La luz del Sol que anunciaba un nuevo día atravesaba los cristales de hielo que cubrían el palacio de Elsa en las afueras de Arendelle. 8 días habían pasado desde aquel accidente, más bien aquel suceso del destino que impidió que dos corazones fríos y desolados compartieran su amor mutuo. La Reina de las nieves continuaba en su castillo de aislamiento y soledad. Ella misma había hecho de tal magnifico lugar su prisión. Por otro lado, Jack también continuaba encerrado y atrapado en el Polo Norte, sin deseo alguno de permanecer allí. Lo único que él deseaba era poder volver a estar cerca de Elsa, pero la suerte y el destino no estaban de su lado. Los Guardianes, a su vez trataban de tranquilizarlo y animarlo. Nada era de mucha ayuda. Una vez que el corazón se rompe no hay marcha atrás, como si un cristal se cayera de una repisa y se rompiera en mil pedazos. Pero Jack Frost no es un muchacho que se rinde tan fácil, y más aún si se trata de amor verdadero. Si se trata de recuperar a Elsa.
-¡Lo tengo! ¡Volaré y daré la vuelta al mundo hasta llegar a Arendelle para ir a favor del viento y así llegaré al palacio de Elsa! Claro, me tomará unas semanas pero el tiempo no existe cuando estas enamorado, ¿no?- Dijo Jack, sonando entusiasmado y con cierta esperanza por la idea que se le había ocurrido.
-Jack eso ya lo intentaste hace 2 días y no funcionó.- Lo interrumpió el Hada de los Dientes sin ánimo alguno y arruinándole la pobre ilusión del muchacho.
Sandyman, el Guardián de los sueños, sacudió la cabeza a favor de lo que dijo el Hada. Todos en la habitación habían perdido la esperanza de que algún día Jack pudiese rencontrarse con la chica a la que ama, incluyéndolo a él...
-Chico, yo creo que deberías olvidarte de esto, mírate, estas destruido. Todos aquí sabemos que la amas más que a nada en este mundo...- dijo Santa.
El Hada de los Dientes no pudo evitar morderse los labios y desviar los ojos.-Pero creo que es tiempo de dejarla ir. - continuó. -Tienes toda una eternidad por delante, estoy seguro que encontraras a otra joven muchacha que te robe el corazón como Elsa lo hizo.
-Y no olvidemos que ella no es inmortal y tú si... - interrumpió el Hada de los Dientes sin siquiera meditar sus palabras. Cuando entró en razón de lo que había dicho y de la situación en la que se encontraba, cerró la boca y se dirigió a un costado de la conversación.Todos la miraron con cara extraña, este no era el mejor momento para resaltar esos pequeños defectos de su relación. Pero aún así, refiriéndose a las palabras de Santa, Jack siguió:
-Santa, no es tan fácil, ¿de acuerdo? Obviamente estoy destruido, pero no descansaré hasta volver a estar con ella. Nunca he sentido esto por alguien. Necesito estar con ella, la amo.
Chocolates, flores, y promesas que no cumplirás... Es lo típico, créeme. Me consideran un experto en el amor...- Dijo con arorgancia el Conejo de Pascuas.
-Eso no es de mucha ayuda...- Jack no pudo evitar reír y burlarse del hecho de que Conejo sea un experto en el amor si ni siquiera había tenido pareja.
-Mmm -dijo pensativo NOrte- Creo que sé que es lo que necesitas. Acompáñame a mi taller tendremos una charla, a solas. - argumentó mirando a los demás, expresando a su vez que no quería que nadie los interrumpiera ni los acompañara. Nadie.
Ya en el taller, Jack no logró retener su curiosidad a cerca del por qué de su importante conversación a solas.
-Santa, ¿cómo se supone que me ayudarás? ¿Acaso también eres un experto en el amor? - Dijo el joven mofándose.
-Por supuesto que lo soy- le respondió con aire triunfal, sin darle importancia a su burla- a veces creo que me casaría con migo mismo.
Jack rió, pero fue una de esas risas secas, a penas audibles. Ya casi no tenía razones para reír... No sin Elsa.