herido. Rápidamente, fue a llamar a otros para ayudarlo. Pensaron que algo o alguien lo atacó, así que estaban viendo cómo solucionarlo.

No le sorprendería si un día lo encontraban muerto, pues únicamente iban para decirle algo importante, y a veces ni eso. Pero, ¿alguien se daría cuenta si no estuviera? ¿Alguien me extrañaría? ¿Alguien lloraría?

Mientras Yue Qingyuan se iba, Shen Qingqiu empezó a recordar algo más.

Estaba oscuro, pues era media noche. La luz de la luna iluminaba el camino mientras el paisaje se movía. No sabía dónde estaba, aun habiendo estado muchas veces antes. Era como si alguien o algo lo arrastrara hasta lo más profundo del bosque que se hacía más denso cuanto más caminaba. Sin embargo, esa masa de árboles siempre había sido muy espesa, ¿por qué en ese momento no reconoció dónde estaba?

No sabía dónde estaba, y menos aún cómo se sentía al respecto. ¿Qué estaba pasando con él? Hasta ahora había mostrado una actitud tan confiada... que incluso él mismo se la creyó.

Sentía como burbujas en su cabeza que lo molestaban. Quizás burbujas, quizás agujas, no lograba distinguirlo con claridad. Todavía podía pensar con un mínimo de lógica, pero no quería hacerlo, no se sentía con las fuerzas suficientes como para hacerlo.

Se cayó. Sí, él, se había caído. No metafóricamente, aunque también. Literalmente. Caído.

Se desplazó por el suelo hasta estar bajo uno de los muchos árboles que lo envoltaban. ¿Árboles o bambús? No lo sabía, no se fijó. Todo empezaba a ser borroso y confuso.

La simple acción que realizó momentos después en ese instante lo llevó adonde estaba ahora.


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Alm, 800 palabras clavadas, qué bien, Yo del 2 de junio del 2022... Dejo la fecha aquí pa acordarme siempre jaja.

Espero que cuando vuelva a leer este fic, ya no escriba como imbécil.

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