Carta IV

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Querido A:

No había dejado de pensar en ti. Ahora hablábamos mucho más seguido en el instituto, y también por mensajes de texto.

Un día, a la hora de receso, me habías pedido hablar contigo a solas y yo accedí. Nos habíamos alejado de tu grupo de amigos y yo de mi, entonces, 'mejor amiga', nos miraban esperando algo pero no sabía ni el porqué. Cuando estuvimos lo suficientemente alejados, me miraste a los ojos y había notado algo diferente en esa mirada, algo especial. Entonces me confesaste que te gustaba, sentí una enorme felicidad, y me preguntaste si sentía lo mismo, y yo te confesé sin temor alguno aunque con un poco de timidez.

De repente, preguntaste eso, algo que pensé que jamás escucharía o, por lo menos, no en ese momento.

Juro qué sin pensarlo te dije que , y sonreiste ampliamente mientras yo bajaba la mirada sonriendo.
Ese fue el día en el que me pediste ser tu novia, y yo comprobé que me gustabas mucho más.

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