Se esperaba que el reemplazo marciana ocurriera de dos maneras; ya fuera mediante ganancias económicas a largo plazo o mediante un conflicto armado mucho más breve pero doloroso. Durante casi doscientos años, el método anterior pareció surtir efecto, pero este estiramiento gradual finalmente se rompió de la manera más destructiva.
Casi desde su establecimiento, la cultura marciana estuvo impregnada de un tema explícito de rebelión contra la Tierra. Canciones, películas y publicaciones diarias repitieron estas nociones una y otra vez hasta que se interiorizaron. La Tierra era el antiguo hogar osificado que frenaba a la humanidad, mientras que Marte era nuevo; dinámico, activo e inventivo. Marte era el futuro.
Esta ideología finalmente alcanzó su cúspide revolucionaria semi-paranoica. Aproximadamente dentro de mil años, las naciones de Marte prohibieron todo comercio no esencial y viajes con la Tierra.
Para la Tierra, fue una sentencia de muerte. Sin los recursos y las industrias de Marte, el Apogeo Terrestre rápidamente se convertiría en una pálida sombra de su antigua gloria. Dado que continuaba el comercio de bienes de primera necesidad, nadie se moriría de hambre. Pero para todos los ciudadanos de la Tierra, el boicot marciano significó la pérdida de hasta las tres cuartas partes de sus ingresos anuales.
La Tierra no tuvo más remedio que reclamar sus antiguos privilegios, por la fuerza si era necesario. Siglos después de su unificación política, la Tierra se preparó para la guerra.
La mayoría de los pensadores (y fantasiosos) de eras anteriores habían imaginado la guerra interplanetaria como un espectáculo glorioso y vertiginoso de naves espaciales masivas, luchadores individuales y heroicidades de último momento. Ninguna fantasía podría haber estado más lejos de la verdad. La guerra entre planetas fue una serie lenta y angustiosa de decisiones cronometradas con precisión que significaron destrucción a escalas bíblicas.
La mayoría de las veces, los combatientes nunca se vieron. La mayoría de las veces los combatientes no estaban allí. La guerra se convirtió en un duelo entre complicadas máquinas autónomas programadas para maximizar el daño al otro lado mientras intentaban durar un poco más.
Tal conflicto causó una terrible destrucción en ambos lados. Fobos, una de las lunas de Marte, se hizo añicos y llovió como granizo de meteorito. La Tierra recibió un impacto polar que mató a un tercio de su población.
Apenas escapando de la extinción, los pueblos de la Tierra y Marte hicieron las paces y reconstruyeron un sistema solar unido. Les había costado más de ocho mil millones de almas.
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All tomorrow's
Science FictionTodos los mañanas: una crónica de mil millones de años de la miríada de especies y fortunas mixtas del hombre es una obra de ciencia ficción y evolución especulativa de 2006 escrita e ilustrada por el artista turco C. M. Kosemen bajo el seudónimo de...