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En cuanto supo que su horario de trabajo llegó a su fin, se dedicó a ver la hora. Bien, 04:30, tenía tiempo de sobra para dar una vuelta por el supermercado y comprar algunas cosas. Guardo todos los archivos en una carpeta, ordenó sus papeles y cuando comprobó que estaba todo en su lugar, salio de su oficina, puso llave y camino marchando sobre los pisos de la empresa, saludó a uno que otro empleado con una sonrisa y cuando salió del establecimiento, una vez dentro del auto, suspiro de alivio.

Las calles estaban tranquilas, por lo que agradeció en silencio, y manejo rápido, sin sobre pasarse los límites de velocidad y las señales de tránsito. Se dirigió al supermercado más cercano y tomo unos minutos para entrar y tomar lo que le parecía correcto. Helado, galletas, duraznos, fresas, golosinas, refrescos, palomitas, algunos artículos de limpieza y snacks salados. Cuando hizo un repaso mental rápido, comprobó que no había nada más que comprar y que su carrito estaba completo, se dirigió a la caja y noto que unas miradas lo observaron discretamente, o no tanto, de arriba abajo, sin tomarle tanta importancia, pago y fue hacia su auto.

Mientras manejaba, se desabrocho algunos botones de su camisa. Estaba frustrado, quiso verificar que a través del vínculo había alguna molestia o inquietud, y nada, no había nada, no se transmitió nada y eso le preocupó y frustró. Quería estar al tanto y su oso pataleo como un cachorro, su aroma se convirtió un poco agrio y manejo más rápido. Cuando pudo estacionar de una vez, y si, de una vez, ya que un imbécil se había quejado de robarle su lugar, hasta que lo miro a los ojos y no dijo más, pero igualmente se tomó la molestia de mirarlo mal y arrancar con fuerza, casi rayando su vehículo, sólo apretó sus manos, sacó la bolsa con los artículos que compró y dio un portazo que sacudió el auto.

1, 2, 3, suspiro y se froto los ojos. Se encaminó hacia las puertas de vidrio, espero el ascensor y se sintió más inquieto cuando estás se abrieron y en un rápido suceso estaba frente a su departamento. Abrió la puerta, con cuidado, todo estaba en silencio, la limpieza era pulcra y fina, todo en orden, dejó la bolsa sobre la mesa de la cocina y se guió hacia todas las habitaciones.

No había nada.

Sólo que en la suya, la de ellos. Estaba cerrada, abrió despacio, tratando de que su oso no armé un berrinche y entre brutalmente como si fuera un policía en acción.

El aroma a durazno y caramelo inundaba la habitación, de una manera suave y pacífica. Toda ola de frustración o malestar se disiparon en cuanto lo vió. Su pequeño omega estaba entre sus colchas, habían cuatro de ellas; rosa, verde, azul y violeta, en el medio de ellas, estaba él con su cabeza apoyada en un oso gigante y abrazando una almohada con forma alargada. Se encontraba adormilado, aun así sus pestañas se batian mientras miraba Harry Potter, sus labios estaban abultados, ya que su mejilla se encontraba apoyada en la almohada, estaba tapado hasta el cuello y su cabello ondulado y castaño claro estaba sobre la almohada. Su oso ronroneo romaticamente y lo quería tomar en sus manos como un tarro gigante de miel. Ugh, su oso se volvía un osito meloso por su omega, sí, pero él estaba de acuerdo.

Se acercó cuidadosamente a la cama y se sentó en el borde acariciando su cabello, se encontraba totalmente concentrado, o así parecía, a la película.

-Hey... ¿Cómo estás? -tocó su frente y agradeció el hecho de que los medicamentos hayan hecho efecto, no tenía más fiebre, pero aún así, quería asegurarse de estaba bien-. Te traje algunas cosas, ¿almorzaste, bebé?

-Me siento mejor, sí -asintió, su voz salio muy suave, sus pestañas se batieron hacia él y le estiró los brazos para que le conceda un abrazo- Desayune panqueques y... Y almorcé también -dejo un beso en su mejilla y apoyo su cara en su hombro, las colchas tapando hasta su cintura solamente y dejando ver la polera gigante color lila que llevaba para dormir. - ¿Alfa almorzó?

Little Baby || JonhIlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora