Oliver Fox

CAPÍTULO 1

Buenas, me llamo Oliver Fox. Tengo dieciséis años y vivo en Londres, Inglaterra. Bueno, más concretamente vivo en las calles de la ciudad, alimentándome de lo primero que pillo por ahí sin importarme su estado y robando a los despistados que no cuidan sus cosas.

Pero sobre todo hago magia. Y sí, has leído bien, magia. Voy por las calles de Londres enseñando trucos imposibles a la gente de la ciudad, asegurando que si logran descubrir el truco les daré la limosna que haya ganado ese día. Pero si no lo aciertan, son ellos, los londinenses, los que tienen que ofrecerme algún tipo de limosna. Por ahora nadie ha descubierto ninguno de mis juegos de manos, así que mi cartera se mantiene intacta.

Por cierto, creo que no os he contado nada de mi familia. Mi padre, un auténtico capullo integral, nos abandonó a mi madre y a mí cuándo yo tenía tan solo tres años. Y mi madre... Bueno, mi madre murió hace ya cuatro años tras el derrumbamiento del bloque de oficinas en el que trabajaba. Desde entonces vivo en la calle buscándome la vida como puedo, escapando de las malas compañías, y procurando socializar lo menos posible.

A pesar de esto he hecho algunos amigos en el tiempo que llevo viviendo en la calle. Uno de ellos es Ralph, un chico rubio de ojos color avellana y nariz chata. Es muy sociable y extrovertido, pero a veces es muy cabezota y autoritario. Esto último dice que lo aprendió de su padre, que fue coronel del ejército durante varios años consecutivos. Yo no le creo, pero no rechisto, ya que como os he dicho previamente, es muy cabezota.

Otra de mis amigas es Crystal. Ella es la chica mas lista que conozco y es la que mejor conoce la ciudad, por lo que nos indica cuáles son los mejores sitios para resguardarse de las gélidas noches de invierno o donde hay más londinenses despistados a los que mangarles la cartera.

Los tres juntos formamos un gran equipo. Ralph, el líder. Crystal, el cerebro. Y yo... Bueno, yo estoy ahí. La verdad es que nunca he destacado en ningún campo. No destaco de líder ni de manitas, y mucho menos de deportista. Lo único que se hacer es magia, y no es que esté infravalorando la magia, solo digo que en la vida cotidiana no sirve de mucho.