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Sin?psis «A?uí t?d? es rar?: la escuela, l?s alumn?s. En este siti? nada tiene sentid?, y a?uí est?y, una simple m?rtal entre di?ses… ?
m?nstru?s. T?davía n? sé a ?ué band? pertenezc?, si es ?ue pertenezc? a algun?… S?l? sé ?ue l? ?ue les une a t?d?s es su ?di? hacia mí.
Per? entre ell?s está Jax?n Vega, un vampir? c?n ?scur?s secret?s ?ue n? ha sentid? nada durante un sigl?. Alg? en él me atrae, alg? r?t? ?ue enca?a c?n l? ?ue hay r?t? en mí, l? cual p?dría signi?icar el ?in del mund?. P?r?ue Jax?n despareció p?r una razón, y parece ?ue alguien ?uiere despertar al m?nstru? d?rmid?, y me pregunt? si me tra?er?n a este lugar intenci?nadamente c?m?
anzuel?…» ANHELO (Serie Crave 1) Tracy Wolff   Traducción de Vicky Charque?
Para mis chicos, que siempre han creído en mí, y para Stephanie, que me ayudó a volver a creer en mí misma 0 Si no vive? al lími?e, e??á? ocupando dema?iado e?pacio E??oy en la puer?a que da a la pi??a de de?pegue mirando la avione?a en la que e??oy a pun?o de ?ubirme y e?forzándome al máximo por no morirme del miedo. E? má? fácil decirlo que hacerlo.
Y no ?ólo porque e??é a pun?o de dejar a?rá? ?odo lo que conozco. É?a era mi principal preocupación ha??a hace un par de minu?o?. Pero ahora, mien?ra? ob?ervo e?a cha?arra que no ?é ?i merece el honor de llamar?e «avione?a», un nuevo nivel de pánico ?e apodera de mí.
—Bueno, Grace. —El hombre que mi ?ío Finn ha enviado a recogerme me mira con una ?onri?a pacien?e. Creo que ha dicho que ?e llamaba Philip, pero no e??oy ?egura. Ca?i no puedo oírlo; lo? frené?ico? la?ido? de mi corazón me lo impiden—. ¿Li??a para una aven?ura?
No. No. No e??oy li??a en ab?olu?o. Ni para una aven?ura, ni para nada de lo que e??á a pun?o de ?ucederme.
Si me hubie?e? dicho hace un me? que acabaría en un aeropuer?o de Fairbank?, en Ala?ka, ?e habría con?e??ado que e??aba? mal informado. Y ?i me hubie?e? dicho que el mo?ivo que me llevaría a Fairbank? ?ería coger el ?al?acharco? má? minú?culo del plane?a ha??a el mi?mí?imo fin del mundo (o, en e??e ca?o, un lugar a lo? pie? del Denali, la mon?aña má? al?a de Nor?eamérica), ?e habría pregun?ado que qué ?e había? fumado.
Pero en ?rein?a día? pueden cambiar mucha? co?a?; puede? perder mucha? co?a?.
De hecho, con lo único que he podido con?ar en la? úl?ima? ?emana? e?
con la cer?eza de que, por muy mal que vaya ?odo, ?iempre puede empeorar...
1 A?errizar no e? má? que lanzar?e al ?uelo con la e?peranza de no fallar —Ahí e??á —dice Philip cuando dejamo? a?rá? lo? pico? de varia?
mon?aña?, y levan?a una mano de la columna de dirección para ?eñalar un pequeño grupo de edificacione? en la di??ancia—: Healy, Ala?ka. Hogar, dulce hogar.
—¡Vaya! Parece...
Minú?culo. Tremendamen?e minú?culo. Mucho má? pequeño que mi barrio en San Diego y, de?de luego, infini?amen?e má? que la ciudad en?era.
Pero bueno, de?de aquí arriba no ?e ve gran co?a. Y no por la?
mon?aña?, que ?e ciernen ?obre el lugar como ?i fue?en mon??ruo?
olvidado? hace ?iempo, ?ino porque no? encon?ramo? en medio de una e?pecie de neblina ex?raña a la que Philip ?e refiere como «crepú?culo civil», aunque no ?on má? que la? cinco de la ?arde. Aun a?í, veo lo ?uficien?e como para di??inguir que la ?upue??a población que ?eñala e??á reple?a de edificio? di?pare? agrupado? de forma alea?oria.
Por fin, me decido a acabar mi fra?e con un...
—... in?ere?an?e. Parece in?ere?an?e.
No e? la primera de?cripción que me ha venido a la cabeza (no, la primera ha ?ido que parecía que el infierno ?e había congelado), pero ?í la má? educada. Philip de?ciende un poco má? y yo me preparo para lo que, con ?oda probabilidad, ?erá o?ro ?errible inciden?e en la ?erie de ?errible?
inciden?e? que me han venido acon?eciendo a lo largo de la? úl?ima? ?re?
hora?, cuando me he ?ubido al primero de lo? ?re? avione? que he ?enido que coger.
Y, en efec?o, apena? he vi?lumbrado el área que hace la? vece? de aeropuer?o en e??e pueblo de mil habi?an?e? (gracia?, Google), cuando Philip anuncia:
—Agárra?e bien, Grace. E? una pi??a de a?errizaje cor?a porque aquí cue??a mucho man?ener una pi??a má? larga de?pejada de nieve o hielo aunque ?ea duran?e poco ?iempo. Va a ?er un a?errizaje rápido. —No ?engo ni idea de qué ?ignifica «a?errizaje rápido», pero no ?uena bien. De modo que me cojo a la barra que hay en la puer?a de la avione?a, que fijo que exi??e por e??e preci?o mo?ivo, y me aferro a ella mien?ra? ?eguimo?
de?cendiendo—. Bueno, allá vamo?. ¡A ver ?i hay ?uer?e! —dice Philip, lo cual, por cier?o, e? una de la? cinco peore? co?a? que puede decir ?u pilo?o mien?ra? ?eguí? en el aire.
El ?uelo ?e aproxima, blanco y firme, y cierro lo? ojo? con fuerza.
Segundo? de?pué?, no?o que la? rueda? rebo?an en él. Philip frena con ?an?a bru?quedad que ?algo di?parada hacia delan?e. Si no me golpeo la cabeza con lo? con?role? e? gracia? al cin?urón de ?eguridad. La avione?a chirría. No ?é qué par?e e??á emi?iendo e?e ruido e?pan?o?o, o ?i ?e ?ra?a de un ?oque de difun?o? colec?ivo, a?í que decido no cen?rarme en ello. Sobre ?odo cuando empezamo? a pa?inar hacia la izquierda.
Me muerdo el labio y man?engo lo? ojo? cerrado? con fuerza a pe?ar de que ?ien?o que el corazón ?e me va a ?alir del pecho. Si e??o e? el fin, no nece?i?o verlo llegar.
E?e pen?amien?o me di??rae y hace que me pregun?e qué debieron de ver mi? padre?, y ju??o en el momen?o en que decido apar?ar e?e pen?amien?o de mi men?e, Philip con?igue que la avione?a ?e de?enga ?ra?
una ligera ?acudida.
Sé exac?amen?e lo que ?e ?ien?e. Ahora mi?mo me ?iemblan ha??a lo?
dedo? de lo? pie?.
De?pego lo? párpado? de?pacio re?i??iendo la nece?idad de palparme el cuerpo para comprobar que ?igo de una pieza. Pero Philip ?e echa a reír y ?e felici?a:
—Un a?errizaje de libro.
Puede ?er, ?i e?e libro e? una novela de ?error. O uno que e??á? leyendo boca abajo y de a?rá? adelan?e.
Pero no digo nada. Fuerzo la mejor de mi? ?onri?a? y recojo la mochila de debajo de lo? pie?. Saco el par de guan?e? que el ?ío Finn me envió y me lo? pongo. De?pué?, abro la puer?a de la avione?a y ?al?o, rezando para que la? rodilla? me ?o??engan al impac?ar con?ra el ?uelo. Y lo hacen, aunque a dura? pena?.
Tra? concederme uno? ?egundo? para a?egurarme de que no me voy a de?moronar (y para ceñirme má? el abrigo nuevo, porque e??amo?
li?eralmen?e a uno? ?rece grado? bajo cero), me dirijo a la par?e ?ra?era de la avione?a para recoger la? ?re? male?a? que ?on ?odo lo que queda de mi vida.
Sien?o una punzada en el e??ómago al mirarla?, pero no me permi?o regodearme en ?odo lo que he ?enido que dejar a?rá?, del mi?mo modo que no me permi?o ob?e?ionarme con la idea de que haya uno? de?conocido?
viviendo en la ca?a en la que me crie. Al fin y al cabo, ¿qué impor?ancia ?ienen una ca?a o el ma?erial de ar?e o una ba?ería cuando he perdido mucho má? que e?o?
A?í que me recompongo, agarro una de la? bol?a? de la bodega de la minú?cula avione?a y la lanzo al ?uelo. Cuando e??oy a pun?o de alcanzar la ?egunda, llega Philip y levan?a la? do? male?a? re??an?e? como ?i e??uvie?en rellena? de almohada? en lugar de con?ener ?odo lo que me queda.
—Venga, Grace. Vámono? an?e? de que empiece? a poner?e azul aquí fuera. —Señala con un ge??o un aparcamien?o (no un edificio, no: ?ólo un aparcamien?o) a uno? cien?o ochen?a me?ro? de di??ancia, y quiero pro?e??ar.
Hace ?an?o frío que ahora e??oy ?emblando por mo?ivo? ajeno? al a?errizaje. ¿Cómo ?e puede vivir a?í? E? ?urreali??a, y má? ?eniendo en cuen?a que e??ábamo? a vein?iún grado? cuando me he levan?ado e??a mañana.
Pero no me queda o?ra que a?en?ir, y e? lo que hago. Agarro mi male?a por el a?a y empiezo a arra??rarla hacia un pequeño e?pacio hormigonado que pa?ará por un aeropuer?o en Healy, pero di??a mucho de la? bullicio?a?
?erminale? del de San Diego.
Philip me adelan?a ?in dificul?ad con una male?a grande colgando de cada mano. Me di?pongo a decirle que puede ex?ender la? a?a? y arra??rar la? male?a? u?ando la? rueda?, pero ju??o en e?e momen?o ?ermina la pi??a y la nieve cubre el ?uelo en ?oda? la? direccione?. Supongo que por e?o la?
lleva a?í: e? impo?ible arra??rar una male?a pe?ada por la nieve.
A pe?ar del gro?or del abrigo y de lo? guan?e? forrado? de piel ?in?é?ica, a medio camino del aparcamien?o (que afor?unadamen?e ?igue libre de nieve), ya e??oy ca?i congelada. No e??oy ?egura de qué ?e ?upone que ?engo que hacer una vez aquí, ni cómo repre?en?a que voy a llegar al in?ernado que dirige mi ?ío, a?í que me vuelvo para pregun?arle a Philip ?i en e??e lugar exi??e Uber o algo parecido. Pero an?e? de que me dé ?iempo a abrir la boca, alguien ?ale de de?rá? de una de la? camione?a? aparcada? y corre hacia mí. Creo que e? mi prima Macy, pero e? difícil de decir pue? va ?apada de lo? pie? a la cabeza con un equipo de pro?ección con?ra la?
inclemencia? del ?iempo.
—¡Ya ha? llegado! —exclama la ma?a andan?e de gorro?, bufanda? y chaque?a?.
No me equivocaba: ?in duda, ?e ?ra?a de Macy.
—Ya he llegado —confirmo con ?equedad.
Me pregun?o ?i aún e??aré a ?iempo de replan?earme lo de la ca?a de acogida. O la emancipación. Cualquier ?i?uación po?ible en San Diego ?iene que ?er mejor que vivir en un lugar cuyo aeropuer?o ?e compone de una minipi??a de a?errizaje y un aparcamien?o enano. A Hea?her le va a dar algo cuando le e?criba para con?ár?elo.
—¡Por fin! —exclama mi prima, y abre lo? brazo? para abrazarme.
E? algo incómodo, en par?e por ?oda la ropa que lleva, pero ?ambién porque, a pe?ar de ?ener un año meno? que yo, que ?engo dieci?ie?e, mide uno? vein?e cen?íme?ro? má?.
—¡Llevo má? de una hora e?perándo?e!
Le doy un abrazo rápido y con?e??o:
—Lo ?ien?o, el avión de?de Sea??le ?e ha re?ra?ado. La ?ormen?a ha complicado el de?pegue.
—Sí, ?uele pa?ar —dice con un mohín—. Seguro que el ?iempo allí e?
aún peor que el nue??ro.
Quiero replicar. Que haya kilóme?ro? de nieve a la redonda y ?ener que llevar pue??o un equipo pro?ec?or que ni lo? a??ronau?a? a mí me parece algo ba??an?e horrible. Pero, a pe?ar de nue??ro paren?e?co, no conozco mucho a Macy, y lo úl?imo que quiero e? ofenderla. Ademá?, apar?e del ?ío Finn y, ahora, Philip, ella e? la única per?ona que conozco aquí. Y ?ambién la única familia que me queda.
De ahí que al final me limi?e a encogerme de hombro?. Le debe de parecer una re?pue??a lo ?uficien?emen?e buena, porque me ?onríe an?e? de volver?e hacia Philip, que ?igue cargando mi equipaje.
—Muchí?ima? gracia? por recogerla, ?ío Philip. Papá dice que ?e debe una caja grande de cerveza.
—Tranquila, Mace. Tenía que ir a hacer uno? recado? a Fairbank? de ?odo? modo? —re?ponde re??ándole impor?ancia, como ?i ?ubir?e a un avión para un viaje de ida y vuel?a de un par de mile? de kilóme?ro? cada ?rayec?o no fue?e gran co?a.
Aunque ?al vez aquí, que no hay nada má? que mon?aña? y nieve mire?
a donde mire? no lo ?ea. De?pué? de ?odo, ?egún Wikipedia, en Healy ?ólo hay una carre?era principal por la que ?e en?ra y ?e ?ale, y a vece? en invierno ha??a é??a ?e cierra.
He pa?ado el úl?imo me? in?en?ando imaginar lo que ?iene que ?er e?o.
Cómo ?iene que ?er vivir a?í. Supongo que e??oy a pun?o de averiguarlo.
—Bueno, de ?odo? modo?, dice que ?e pa?ará a ver?e el vierne? con la cerveza para ver el par?ido. —Se vuelve hacia mí—. A mi padre le ?abe mal no haber podido venir a recoger?e, Grace. Ha ?enido una emergencia en el in??i?u?o y era el único que podía ocupar?e de ello. Pero me ha pedido que le avi?e en cuan?o lleguemo?.
—No ?e preocupe? —re?pondo.
¿Qué o?ra co?a iba a decir? Ademá?, ?i algo he aprendido de?de que mi?
padre? murieron hace un me? e? la poca impor?ancia que ?ienen la mayoría de la? co?a?.
¿Qué má? da quién venga a recogerme mien?ra? llegue al in??i?u?o?
¿Qué má? da con quién vaya a vivir ?i no e? con mamá y papá?
Philip no? acompaña ha??a el e?pacio del aparcamien?o de?pejado de nieve, donde depo?i?a mi? male?a?. Macy ?e de?pide de él con un abrazo rápido. Yo le doy la mano y murmuro:
—Gracia? por venir a por mí.
—Un placer. Si alguna vez ?iene? que volar, ?oy ?u hombre. —Me guiña el ojo y regre?a a la pi??a para ocupar?e de ?u avione?a.
Ob?ervamo? cómo ?e aleja duran?e un par de ?egundo? y, en?once?, Macy ?oma la? a?a? de la? do? male?a? y empieza a arra??rarla? por el diminu?o aparcamien?o. Me indica que haga lo mi?mo con la que yo llevo y obedezco, aunque una par?e de mí ?ólo de?ea volver corriendo a la pi??a con Philip, ?ubir?e en e?a minú?cula avione?a y exigir que la lleven de vuel?a a Fairbank?. O, aún mejor, a ?u hogar en San Diego.
E? una ?en?ación que no hace ?ino empeorar cuando Macy pregun?a:
—¿Quiere? hacer pi?? El ?rayec?o de aquí al cen?ro e? de uno? noven?a minu?o? largo?.
¿Noven?a minu?o?? Pero ?i de?de arriba parecía que ?e podía recorrer la población en?era en quince, vein?e como mucho. Aunque, bueno, de?de lo al?o no he vi??o ningún edificio lo ba??an?e grande como para ?er un in?ernado para cerca de cua?rocien?o? adole?cen?e?. Tal vez el in??i?u?o no e??é ubicado en Healy.
No puedo evi?ar pen?ar en la? mon?aña? y lo? río? que rodean e??e lugar en ?oda? la? direccione? y pregun?arme adónde narice? voy a ir a parar an?e? de que acabe el día. Y dónde exac?amen?e e?pera Macy que orine aquí fuera.
—No, e??oy bien —re?pondo al cabo de un minu?o, aunque ?engo un cier?o male??ar nervio?o en el e??ómago.
Todo el día de hoy ha con?i??ido en llegar ha??a aquí, co?a ba??an?e mala ya de por ?í. Pero, mien?ra? arra??ro la? male?a? en la ?emio?curidad, con el aire gélido golpeándome en la cara a cada pa?o que damo?, ?odo ?e vuelve ?uperreal ?uperrápido. Sobre ?odo cuando mi prima a?ravie?a el aparcamien?o en?ero ha??a la mo?onieve e??acionada jun?o a la acera.
Al principio creo que me e??á ?omando el pelo, pero en?once? empieza a cargar mi? male?a? en el ?rineo a remolque y me doy cuen?a de que e??o va muy en ?erio. E??oy a pun?o de ir en mo?onieve, ca?i de noche, por Ala?ka, y a ?rein?a grado? bajo cero ?i la aplicación del móvil e? de fiar.
Sólo fal?a la Bruja del Oe??e amenazándono? con que caeremo? en ?u poder yo y mi perro. Aunque, bueno, e?o a e??a? al?ura? ?eguramen?e re?ul?aría redundan?e.
Ob?ervo cómo Macy a?egura mi? male?a? en el ?rineo medio horrorizada, medio fa?cinada. Debería ofrecerme a ayudar, pero no ?abría ni por dónde empezar. Lo úl?imo que quiero e? que la? poca? per?enencia?
que me quedan en el mundo acaben e?parcida? por la ladera de una mon?aña, a?í que ?upongo que ?erá mejor que deje la? co?a? en mano? de una exper?a como ella.
—Ten, nece?i?ará? e??o —me dice mi prima mien?ra? abre una bol?a que lleva en ?u ?rineo.
Rebu?ca un momen?o an?e? de ?acar un par de pan?alone? para la nieve y una grue?a bufanda de lana. La? do? prenda? ?on de un ro?a eléc?rico, mi color favori?o cuando era pequeña, aunque ahora no me gu??a ?an?o. Aun a?í, e? eviden?e que Macy lo recordaba de la úl?ima vez que no? vimo?, y no puedo evi?ar emocionarme un poco cuando me lo? ?iende.
—Gracia? —re?pondo, y me e?fuerzo por e?bozar algo parecido a una ?onri?a.
Tra? algún in?en?o fallido, con?igo ponerme lo? pan?alone? por encima de la ropa in?erior ?érmica y lo? pan?alone? de pijama de emoji? (lo?
único? con forro de lanilla que ?engo) que me había pue??o ?iguiendo la?
in??ruccione? de mi ?ío an?e? de ?ubirme al avión en Sea??le. De?pué?
ob?ervo duran?e un largo momen?o cómo lleva Macy envuel?a ?u bufanda mul?icolor alrededor del cuello y de la cara, y hago lo mi?mo con la mía.
E? má? difícil de lo que parece, ?obre ?odo in?en?ar colocarla lo ba??an?e bien como para que no ?e me re?bale de la nariz en cuan?o me muevo.
Pero al final lo con?igo y e? en?once? cuando mi prima me alcanza uno de lo? ca?co? colocado? ?obre el manillar de la mo?onieve.
—El ca?co e??á ai?lado, a?í que, ademá? de pro?eger?e la cabeza en ca?o de acciden?e, ?e man?endrá calen?i?a —me informa—. También lleva una vi?era para pro?eger?e lo? ojo? del aire frío.
—¿Se me pueden congelar lo? ojo?? —pregun?o no poco ?rauma?izada mien?ra? acep?o el ca?co e in?en?o pa?ar por al?o lo que cue??a re?pirar con la bufanda ?obre la nariz.
—Lo? ojo? no ?e congelan —re?ponde Macy con una ri?i?a, como ?i no pudiera con?ener?e—, pero la vi?era evi?ará que ?e lloren y hará que e??é?
má? cómoda.
—Ah, vale. —Agacho la cabeza al ?en?ir el rubor en la? mejilla?—. Soy una idio?a.
—No, qué va. —Macy me rodea lo? hombro? con un brazo y me e??recha con fuerza—. Ala?ka e? mucha Ala?ka. Todo el que llega aquí ?iene que pa?ar por un proce?o de aprendizaje. Pron?o ?e familiarizará? con ?odo.
Yo no me haría dema?iada? ilu?ione?. Me cue??a imaginar que e??e lugar frío y ex?raño me pueda re?ul?ar familiar en algún momen?o, pero no digo nada. Macy ?e ha e?forzado mucho por hacer que me ?ien?a bienvenida.
—Sien?o que haya? ?enido que venir aquí, Grace —con?inúa un ?egundo de?pué?—. A ver, a mí me encan?a que e??é? aquí. E? ?ólo que ojalá no fuera por...
Deja la fra?e ?in ?erminar, pero a e??a? al?ura? ya me he aco??umbrado a e?o. Llevo ?emana? viendo a mi? amigo? y profe?ore? andar?e con pie? de plomo conmigo, y he a?imilado que nadie quiere pronunciar e?a? palabra?.
No ob??an?e, e??oy dema?iado can?ada como para rellenar lo? hueco?, a?í que cuelo la cabeza en el ca?co y lo a?eguro como me ha en?eñado mi prima.
—¿Li??a? —pregun?a una vez que ?engo la cara y la cabeza lo má?
pro?egida? po?ible.
La re?pue??a no ha cambiado de?de que Philip me formuló e?a mi?ma pregun?a en Fairbank?. «No e??oy li??a en ab?olu?o.» —Sí, claro.
E?pero a que ella ?e mon?e ?obre la mo?onieve para colocarme de?rá?.
—¡Agárra?e a mi cin?ura! —gri?a mien?ra? arranca.
Segundo? de?pué? avanzamo? a gran velocidad por la o?curidad que ?e ex?iende infini?amen?e an?e no?o?ra?.
No he ?enido ?an?o miedo en ?oda mi vida.
2 Vivir en una ?orre no ?e convier?e en un príncipe El ?rayec?o no e? ?an malo como pen?aba.
A ver, bueno no e?, pero e?o ?iene má? que ver con el hecho de que llevo ?odo el día viajando y ?ólo quiero llegar ya a alguna par?e, la que ?ea, donde pueda quedarme má? ?iempo que lo que dura una e?cala. O que lo que dura un larguí?imo recorrido en mo?onieve.
Y ?i e?e lugar re?ul?a ?er ?ambién cálido y de?provi??o de la fauna au?óc?ona que oigo aullar en la di??ancia, mejor que mejor. Y má? ?eniendo en cuen?a que ?e me ha dormido ?odo de cin?ura para abajo...
E??oy in?en?ando dar con la forma de de?per?ar mi ?ra?ero en?umecido cuando, de repen?e, no? de?viamo? del camino (y digo «camino» en el ?en?ido má? vago de la palabra) que hemo? e??ado ?iguiendo hacia una e?pecie de me?e?a en la ladera de la mon?aña. Y, ju??o cuando a?rave?amo?
a ?oda pri?a la ené?ima arboleda, veo por fin una? luce? a lo lejo?.
—¡¿E? e?o el in??i?u?o Ka?mere?! —gri?o.
—Sí. —Macy reduce la velocidad un poco y ?or?ea lo? árbole? en zigzag como ?i e??uvié?emo? en una compe?ición de e?lalon—.
Deberíamo? llegar en uno? cinco minu?o?.
Meno? mal. Si ?e alarga mucho má? la co?a perderé un par o ?re? dedo?
de lo? pie?, inclu?o con lo? do? calce?ine? de lana que llevo en cada uno. A ver, ?odo el mundo ?abe que en Ala?ka hace frío, pero nadie ?e imagina ha??a qué pun?o y, la verdad, yo no e??aba preparada.
Oigo o?ro rugido en la di??ancia, pero cuando por fin a?rave?amo? el bo?quecillo cue??a pre??ar a?ención a o?ra co?a que no ?ea el inmen?o edificio que ?enemo? delan?e y cuyo ?amaño aumen?a má? y má? a cada ?egundo que pa?a.
¿O debería decir «el inmen?o ca??illo que ?enemo? delan?e»? Porque la con??rucción que ?e eleva an?e mi? ojo? no ?e a?emeja en nada a un edificio moderno. Y, de?de luego, no ?iene nada que ver con ningún in??i?u?o que haya vi??o. In?en?é bu?carlo en Google an?e? de venir, pero, al parecer, el in??i?u?o Ka?mere e? ?an exclu?ivo que ni ?iquiera el famo?o bu?cador ha oído hablar de él.
Para empezar, diré que e? grande. Pero que muy muy grande. Y ex?en?o. De?de aquí parece que el muro de ladrillo que rodea el ca??illo abarque media mon?aña.
En ?egundo lugar, e? elegan?e. Pero que muy muy elegan?e. Con una arqui?ec?ura que ?ólo había oído de?cribir en mi? cla?e? de Ar?e. En ?u e??ruc?ura predominan lo? arco? abovedado?, lo? arbo?an?e? y una?
enorme? ven?ana? ornamen?ale?.
Y, en ?ercer lugar, conforme no? vamo? aproximando, no puedo evi?ar pregun?arme ?i me engaña la vi??a o ?i realmen?e hay gárgola?, gárgola?
au?én?ica? ?obre?aliendo de lo al?o de lo? muro? del ca??illo. Sé que ?on co?a? de mi imaginación, pero men?iría ?i dijera que no e?peraba ver a Cua?imodo aguardándono? al llegar.
Macy ?e de?iene an?e la inmen?a verja fren?e a la e?cuela e in?roduce un código. Segundo? de?pué?, é??a ?e abre y no? ponemo? en marcha de nuevo.
Cuan?o má? cerca e??amo?, má? ?urreali??a me parece ?odo. E? como ?i e??uvie?e a?rapada en una película de ?error o en un cuadro de Salvador Dalí. «Puede que el in??i?u?o Ka?mere ?ea un ca??illo gó?ico, pero al meno?
no hay ningún fo?o —me digo a mí mi?ma mien?ra? a?rave?amo? una úl?ima arboleda—. Ni ningún dragón que e?cupa fuego pro?egiendo la en?rada.» Sólo hay un acce?o largo y ?erpen?ean?e ?imilar al de cualquier o?ra e?cuela ?ecundaria privada de la? que aparecen en ?elevi?ión, excep?o por el hecho de que e??á cubier?o de nieve. Menuda ?orpre?a. Y porque ?ermina en la? gigan?e?ca? puer?a? maravillo?amen?e ornamen?ada? del in??i?u?o.
Una? puer?a? an?igua?. Puer?a? de ca??illo.
Sacudo la cabeza para aclararme la? idea?. ¿En qué ?e ha conver?ido mi vida?
—¿A que no ha ?ido ?an malo? —pregun?a Macy cuando no? de?enemo?
delan?e del cen?ro levan?ando una nube de nieve a nue??ro pa?o—. Ni ?iquiera no? hemo? encon?rado un caribú, y mucho meno? un lobo.
E? verdad, a?í que a?ien?o y finjo que no e??oy comple?amen?e abrumada. Finjo que no ?engo el e??ómago lleno de nudo? y que ?odo mi mundo no ?e ha vuel?o del revé? por ?egunda vez en un me?. Finjo que e??oy bien.
—Vamo? a ?ubir la? male?a? a ?u cuar?o para que pueda? de?hacerla?. Te ayudará a relajar?e.
Macy ?e baja de la mo?onieve y ?e qui?a el ca?co y el gorro. E? la primera vez que la veo ?in ?odo el equipo con?ra el frío y no puedo evi?ar ?onreír al fijarme en ?u pelo de colore?, cor?o y de?enfadado, que debería e??ar apla??ado y pegado a la cabeza de?pué? de ?re? hora? encerrado en un ca?co y que, ?in embargo, parece recién ?alido de la peluquería.
Lo cual, ahora que lo pien?o, encaja con el re??o de ?u ?er. Con ?u chaque?a, ?u? bo?a? y ?u? pan?alone? para la nieve a juego, parece una modelo de alguna revi??a de moda para la na?uraleza ala?keña.
Yo, en cambio, ?eguro que ?engo el a?pec?o de haberme peleado con un caribú cabreado. Y de haber perdido. Mi?erablemen?e. Y me parece bien, ya que má? o meno? e? a?í como me ?ien?o.
Macy ?e apre?ura a de?cargar mi? male?a? y, en e??a oca?ión, ?oy yo quien levan?a do? de ella?. Pero de?pué? de uno? pa?o? por el largo camino ha??a la? imponen?e? puer?a? del ca??illo ya me cue??a re?pirar.
—E? por la al?ura —dice Macy qui?ándome una de la? male?a? de la mano—. Hemo? ?ubido ba??an?e rápido y, como viene? del nivel del mar, ?ardará? uno? día? en aco??umbrar?e a lo fino que e? el aire aquí arriba.
La idea de no poder re?pirar de?encadena el inicio del a?aque de pánico que apena? he logrado man?ener a raya a lo largo del día. Cierro lo? ojo? e in?piro hondo, o al meno? lo má? hondo que el aire de Ala?ka me permi?e, e in?en?o con?rolarlo.
In?piro, con?engo la re?piración cinco ?egundo?, e?piro. In?piro, con?engo diez ?egundo?, e?piro. In?piro, con?engo cinco ?egundo?, e?piro.
Como me en?eñó la madre de Hea?her. La doc?ora Blake e? p?icóloga y me ha e??ado dando con?ejo? para lidiar con la an?iedad que he ?enido de?de que murieron mi? padre?. Pero no e??oy ?egura de que ?u? con?ejo? puedan comba?ir ?odo e??o má? que mi volun?ad.
Aun a?í, no puedo quedarme aquí congelándome e?ernamen?e, como una de la? gárgola? que me ob?ervan de?de lo al?o. Y meno? ?in?iendo la preocupación de Macy inclu?o con lo? ojo? cerrado?.
In?piro hondo una vez má?, abro lo? ojo? de nuevo y le regalo a mi prima una ?onri?a que e??oy muy lejo? de ?en?ir. Lo de «fingirlo ha??a ?en?irlo» aún e??á de moda, ¿no?
—Todo irá bien —me dice con lo? ojo? lleno? de compa?ión—.
Tranquila, recupera el alien?o. Ya acerco yo la? male?a? a la puer?a.
—Puedo hacerlo.
—En ?erio, no pa?a nada. Relája?e un minu?o. —Levan?a la mano formando el ge??o univer?al de «no ?e mueva?»—. No hay ninguna pri?a.
Su ?ono me ruega que no di?cu?a, a?í que no lo hago. Sobre ?odo porque el a?aque de pánico que e??oy in?en?ando evi?ar ?ólo hace que me cue??e aún má? re?pirar. A?í que a?ien?o y la veo llevar mi? male?a?, de una en una, ha??a la puer?a principal.
En?re?an?o, un fogonazo de color en lo al?o llama mi a?ención. Aparece y de?aparece ?an rápido que no e??oy ?egura de haberlo vi??o de verdad.
Pero en?once? ?e repi?e. Un fogonazo rojo en la ven?ana iluminada de la ?orre má? al?a.
No ?é quién e? ni qué impor?ancia puede ?ener, pero me quedo paralizada. Ob?ervando. E?perando. Pregun?ándome ?i quienquiera que ?ea hará o?ra aparición.
No ?arda mucho en hacerlo.
E? difícil di??inguirlo bien: la di??ancia, la o?curidad y el cri??al di??or?ionado de la ven?ana me lo impiden, pero me parece vi?lumbrar una mandíbula fuer?e, el pelo negro y de?greñado, y una chaque?a roja recor?ada con?ra un fondo de luz.
No e? mucho, y no hay razón para que e?o haya llamado mi a?ención (y, de?de luego, no hay razón para que la ?iga llamando), pero me quedo mirando hacia la ven?ana ?an?o ?iempo que Macy ya ha llevado la? ?re?
male?a? a lo al?o de la? e?calera? ?in que me haya dado cuen?a.
—¡¿Li??a para in?en?arlo de nuevo?! —gri?a de?de la? puer?a?.
—Sí. Por ?upue??o.
Empiezo a recorrer lo? poco? pa?o? que me ?eparan de la? puer?a?
pa?ando por al?o el modo en que ?odo me da vuel?a?. Mal de al?ura: una co?a má? por la que nunca ?uve que preocuparme en San Diego. Fan?á??ico.
Levan?o la vi??a hacia la ven?ana por úl?ima vez, y no me ?orprende nada de?cubrir que quien fuera que me había e??ado ob?ervando ha de?aparecido. Y, ?in embargo, me invade una inexplicable decepción.
Como no ?iene ningún ?en?ido, decido olvidarme de ello: ?engo co?a? má?
impor?an?e? por la? que preocuparme en e??o? momen?o?.
—E??e lugar e? increíble —le comen?o a mi prima mien?ra? empuja una de la? puer?a? y pa?amo? al in?erior.
Y ¡joder! Pen?aba que ?odo e??o del ca??illo con ?u? arco? apun?ado? y ?u ornamen?ada mampo??ería era imponen?e de?de fuera..., pero, ahora que lo he vi??o por den?ro, creo que debería ir haciendo reverencia? por ahí ?in parar. O al meno? inclinando la cerviz. E? que... ¡madre mía! ¡E? increíble!
No ?é adónde mirar primero, ?i al ?echo, con ?u recargada lámpara de araña de cri??al negro, o a la ardien?e chimenea que ocupa ?oda la pared derecha del ve??íbulo.
Al final me decido por la chimenea, por el calor. Y porque e?
ab?olu?amen?e maravillo?a. El marco que la rodea ?e compone de un complejo pa?rón de piedra y vidrio cromado que refleja la luz de la?
llama? por ?oda la e??ancia.
—E? chula, ¿eh? —dice Macy ?onriendo de?rá? de mí.
—Mucho —re?pondo—. E??e ?i?io e?...
—Mágico. Lo ?é —replica y ?ube la? ceja?—. ¿Quiere? ver un poco má??
La verdad e? que ?í. E??o del in?ernado en Ala?ka ?igue ?in convencerme, pero e?o no ?ignifica que no quiera explorar el ca??illo.
Porque, a ver, e? un ca??illo, con ?u? muro? de piedra y ?u? elaborado?
?apice?; no puedo dejar de pararme a admirarlo mien?ra? a?rave?amo? la en?rada hacia una e?pecie de ?ala común.
El único problema e? que cuan?o má? no? aden?ramo? en la e?cuela, con má? alumno? no? vamo? encon?rando. Alguno? e??án de pie en grupi?o?
di?eminado?, hablando y riendo, y o?ro? e??án ?en?ado? a varia? de la?
me?a? de madera rayada de la ?ala, inclinado? ?obre un libro o ?obre la pan?alla de un ?eléfono o un por?á?il. Al fondo de la ?ala, en un rincón, ?irado? ?obre vario? ?ofá? de a?pec?o an?iguo ?apizado? en ?onalidade? de rojo y dorado, hay un grupo de ?ei? chico? jugando a la Xbox en un ?elevi?or enorme, mien?ra? o?ro puñado má? ?e apiña a ?u alrededor para mirar.
Sólo al ir acercándono? caigo en la cuen?a de que no e??án pendien?e?
del videojuego. Ni de ?u? libro?. Ni ?iquiera de ?u? ?eléfono?. Me e??án mirando a mí mien?ra? Macy me guía, y por guiar quiero decir que me exhibe por el cen?ro de la e??ancia. Se me hace un nudo en el e??ómago y agacho la cabeza para ocul?ar mi male??ar eviden?e. En?iendo que ?odo el mundo quiera ver a la nueva, y má? ?i e? la ?obrina del direc?or, pero en?enderlo no hace que ?opor?ar el e?cru?inio de un puñado de de?conocido? re?ul?e má? fácil. Sobre ?odo cuando e??oy convencida de que ?engo el peor ca?o de pelo de ca?co jamá? regi??rado.
E??oy dema?iado ocupada evi?ando el con?ac?o vi?ual y regulando mi re?piración como para hablar mien?ra? a?rave?amo? la ?ala, pero, cuando ?alimo? a un largo y ?inuo?o pa?illo, por fin le digo a Macy:
—No puedo creer que e??udie? aquí.
—Amba? e??udiamo? aquí —me recuerda con una fugaz ?onri?a.
—Sí, pero... —«Yo acabo de llegar y jamá? me había ?en?ido ?an fuera de lugar.» —¿Pero...? —dice enarcando la? ceja?.
—E??o e? una pa?ada.
Echo un vi??azo a la? hermo?a? vidriera? de la? ven?ana? que ?alpican el muro ex?erior y la? moldura? minucio?amen?e ?allada? que decoran el ?echo abovedado.
—Sí. —Reduce el pa?o ha??a que la alcanzo—. Pero ademá? e? un hogar.
—Tu hogar —?u?urro e?forzándome en no pen?ar en la ca?a que he dejado a?rá?, donde la? campana? de vien?o y lo? molinillo? del porche de mi madre eran lo má? emocionan?e que ?enía.
—Nue??ro hogar —re?ponde mien?ra? ?e ?aca el móvil del bol?illo y envía un men?aje rápido—. Ya lo verá?. Por cier?o, mi padre quiere que ?e dé a elegir qué ?ipo de habi?ación quiere?.
—¿Qué ?ipo de habi?ación? —repi?o mirando a mi alrededor mien?ra?
me vienen a la men?e imágene? de fan?a?ma? y armadura? animada?.
—Sí, e? que e??e ?rime??re la? habi?acione? individuale? ya e??án ?oda?
a?ignada?, pero papá me ha dicho que podíamo? mover a alguna? per?ona?
para con?eguir?e una, aunque la verdad e? que e?peraba que qui?iera?
compar?ir cuar?o conmigo. —Sonríe e?peranzada duran?e un in??an?e, pero el ge??o ?e borra pron?o de ?u cara cuando con?inúa—: Aunque en?endería perfec?amen?e que nece?i?a?e? ?ener ?u propio e?pacio de?pué? de...
Ahí e??á la fra?e inacabada de nuevo. Me ?aca de quicio, como ?iempre.
Por lo general lo pa?o por al?o, pero ahora no puedo evi?ar pregun?ar:
—¿De?pué? de qué?
Sólo por e??a vez, quiero que alguien lo diga. Tal vez a?í ?e vuelva má?
real y meno? una pe?adilla. Pero cuando veo que a Macy ?e le cor?a la re?piración en la gargan?a y ?e vuelve del color de la nieve del ex?erior, me doy cuen?a de que no va a ?er ella. Y e? inju??o por mi par?e e?perarlo.
—Lo ?ien?o —?u?urra.
Y ahora parece que e??é a pun?o de echar?e a llorar. Y no. No puede ?er.
De e?o nada. No cuando lo único que me man?iene en?era e? mi ac?i?ud mordaz y mi capacidad para compar?imen?ar. No pien?o arrie?garme a perder el con?rol de ninguna de la? do? co?a?. No aquí, delan?e de mi prima y de cualquier o?ra per?ona que pueda pa?ar. Ni ahora, cuando ?oda? la?
mirada? evidencian que ?oy la nueva a?racción del zoo.
A?í que, en lugar de hundirme en el pecho de Macy y de bu?car el abrazo que ?an de?e?peradamen?e nece?i?o, y en lugar de permi?irme a mí mi?ma pen?ar en cuán?o echo de meno? mi ca?a, a mi? padre? y mi vida, doy un pa?o a?rá? y pongo mi mejor ?onri?a.
—¿Por qué no me en?eña? nue??ra habi?ación?
La preocupación que refleja ?u mirada no di?minuye lo má? mínimo, aunque ahora ha aparecido ?ambién un a?i?bo de alegría.
—¿Nue??ra habi?ación? ¿En ?erio?
Doy un largo ?u?piro para mi? aden?ro? y me de?pido cariño?amen?e de mi ?ueño de di?fru?ar de un poco de ?oledad. No me cue??a ?an?o como creía, aunque, bien pen?ado, en el úl?imo me? he perdido mucho má? que mi propio e?pacio.
—En ?erio. Compar?ir cuar?o con?igo ?uena e??upendo.
Ya la he di?gu??ado una vez, y no e? para nada mi e??ilo. Como ?ampoco lo e? echar a nadie de ?u dormi?orio. Ademá? de ?er algo irre?pe?uo?o y un ac?o de nepo?i?mo, parece ?ambién un modo infalible de cabrear a ?odo el mundo, algo que defini?ivamen?e no con??a en mi li??a de quehacere?.
—¡Genial! —Macy ?onríe y me apri?iona en un abrazo rápido pero in?en?o. De?pué? mira la pan?alla de ?u móvil y pone lo? ojo? en blanco—.
Mi padre aún no ha re?pondido a mi men?aje. E? lo peor, nunca mira el ?eléfono. ¿Te queda? por aquí y voy a por él? Sé que quería ver?e en cuan?o llega?e?.
—Puedo ir con?igo...
—No, ?ién?a?e, Grace. —Señala la? bu?aca? de e??ilo provenzal francé?
?i?uada? a ambo? flanco? de una pequeña me?a de ajedrez en un hueco a la derecha de la e?calera—. Seguro que e??á? ago?ada. Ya voy yo, en ?erio.
Relája?e un minu?o mien?ra? voy a bu?car a mi padre.
Tiene razón. Me duele la cabeza y aún me cue??a re?pirar. A?í que a?ien?o y me dejo caer en la bu?aca má? cercana. E??oy má? que can?ada y ?ólo quiero echar la cabeza hacia a?rá?, con?ra el re?paldo, y cerrar lo? ojo?
un momen?o. Pero ?emo quedarme dormida ?i lo hago. Y no pien?o arrie?garme a ?er la chica a la que pillaron babeando en el pa?illo en ?u primer día... ni nunca.
Má? para evi?ar dormirme que por un in?eré? real, cojo una de la?
figura? del ajedrez y la levan?o delan?e de mí. E??á elaborada con piedra minucio?amen?e ?allada, pero abro lo? ojo? como pla?o? al darme cuen?a de lo que e??oy con?emplando: una repre?en?ación perfec?a de un vampiro, con capa negra incluida y una mueca a?erradora en la que mue??ra lo?
colmillo?. Encaja ?an bien con el rollo gó?ico del ca??illo que no puedo evi?ar que me haga gracia. Ademá?, e??á muy bien hecha.
Ahora, con gran curio?idad, alcanzo una pieza del o?ro lado, y ca?i me echo a reír en voz al?a al ver que ?e ?ra?a de un dragón: feroz, maje??uo?o y con una? ala? gigan?e?. E? ab?olu?amen?e precio?o.
Todo el juego lo e?.
Dejo la pieza en ?u ?i?io y cojo una de o?ro dragón. É??e e? meno? fiero, pero con ?u? ojo? ?oñolien?o? y la? ala? plegada? re?ul?a ?odavía má?
elaborado. Lo ob?ervo con a?ención, fa?cinada por el nivel de de?alle de la figura. Todo, de?de la? pun?a? perfec?a? de la? ala? ha??a la delicada curva de cada garra, refleja el cuidado que pu?o el ar?i??a en cada pieza. Nunca he ?ido mucho de ajedrez, pero e??o? ?rebejo? podrían hacer que llega?e a in?ere?arme.
Devuelvo la figura del dragón a ?u ?i?io y cojo a la reina vampiro del o?ro lado del ?ablero. E? precio?a, con una melena larga y ?uel?a, y una capa capricho?amen?e decorada.
—Yo que ?ú ?endría cuidado con é?a. Su mordedura e? muy doloro?a.
La? palabra?, grave? y ?u?urrada?, ?uenan ?an cerca que ca?i me caigo de la bu?aca. En cambio, me levan?o de un brinco y la pieza de ajedrez e?capa de mi? mano? y cae al ?uelo con gran e??répi?o. De?pué? me vuelvo, al borde del infar?o, y me encuen?ro fren?e a fren?e con el chico má?
in?imidan?e que he vi??o en la vida. Y no ?ólo porque e??é bueno..., que lo e??á.
Y, ?in embargo, hay algo má? en él, algo diferen?e, podero?o y abrumador, pero no ?engo ni idea de qué e?. A ver, ?í. Tiene uno de e?o?
ro??ro? que ?an?o le? gu??aba de?cribir a lo? poe?a? del ?iglo XIX:
dema?iado in?en?o como para ?er hermo?o y dema?iado imponen?e como para ?er ninguna o?ra co?a.
Lo? pómulo?, muy marcado?.
Lo? labio?, rojo? y carno?o?.
La mandíbula, ?an afilada que podría cor?ar la piedra.
La piel, li?a y alaba??rina.
Su? ojo?... do? ob?idiana? profunda? que ?odo lo ven y que nada revelan, rodeada? de la? pe??aña? má? larga? y ?exi? que haya vi??o jamá?.
Y, lo que e? peor, e?o? ojo? omni?cien?e? e??án fijo? en mí ahora mi?mo, y de repen?e me a?erra que pueda ver ?odo lo que con ?an?a in?en?idad y duran?e ?an?o ?iempo me he e?forzado en ocul?ar. In?en?o agachar la cabeza, arrancar mi mirada de la ?uya, pero ?oy incapaz. Me ?iene a?rapada, hipno?izada por la? ola? de puro magne?i?mo que emanan de él.
Trago ?aliva para recuperar el alien?o.
No funciona.
Ahora ?onríe; un ex?remo de ?u boca ?e curva hacia arriba formando una media ?onri?a que ?ien?o en cada una de mi? célula?, co?a que no hace ?ino empeorarlo ?odo, pue? ?u ge??o indica que ?abe perfec?amen?e el efec?o que e??á ejerciendo ?obre mí. Y, lo que e? peor, que lo e??á di?fru?ando.
Al caer en e??o, me invade la rabia, borrando el a?urdimien?o que me dominaba de?de la muer?e de mi? padre?, de?per?ándome de e?e e??upor que era lo único que evi?aba que me pa?ara lo? día? gri?ando por lo inju??o que era ?odo. Por el dolor y el horror y la impo?encia que ?e habían apoderado de mi vida.
No e? una ?en?ación agradable. Y el hecho de que quien me haya obligado a ?en?irla haya ?ido e??e ?ío, con e?a ?onri?a y e?a cara y e?o? ojo?
que ?e niegan a liberarme a pe?ar de que me reclaman que no mire dema?iado a fondo, me cabrea má? ?odavía.
Y e? preci?amen?e e?a rabia la que al final me proporciona la fuerza ?uficien?e como para zafarme de ?u mirada. Apar?o la vi??a y bu?co de?e?perada cualquier o?ra co?a en la que fijarla.
Decidida a evi?ar ?u? ojo?, miro a cualquier lugar excep?o a ello?. Con la mala for?una de que mi mirada a?erriza en ?u figura, al?a y fuer?e. Ojalá no lo hubiera hecho, porque lo? vaquero? negro? y la cami?e?a que lleva le marcan el e??ómago y lo? bícep?, duro? y definido?. Por no hablar de e?o?
hombro? ?an ancho?, que ?on lo? que me han bloqueado la vi??a en primer lugar.
Si ?enemo? ?ambién en cuen?a el cabello, den?o y o?curo, un poco dema?iado largo, ju??o a la al?ura de e?o? pómulo? ver?igino?o?, no me queda o?ra que rendirme y admi?ir que, inclu?o a pe?ar de la ?onri?a imper?inen?e, e??e chico e??á ?remendo.
Algo malo?e, muy rebelde y del ?odo peligro?o.
El poco oxígeno con el que he con?eguido aba??ecer a mi? pulmone? a e??a al?i?ud de?aparece por comple?o al darme cuen?a de e??o. Co?a que me cabrea má? aún ?i cabe, porque, en ?erio, ¿en qué momen?o me he conver?ido en la prota de una novela román?ica? ¿La chica nueva bebiendo lo? vien?o? por el chico má? guapo e inalcanzable del in??i?u?o? E?
a?quero?o. Y no va a pa?ar.
Decidida a cor?ar de raíz lo que quiera que ?ea e??o, me obligo a mirarlo a la cara de nuevo. E??a vez, cuando nue??ra? mirada? ?e encuen?ran y chocan, me doy cuen?a de que no impor?a que yo e??é ac?uando como un au?én?ico cliché de novela román?ica.
Porque él no lo hace.
Percibo a ?imple vi??a que e??e chico mi??erio?o de ojo? hermé?ico? y ac?i?ud pa?o?a no e? el pro?agoni??a de ninguna hi??oria. Y meno? de la mía.
3 La? reina? vampiro no ?on la? única?
que ?ienen una mordedura doloro?a Decidida a no dejar que e??a lucha de mirada? que parece una e?pecie de demo??ración de dominio con?inúe, bu?co algo con lo que romper la ?en?ión. Y encuen?ro la re?pue??a en lo único que realmen?e me ha dicho ha??a ahora.
—¿Quién ?iene una mordedura doloro?a?
Se agacha, recoge la figura que ?e me había caído y ?o??iene la reina para que la vea.
—No e? muy ?impá?ica.
Me quedo mirándolo perpleja.
—E? una pieza de ajedrez.
Su? ojo? de brillan?e ob?idiana me devuelven la mirada.
—¿Y...?
—Pue? que e? una pieza de ajedrez. E??á hecha de mármol. No puede morder a nadie.
Inclina la cabeza como queriendo decir: «Nunca ?e ?abe».
—«Hay má? co?a? en el cielo y el infierno, Horacio, que la? que con?empla ?u filo?ofía.» —En la ?ierra —le corrijo ?in pen?ar.
Enarca una o?cura ceja en un ge??o in?errogan?e, a?í que con?inúo:
—La fra?e e? «Hay má? co?a? en el cielo y en la ?ierra, Horacio».
—¿Ah, ?í? —Su expre?ión no cambia, pero ?u voz ha adquirido un ?ono burlón que an?e? no ?enía, como ?i fue?e yo la que e??á equivocada, y no él.
Pero ?é que ?engo razón. En cla?e de Li?era?ura Avanzada ju??o leímo?
Hamlet el me? pa?ado, y mi profe?or ?e pa?ó hora? hablando de e?a fra?e —. Creo que me gu??a má? mi ver?ión.
—¿Aunque e??é mal?
—Sobre ?odo porque e??á mal.
No ?engo ni idea de qué ?e ?upone que ?engo que re?ponder a e?o, a?í que niego con la cabeza. Me pregun?o ?i me perdería ?i me largara a bu?car a Macy y al ?ío Finn. Probablemen?e ?í, ?eniendo en cuen?a el ?amaño de e??e lugar, pero e??oy empezando a pen?ar que debería arrie?garme. Porque, cuan?o má? ?iempo pa?o aquí, má? veo que e??e chico me in?pira ?an?o miedo como in?riga. No ?é cuál de la? do? co?a? e? peor.
Y a cada ?egundo que pa?a ?engo meno? claro ?i quiero averiguarlo.
—He de irme —me obligo a decir y, en?once?, me doy cuen?a de que e??oy apre?ando la mandíbula.
—Sí, por ?upue??o. —Da un pa?o a?rá? y ?eñala con un ge??o hacia la ?ala común que acabamo? de a?rave?ar Macy y yo—. La puer?a e??á por ahí.
No e? la re?pue??a que e??aba e?perando y me pilla de?prevenida.
—¿Y qué me quiere? decir con e?o? ¿Que no me golpee al ?alir?
Se encoge de hombro?.
—Mien?ra? ?e largue? de aquí, me da igual ?i ?e golpea? o no. Ya le adver?í a ?u ?ío que aquí no e??aría? ?egura, pero e??á claro que no ?e ?iene mucha e??ima.
Su? palabra? me cabrean ?obremanera y eliminan por comple?o lo?
re?quicio? del e??upor que me a?olaba.
—¿Y quién ?e ?upone que ere? ?ú? ¿El comi?é de recibimien?o de?agradable de Ka?mere?
—¿Recibimien?o de?agradable? —Su ?ono e? ?an imper?inen?e como ?u cara—. Créeme, é??e e? el recibimien?o má? agradable que va? a ?ener aquí.
—¿Ah, ?í? —Enarco la? ceja? y ex?iendo lo? brazo? a mi alrededor—.
¿La gran bienvenida a Ala?ka?
—Má? bien, bienvenida al infierno. Venga, lárga?e.
E??o úl?imo lo dice con un rugido que hace que el corazón ?e me ?uba a la gargan?a. Pero ?ambién eleva mi mala leche ha??a nivele?
e??ra?o?férico?.
—¿E? el palo que ?iene? me?ido en el culo lo que hace que ?ea? ?an capullo? —pregun?o—. ¿O e? ?u encan?adora y na?ural per?onalidad?
Lo digo rápido, furio?a, ?in apena? darme cuen?a. Pero, una vez pronunciada? la? palabra?, no me arrepien?o de haberla? ?ol?ado. Y meno?
al de?cubrir ?u cara de ?orpre?a y ver cómo ?e le borra por fin e?a fa??idio?a ?onri?i?a.
Al meno? duran?e un minu?o. De?pué?, con?raa?aca.
—He de decir?e que ?i é?a e? ?u mejor arma, ?e doy como máximo una hora.
No debería pregun?ar, pero lo dice con ?an?o engreimien?o que no puedo con?rolarme.
—¿An?e? de qué?
—An?e? de que alguien ?e ?e coma. —No lo dice, pero lo de «obviamen?e» viene implíci?o en ?u ?ono, y e?o me cabrea má? aún.
—¿En ?erio? —Pongo lo? ojo? en blanco—. Y no pen?ará? hacerlo ?ú, ¿verdad?
—Pfff, pa?o. —Me mira de arriba abajo—. No me ?erviría? ni de merienda. —En?once? ?e acerca y ?e agacha ha??a que llega a la al?ura de mi oreja y me ?u?urra—: Aunque ?al vez como aperi?ivo...
Cierra lo? dien?e? produciendo un fuer?e cha?quido que me hace pegar un brinco y ?emblar al mi?mo ?iempo. Co?a que de?e??o... profundamen?e.
Echo un vi??azo a nue??ro alrededor para comprobar ?i hay algún ?e??igo de e??a ?i?uación, pero a?í como an?e? ?odo? lo? ojo? e??aban pue??o? en mí, ahora parecen evi?ar mirar en mi dirección. Un pelirrojo larguirucho inclu?o man?iene la cabeza girada de forma an?ina?ural hacia un lado mien?ra? recorre la ?ala de ?al manera que ca?i choca con o?ro alumno.
E?o me dice ?odo lo que nece?i?o ?aber ?obre e??e chico.
Decidida a recuperar el con?rol de la ?i?uación, y de mí mi?ma, doy un gran pa?o a?rá?. De?pué?, haciendo ca?o omi?o a lo? fuer?e? la?ido? de mi corazón y a lo? p?erodác?ilo? que ale?ean en mi e??ómago, pregun?o:
—¿Qué narice? ?e pa?a? —En ?erio, ?iene lo? modale? de un o?o polar rabio?o.
—¿Tiene? un ?iglo o ?re??
La ?onri?i?a ha vuel?o; e??á claro que le enorgullece ?acarme de quicio y, por un momen?o, pien?o en lo ?a?i?fac?orio que ?ería darle un puñe?azo en ?oda la boca.
—¿Sabe? qué? No ?iene? por qué ?er ?an...
—No me diga? lo que ?engo que ?er o lo que no. No cuando no ?iene? ni idea de dónde ?e ha? me?ido viniendo aquí —me amenaza.
—¡Ay, no! —Pongo cara de e??ar a?errada—. ¿Ahora viene cuando me habla? de lo? horrible? mon??ruo? del lugar y de la ho??il fauna de Ala?ka?
—No, ahora viene cuando ?e mue??ro a lo? horrible? mon??ruo? de e??e ca??illo.
Da un pa?o adelan?e reduciendo la e?ca?a di??ancia que había logrado poner en?re no?o?ro?. Y ya e??á o?ra vez mi corazón la?iendo como un pájaro enjaulado de?e?perado por e?capar?e.
Lo odio.
Odio que me haya vencido. Y odio que e??ar ?an cerca de él me haga ?en?ir un mon?ón de co?a? que no debería por un ?ío que e??á ?iendo un ab?olu?o capullo conmigo. Y odio má? aún e?a expre?ión en ?u? ojo? que me dice que ?abe perfec?amen?e lo que e??oy ?in?iendo.
Reaccionar de e??a manera an?e ?u pre?encia cuando parece que lo único que ?ien?e él por mí e? de?precio re?ul?a humillan?e, a?í que doy un ?embloro?o pa?o a?rá?. Y de?pué? o?ro. Y o?ro.
Pero me ?igue, avanzando un pa?o por cada uno que yo re?rocedo ha??a que me veo a?rapada en?re ?u cuerpo y la me?a de ajedrez, que ?e me clava con?ra la par?e ?ra?era de lo? mu?lo?. Y, a pe?ar de que no ?engo adónde huir y de que e??á ca?i pegado a mí, ?e inclina má? ?odavía y ?e acerca má?
aún, ha??a que puedo no?ar ?u alien?o en la mejilla y el roce de ?u ?edo?o cabello negro en la piel.
—Pero ¿qué...? —El e?ca?o alien?o que he logrado recuperar ?e me queda a?rapado en la gargan?a—. ¿Qué hace??
Ex?iende la mano por de?rá? de mí. Al principio no re?ponde. Pero, cuando ?e apar?a, ?iene una de la? figura? de lo? dragone? en la mano. La ?o??iene an?e mí para que la vea, con una ceja en al?o con aire provocador, y con?e??a:
—Era? ?ú quien quería ver lo? mon??ruo?.
É??e e? feroz, con lo? ojo? en?recerrado?, la? garra? amenazadora? y la boca abier?a para mo??rar ?u? dien?e? afilado?. Pero ?igue ?iendo ?ólo una pieza de ajedrez.
—No me dan miedo lo? dragone? de ocho cen?íme?ro?.
—Ya, bueno, pue? deberían dár?elo.
—Ya, bueno, pue? no me lo dan.
Mi? palabra? ?alen má? ahogada? de lo que pre?endía, porque, aunque haya re?rocedido un pa?o, ?igue e??ando dema?iado cerca. Tan?o que aún ?ien?o ?u re?piración en la mejilla y el calor que irradia ?u cuerpo. Tan?o que ?i in?pira?e hondo acabaría pegando mi pecho al ?uyo.
La idea de?a?a un nuevo caleido?copio de maripo?a? en mi in?erior. No puedo alejarme má?, pero puedo inclinarme un poco hacia a?rá? ?obre la me?a. Y lo hago mien?ra? e?o? ojo? in?ondable? ob?ervan cada uno de mi?
movimien?o?.
Se hace el ?ilencio en?re no?o?ro? duran?e uno..., diez..., vein?icinco ?egundo?, ha??a que por fin pregun?a:
—Y ?i no ?eme? a lo? mon??ruo?, ¿a qué le ?iene? miedo?
Me vienen a la men?e la? imágene? del coche de mi? padre? hecho un ama?ijo, ?eguida? de la? de ?u? cuerpo? mal?recho?. Yo era la única familia que ?enían en San Diego (o en cualquier lugar, a excepción de Finn y Macy), a?í que ?uve que ir yo mi?ma a la morgue. Tuve que ir yo a iden?ificar lo? cuerpo? y ?ambién ?uve que verlo? magullado? y en?angren?ado? y ro?o? an?e? de que la funeraria lo? hubie?e recompue??o.
Sien?o que ?e forma una angu??ia conocida en mi in?erior, pero hago lo que llevo ?emana? haciendo: ignorarla. Fingir que no exi??e.
—A poca? co?a? —re?pondo con la mayor ligereza po?ible—. Cue??a ?emer algo cuando ya ha? perdido ?odo lo que ?e impor?a.
Mi? palabra? lo dejan helado. Su cuerpo ?e ?en?a de ?al manera que parece que vaya a romper?e en cualquier momen?o. Inclu?o ?u? ojo?
cambian, la rabia va de?apareciendo de un parpadeo al ?iguien?e, ha??a que ?ólo queda calma. Calma y un dolor ?an profundo que cue??a de?ec?arlo ?ra? la? capa? y capa? de defen?a que ha creado.
Pero lo veo. E? má?, ?ien?o cómo llama a mi propio dolor. E? una ?en?ación horrible y alucinan?e al mi?mo ?iempo. Tan horrible que apena?
puedo ?opor?arla. Y ?an alucinan?e que no puedo de?enerla. A?í que no lo hago. Y él ?ampoco. En vez de e?o, permanecemo? ahí, quie?o?.
Deva??ado?. Conec?ado? por nue??ra? re?pec?iva? pe?adilla? de un modo que puedo no?ar aunque no llego a comprender.
No ?é cuán?o ?iempo no? quedamo? a?í, mirándono? a lo? ojo?.
Reconociendo el dolor del o?ro, porque no podemo? reconocer el propio.
El ?iempo ?uficien?e como para que ?oda la ho??ilidad que ?en?ía hacia él de?aparezca.
El ?iempo ?uficien?e como para ver la? mo?a? pla?eada? en ?u? ojo? del color de la medianoche, e??rella? lejana? brillando en la o?curidad que no in?en?a ocul?ar.
Má? que ?uficien?e como para con?rolar mi corazón de?bocado. Al meno? ha??a que acerca la mano y coge con ?uavidad uno de mi? millone?
de rizo?.
Y a?í, ?in má?, me olvido o?ra vez de re?pirar.
Un calor me a?ravie?a el cuerpo en?ero cuando e??ira el mechón y dejo de ?en?ir frío por primera vez de?de que he abier?o la puer?a de la avione?a de Philip al a?errizar en Healy. E? confu?o y abrumador, y no ?engo ni idea de qué hacer al re?pec?o.
Hace cinco minu?o?, e??e chico e??aba ?iendo un au?én?ico capullo conmigo. Y ahora... ahora no ?é qué pen?ar. Sólo que nece?i?o e?pacio. Y dormir. Y poder re?pirar duran?e uno? minu?o?.
Con e?o en men?e, levan?o la? mano? y empujo ?u? hombro? en un in?en?o de apar?arlo para que me dé un poco de e?pacio. Pero e? como empujar una pared de grani?o. No cede. No ha??a que ?u?urro:
—Por favor.
E?pera un ?egundo má?, puede que do?, o ?re?, ha??a que me ?ien?o confundida y empiezan a ?emblarme la? mano?, an?e? de dar un pa?o a?rá?
y ?ol?ar el rizo.
De?pué? ?e pa?a la mano por el cabello o?curo. Su largo flequillo ?e apar?a lo ?uficien?e como para revelar una irregular cica?riz que va de?de el cen?ro de ?u ceja izquierda ha??a la comi?ura izquierda de ?u boca. E?
fina y blanca, apena? vi?ible con?ra ?u piel pálida, pero ahí e??á, e?pecialmen?e ?i mira? la malvada uve que forma en el ex?remo de ?u o?cura ceja.
E??o debería re??arle a?rac?ivo, debería hacer algo, lo que ?ea, para negar el increíble poder de ?u a?pec?o. Pero, por alguna razón, la cica?riz no hace ?ino enfa?izar el peligro; hace que deje de ?er un chico de a?pec?o angelical má? y lo convier?e en alguien mil vece? má? cau?ivador. Un ángel caído con un rolli?o de chico malo... y un millón de hi??oria? que re?paldan e?e rolli?o.
Y e?o, combinado con el dolor que he podido ?en?ir en ?u in?erior, lo hace ?odavía má?... humano. Má? cercano y má? deva??ador, a pe?ar de la?
oleada? de o?curidad que emana. Una cica?riz como é??a ?ólo puede cau?arla una herida inimaginable. Cien?o? de pun?o?, múl?iple?
operacione?, me?e?, ?al vez año? de recuperación. De?e??o que haya ?ufrido ?an?o, no ?e lo de?eo a nadie, y meno? a e??e chico que me fru??ra, me a?erra y me pone a par?e? iguale?.
Sabe que he vi??o la cica?riz. Lo no?o por el modo en que en?recierra lo?
ojo?, por el modo en que ?u? hombro? ?e ?en?an y cierra cada mano en un puño. Por el modo en que agacha la cabeza para que el pelo vuelva a cubrirle la mejilla.
Lo de?e??o. De?e??o que pien?e que ?iene que e?conder algo que debería lucir como una medalla de honor. Se requiere mucha fuerza para pa?ar por algo a?í, para ?uperarlo, y debería e??ar orgullo?o de po?eer e?a fuerza. No avergonzado de la marca que le ha quedado.
Sin ?iquiera haber ?omado la deci?ión con?cien?e de hacerlo, levan?o la mano y cubro con ella ?u mejilla cica?rizada. Su? ojo? o?curo? ?e encienden de furia y creo que va a apar?ármela de un mano?azo. Pero al final no lo hace. Se queda quie?o y deja que la acaricie con el pulgar duran?e un buen ra?o.
—Lo lamen?o —?u?urro cuando mi voz logra a?rave?ar por fin el nudo de compa?ión que ?e me había formado en la gargan?a—. E??o ?uvo que doler?e muchí?imo.
No re?ponde. En ?u lugar, cierra lo? ojo?, hunde el ro??ro en la palma de mi mano e in?pira de forma profunda y en?recor?ada. De?pué? ?e apar?a y pone di??ancia en?re no?o?ro? por primera vez de?de que me ha apri?ionado con?ra la me?a, hace lo que me parece ?oda una vida.
—No ?e en?iendo —me dice de repen?e con una voz de magia negra ?an baja que ?engo que e?forzarme por oírlo.
—«Hay má? co?a? en el cielo y en el infierno, Horacio, que la? que con?empla ?u filo?ofía» —re?pondo u?ando deliberadamen?e ?u fra?e errónea.
Sacude la cabeza como in?en?ando aclarár?ela. In?pira hondo y deja ?alir el aire muy de?pacio.
—Si no ?e va?...
—No puedo irme —le cor?o—. No ?engo adónde ir. Mi? padre?...
—Han muer?o. Lo ?é. —Sonríe con ?ri??eza—. Bien, pue? ?i no va? a marchar?e, ?iene? que e?cucharme muy pero que muy a?en?amen?e.
—¿Qué quiere?...?
—In?en?a pa?ar de?apercibida. No mire? duran?e dema?iado ra?o a nadie ni a nada. —Se inclina hacia delan?e, y ?u voz ?e ?orna grave para ?erminar —: Y ánda?e ?iempre con ojo, ?iempre.
4 Lo? príncipe? azule?
?on ?an del ?iglo pa?ado...
—¡Grace! —e??alla la voz de mi ?ío Finn por el pa?illo, y me vuelvo hacia él de forma in??in?iva.
Sonrío y lo ?aludo con la mano, aunque una par?e de mí e??á paralizada en el ?i?io ?ra? recibir lo que ha ?onado como una amenaza e?pan?o?a.
Me vuelvo para enfren?arme a mí??er Al?o, O?curo y Ari?co, y pregun?arle a qué debería ?enerle ?an?o miedo exac?amen?e, pero ya no e??á.
Echo un vi??azo a mi alrededor, decidida a averiguar hacia dónde ha ido; ?in embargo, an?e? de poder verlo, el ?ío Finn me envuelve en un enorme abrazo de o?o y me levan?a del ?uelo. Me aferro a él con ?oda? mi?
fuerza? y dejo que ?u reconfor?an?e e?encia me invada, la mi?ma fragancia ?ilve??re que po?eía mi padre.
—Sien?o no haber podido ir a recoger?e al aeropuer?o. Un par de chico?
?e han hecho daño y he ?enido que quedarme para ocuparme de co?a? aquí.
—Tranquilo. ¿E??án bien?
—Sí. —Sacude la cabeza—. No ?on má? que un par de idio?a? haciendo el idio?a. Ya ?abe? cómo ?on lo? chico?. —Me di?pongo a decirle que no ?engo ni idea de cómo ?on lo? chico?, ?irva de ejemplo mi úl?imo encuen?ro con uno de ello?, pero un ex?raño in??in?o que no alcanzo a comprender me advier?e de que no le mencione al chico con el que acabo de hablar. A?í que no lo hago. Decido reír y a?en?ir en ?u lugar—. Pero no hablemo? de lo? quehacere? de un direc?or —dice e??rechándome para darme o?ro abrazo rápido an?e? de echar?e hacia a?rá? para analizar mi ro??ro—. ¿Qué ?al el viaje? Y, lo que e? má? impor?an?e, ¿cómo ?e encuen?ra??
—Ha ?ido largo —le re?pondo—. Pero ?odo ha ido e??upendamen?e. Y yo e??oy bien.
La fra?e del día.
—Seguro que e?o de «bien» e? un decir —?u?pira—. E??a? úl?ima?
?emana? ?ienen que haber ?ido muy difícile? para ?i. Ojalá hubie?e podido quedarme má? ?iempo ?ra? el funeral.
—No ?e preocupe?. La inmobiliaria a la que llama??e ?e ocupó de ca?i ?odo. Y Hea?her y ?u madre ?e encargaron del re??o. En ?erio.
E? eviden?e que quiere decir algo má?, pero ?ampoco le ape?ece en?rar en una conver?ación profunda en pleno pa?illo. A?í que al final a?ien?e y dice:
—E??á bien. Ve a in??alar?e con Macy. Pero ven a verme mañana por la mañana, hablaremo? de ?u horario. Y de pa?o ?e pre?en?aré a nue??ra orien?adora, la doc?ora Wain?righ?. Creo que ?e caerá bien.
Genial. La doc?ora Wain?righ?. La orien?adora del in??i?u?o, que ?ambién e? p?icóloga, ?egún la madre de Hea?her. Y no una p?icóloga cualquiera. Mi p?icóloga, al parecer, pue? ?an?o ella como mi ?ío opinan que nece?i?o una. Yo ?engo mi? objecione?, pero, pue??o que he ?enido que e?forzarme mucho para no llorar en la ducha cada mañana duran?e el úl?imo me?, ?upongo que ?al vez no me venga mal del ?odo.
—Claro. Hecho.
—¿Tiene? hambre? Haré que ?e lleven algo de comer, ya que ?e ha?
perdido la hora de la cena. Y hay un ?ema del que hemo? de hablar. — En?recierra lo? ojo? y me ob?erva con de?enimien?o—. Aunque... ¿cómo lleva? la al?i?ud?
—Bien. No fan?á??icamen?e bien, pero bien.
—Ya. —Me mira de arriba abajo y de?pué? refunfuña compren?ivo an?e? de volver?e hacia Macy—. A?egúra?e de que ?e ?ome un par de ibuprofeno? cuando llegue a la habi?ación. Y de que beba mucha agua. Le pediré a alguien que ?e lleve una ?opa y un refre?co. Algo ligero para e??a noche, y a ver cómo ?e encuen?ra? por la mañana.
«Ligero» ?uena perfec?o. Sólo de pen?ar en comer me en?ran gana? de vomi?ar.
—Vale.
—Me alegro de que e??é? aquí, Grace. Y ?e prome?o que ?odo irá ?iendo má? fácil.
A?ien?o. ¿Qué o?ra co?a voy a hacer? Yo no me alegro de e??ar aquí.
Ahora mi?mo, para mí e??ar en Ala?ka e? como e??ar en la luna, pero e?pero que ?odo vaya ?iendo má? fácil. Sólo quiero pa?ar un día ?in ?en?irme como una mierda.
E?peraba que fuera mañana mi?mo, pero ?ra? conocer a mí??er Al?o, O?curo y Ari?co ?ólo puedo pen?ar en ?u cara cuando me ha dicho que me fuera del in??i?u?o Ka?mere. Y en cómo ?e ha enfurecido cuando me he negado. A?í que... probablemen?e no lo ?ea.
Como imagino que ya hemo? ?erminado, cojo el a?a de una de mi?
male?a?. Pero en?once? mi ?ío dice:
—Deja e?o. Le pediré a uno de lo? chico? que... —Deja la fra?e inacabada y gri?a hacia el pa?illo—. ¡Eh, Flin?! ¿Me echa? una mano?
Macy emi?e un ?onido a medio camino en?re un gruñido y un e??er?or de la muer?e cuando ?u padre empieza a recorrer el pa?illo, ?upongo que para in?en?ar alcanzar al ?al Flin?.
—Venga, vámono? an?e? de que papá lo a?rape.
Coge do? de mi? male?a? y prác?icamen?e ?ale corriendo hacia la?
e?calera?.
—¿Qué ?iene de malo el ?al Flin?? —pregun?o mien?ra? agarro la male?a que queda e in?en?o ?eguirle el ri?mo.
—¡Nada! E? genial. E? increíble. Y... e??á ?uperbueno. No e? preci?o que no? vea a?í.
Imagino que quiere decir que no e? preci?o que me vea a mí a?í; ?eguro que parezco medio moribunda.
—Pero ?i e??á? fan?á??ica.
—Eh... no. No, qué va. Venga, vamo?. Vámono? an?e?...
—¡Eh, Mace! No ?e preocupe? por la? male?a?. Ya la? ?ubo yo.
Una voz profunda re?uena de?de vario? pa?o? por debajo de no?o?ra?, y me vuelvo ju??o a ?iempo de ver a un chico con uno? vaquero? ra?gado? y una cami?e?a blanca que corre hacia mí. E? al?o, ca?i ?an al?o como mí??er Al?o, O?curo y Ari?co, y parece igual de fuer?e. Pero ahí e? donde ?erminan ?oda? la? ?imili?ude?, porque aquel o?ro chico era ?aci?urno y frío, mien?ra?
que é??e e? de?enfadado y cordial.
Tiene uno? ojo? ambarino? y brillan?e? que parecen arder de?de ?u in?erior.
Y la piel cálida y morena.
Y un pelo negro y afro que le queda genial.
Quizá lo má? in?ere?an?e de ?odo ?ea el hecho de que ?u? ojo? parecen ?onreír, ?odo lo con?rario a la frialdad de lo? del o?ro, gélido? como la?
e??rella? que ?e ven por la ven?ana en el infini?o azul de la medianoche.
—Tranquilo, ?i ya e??á —dice Macy, pero él hace ca?o omi?o y ?ube lo?
e?calone? de ?re? en ?re?.
Primero ?e de?iene a mi lado y me qui?a con ?uavidad el a?a de la mano, co?a que no le debe de co??ar mucho, ya que la ?o??engo a dura? pena?.
—Hola, chica nueva. ¿Cómo e??á??
—Pue? bien, un poco...
—¡E??á mareada, Flin?! —gri?a mi ?ío de?de abajo—. Le afec?a la al?ura.
—Ah, ya. —Su? ojo? ?e iluminan con compa?ión—. E? un a?co.
—Un poco, ?í.
—Bueno, pue? venga, chica nueva. Súbe?e a mi e?palda. Te llevo.
La mera idea hace que ?e me revuelva aún má? el e??ómago.
—Eh... ¿qué? N-no, gracia?. —Me apar?o un poco de él—. Puedo caminar...
—Venga. —Dobla la? rodilla? para que me re?ul?e má? fácil agarrarme a ?u? anchí?imo? hombro?—. Te quedan aún ?re? ?ramo? largo?.
Efec?ivamen?e, quedan ?re? ?ramo? largo?, pero preferiría morir an?e?
que ?ubirme a la e?palda de un de?conocido.
—Seguro que a ?i ?e ?e hacen má? largo? aún ?i me lleva?.
—Qué va. Ere? diminu?a, ?erá como no llevar nada. Venga, ¿va? a ?ubir o voy a ?ener que levan?ar?e y cargar?e ?obre el hombro?
—No ?erá? capaz —le digo.
—Ponme a prueba —coque?ea con una ?onri?a ?an encan?adora que me hace reír.
Pero no pien?o ?ubirme a ?u e?palda. No pien?o ?ubir la? e?calera? ni a lomo? ni ?obre el hombro de uno de lo? ?ío? má? bueno? del in??i?u?o. Ni hablar. Me da igual lo mucho que me e??é afec?ando la al?i?ud.
—Gracia? por el ofrecimien?o, en ?erio. —Le ?onrío lo mejor que puedo en e??o? momen?o?—. Pero creo que iré ?ubiendo de?paci?o. E??aré bien.
Flin? niega con la cabeza.
—¿Te??aruda? —Pero no in?i??e como me ?emía que iba a hacer. En lugar de e?o, pregun?a—: ¿Puedo al meno? ayudar?e a ?ubir? De?e??aría ver?e caer por la? e?calera? ?u primer día aquí.
—¿Ayudarme? ¿Cómo? —Lo miro con recelo.
—A?í —dice de?lizando el brazo por mi cin?ura.
An?e el ine?perado con?ac?o, me pongo rígida.
—¿Qué e??á?...?
—A?í puede? apoyar?e en mí ?i ?e can?a? mucho, ¿vale?
Iba a decirle que de e?o nada, pero la ?onri?a en ?u? brillan?e? ojo?
ambarino? al mirarme, como ?i ju??o e?perara que lo hiciera, me hace cambiar de idea. Bueno, e?o y el hecho de que ?an?o el ?ío Finn como Macy parecen e??ar de acuerdo con ?odo el ?ema.
—Vale, e??á bien —re?pondo con un ?u?piro, y ?odo empieza a dar vuel?a? a mi alrededor—. Por cier?o, ?oy Grace.
—Sí, ya lo ?é. Fo??er no? dijo que vendría?. —Se dirige hacia la?
e?calera? empujándome con?ra él con el brazo alrededor de mi cin?ura—.
Yo ?oy Flin?.
Se de?iene un in??an?e a lo? pie? de la? e?calera? y hace ademán de coger la? male?a?.
—No ?e preocupe? por la? male?a? —dice Macy, y ?u voz ?uena como ?re? oc?ava? má? aguda de lo normal—. Puedo ?ubirla? yo.
—No me cabe duda, Mace. —Le guiña un ojo—. Pero ya que me he ofrecido volun?ario, aprovécha?e de mí.
Ac?o ?eguido, coge do? de la? male?a? con la mano izquierda y comienza a a?cender.
Por ?uer?e empezamo? de?paci?o, ya que de?pué? de lo? do? primero?
e?calone? ya ?ien?o que me cue??a re?pirar. Pero no ?ardamo? en moverno?
má? rápido, no porque me haya aco??umbrado a la al?ura, ?ino porque Flin?
ha a?umido la mayor par?e de mi pe?o y bá?icamen?e me lleva cogida de la cin?ura como ?i fuera una male?a má?.
Sé que e? fuer?e: e??á claro que lo? mú?culo? que ?e aprecian debajo de ?u cami?e?a no ?on de pega, pero no me puedo creer que ?ea ?an fuer?e. A ver, e??á ?ubiendo por la? e?calera? do? male?a? pe?ada? y a mí, y ni ?iquiera ?e le oye jadear.
Acabamo? pa?ando a Macy, que no para de re?oplar mien?ra? carga mi ?ercera male?a por lo? úl?imo? e?calone? que no? quedan.
—Ya puede? ?ol?arme —le digo, e in?en?o zafarme—. Prác?icamen?e me ha? ?ubido ?ú.
—Sólo in?en?aba ayudar —a?egura, y mueve la? ceja? de un modo que me hace reír a pe?ar del apuro que ?ien?o.
Me ?uel?a, y e?pero que ?e apar?e cuando mi? pie? por fin ?ocan el ?uelo. Pero no lo hace. Man?iene el brazo en mi cin?ura y camina por el de?can?illo.
—Suél?ame —repi?o—. E??oy bien.
Pero, al decir e??o, me flaquean la? rodilla? y ?ien?o que me ?obreviene un nuevo mareo. In?en?o ocul?arlo, pero parece que no lo con?igo, pue? la expre?ión de Flin? pa?a de ?er diver?ida a preocupada en cue??ión de do?
?egundo?. En?once? niega con la cabeza.
—Sí, para que ?e de?maye? y ?e caiga? por el hueco de la e?calera. De e?o nada. El direc?or Fo??er me ha encargado que ?e lleve a ?u cuar?o ?ana y ?alva, y e?o e? lo que voy a hacer. —Empiezo a pro?e??ar, pero e??oy ?an floja que decido que acep?ar ?u ayuda puede ?er la mejor par?e de ?er valien?e, y a?ien?o. En?once? ?e vuelve y pregun?a a mi prima—: ¿Todo bien, Mace?
—Genial —jadea, ca?i arra??rando mi male?a por el de?can?illo.
—Ya ?e he dicho que podía ?ubirla yo —le con?e??a Flin?.
—No e? por el pe?o —?e apre?ura a re?ponder—. E? que he ?enido que ?ubirla muy rápido.
—Yo ?engo la? pierna? má? larga?. —Mira a ?u alrededor—. ¿A qué pa?illo la llevo?
—E??amo? en el ala nor?e —re?ponde Macy ?eñalando hacia el pa?illo que ?enemo? a la izquierda—. Seguidme.
Pe?e a lo en?recor?ado de ?u re?piración, ?ale ca?i corriendo y no? deja a Flin? y a mí ?iguiéndole lo? ?alone?. La verdad e? que, mien?ra? corremo?
por el de?can?illo, agradezco el brazo que con?inúa ?o??eniéndome.
Siempre he pen?ado que e??aba en ba??an?e buena forma, pero e??á claro que la vida en Ala?ka lleva lo de e??ar en forma a o?ro nivel.
Hay cua?ro grupo? de habi?acione? doble? alrededor del de?can?illo, que, por cier?o, e? de pe?ada madera ?allada. Macy ?e de?iene en el grupo denominado «nor?e». No ob??an?e, an?e? de que pueda alcanzar la manecilla, la puer?a ?e abre ?an rápido que apena? ?iene el ?iempo ju??o de ?al?ar hacia a?rá? para que no la golpee.
—¡Eh! A ver ?i... —empieza, y deja la fra?e a media? cuando cua?ro chico? ?alen haciéndole ca?o omi?o, como ?i ni ?iquiera e??uviera ahí. Lo?
cua?ro ?on o?curo? y ?aci?urno?, y e??án buení?imo?, pero yo ?ólo ?engo ojo? para uno de ello?.
El de an?e?, abajo.
Él, en cambio, ni me mira. Pa?a por mi lado, inexpre?ivo y con la mirada gélida como un glaciar, como ?i no e??uviera.
Como ?i no me viera, aunque ?iene que ?or?earme para pa?ar.
Como ?i no hubiera pa?ado quince minu?o? hablando conmigo hace un ra?o.
Y, ?in embargo... Sin embargo, al pa?ar, me roza el brazo con el hombro. A pe?ar de ?odo lo que no? hemo? dicho el uno al o?ro, el con?ac?o me provoca un calor abra?ador. Y, aunque la lógica me dice que el roce ha ?ido acciden?al, no puedo dejar de pen?ar que lo ha hecho a propó?i?o.
Como ?ampoco puedo evi?ar volverme para verlo alejar?e.
«Pero porque e??oy enfadada —me a?eguro a mí mi?ma—. Porque quiero ?ener la oca?ión de echarle la bronca por haber de?aparecido de e?a manera.» Macy no le dice nada, ni a él ni al re??o. Flin? ?ampoco. E?peran a que de?aparezcan y en?once? ?e dirigen al pa?illo como ?i nada hubiera pa?ado.
Como ?i no acaba?en de de?airarno? de forma de?carada.
Flin? me agarra de la cin?ura con má? fuerza, y me pregun?o cómo puede ?er que el chico con hielo en la? vena? me provoque e?e ardor en la piel y que, en cambio, el que me e??á pre??ando li?eralmen?e ?u calor me deje fría. Al parecer, ?odo el ?ra??orno que ha ?ufrido mi vida me ha ?ra??ornado ?ambién la cabeza...
Quiero pregun?ar quiéne? ?on. O, mejor dicho, quién e? él, para poder ponerle nombre a e?e cuerpo y a e?e ro??ro de infar?o. Pero me ?emo que no e? el momen?o. A?í que me quedo callada y me concen?ro en mirar a mi alrededor en lugar de ob?e?ionarme por un ?ío que ni ?iquiera me gu??a.
El pa?illo nor?e e??á reple?o de pe?ada? puer?a? de madera a ambo?
lado?, la mayoría con alguna e?pecie de elemen?o decora?ivo colgado.
Una? ro?a? ?eca? formando una X en una, lo que parece ?er un elaborado carillón en o?ra y un mon?ón de pega?ina? de murciélago? en una ?ercera.
No ?engo claro ?i la per?ona que re?ide ahí pre?ende llegar a ?er quirop?erólogo o ?i ?an ?ólo e? fan de Ba?man.
Sea como fuere, por alguna ab?urda razón me alucinan ?oda? e??a?
decoracione?, en e?pecial la de lo? carillone?, ya que no creo que haya mucho vien?o en un pa?illo in?erior, y no me ?orprende cuando Macy ?e de?iene fren?e a la puer?a má? minucio?amen?e adornada de ?oda?. Una guirnalda de flore? fre?ca? rodea el marco al comple?o, y una? línea? de cri??ale? mul?icolor unido? por un hilo caen a modo de cor?ina.
—E? aquí —dice Macy y abre la puer?a haciendo un ademán o??en?o?o —. Hogar, dulce hogar.
An?e? de que pueda poner un pie en el umbral, o?ro ?ío bueno ve??ido ?odo de negro pa?a de largo. Y, aunque no? pre??a la mi?ma nula a?ención que lo? que no? hemo? ?opado en la en?rada del pa?illo nor?e, ?e me eriza el vello de la nuca. Porque, aunque e??oy convencida de que ?on imaginacione? mía?, de repen?e ?engo la e?pan?o?a ?en?ación de e??ar ?iendo vigilada.

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⏰ Última actualización: Apr 21, 2022 ⏰

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